LA ORACIÓN EN SAN AGUSTÍN

El contenido de la oración

Solo volviendo al interior podemos encontrarnos con Cristo, quien nos espera; mientras que nuestro corazón arde de deseo por su amor.

Dice San Agustín: La oración de Jesús se hizo presente en hacer la voluntad del padre, de igual manera cada uno de nosotros está llamado a pedir a Dios que se cumpla su voluntad en todo lo que hacemos y poder discernir desde el encuentro con él.

La voluntad  de Dios es idéntica a su misericordia. Para poder escuchar la voz de Dios hay que estar en constante oración, para ver lo que quiere de nuestra vida. No debemos desistir en la oración; la oración debe ser lo primordial en nuestra vida y lo que nos anima a seguir en este sendero.

Efectos de la oración

Produce una transfiguración en la vida de cada ser humano  (contagiados de ella y del esplendor de Dios). Si estamos  en intimidad con Dios tiene que notarse el cambio en nuestras acciones, ya que desde ese encuentro con el amado siempre hay frutos.

Cómo oras, cómo vives (S. Agustín). Lo que vivimos en la existencia lo reflejamos en la oración. Cuando oramos Dios edifica su ciudad en nosotros. La oración nos ayuda a ver los acontecimientos a la luz de Dios.

Vivir en unidad con Cristo desde la   comunión fraterna


Una manera de vivir en la unidad con el cuerpo de Cristo es  a través de la comunidad; asumiendo un compromiso desde su persona. Para San Agustín la vida en el cuerpo de Cristo es un don e implica asumir ciertas acciones. Nadie puede seguir a Cristo solo, ya que desde el seguir los pasos de Jesús nos adherimos a vivir como él en comunidad.

Vivir en unidad es estar formando comunión con Cristo, para seguir este camino con radicalidad. Todos los que formamos comunidad vivimos en comunión, vivimos en comunidad con Cristo; al ser incorporados  a Cristo estamos llamados a ser agentes de paz.

La Eucaristía es misterio simbólico de la paz y unión. Es misterio pues de una manera sacramental actúa y vivifica. Es el sacramento que fortalece  nuestra debilidad. Así como la Eucaristía está formada de un solo pan de igual manera están llamados los creyentes; es introducirnos en el misterio. Estamos invitados a ser una sola realidad en Cristo y convertirnos en signos vivos de la unión íntima con él.

Comulgar con las personas es comulgar con Cristo, ya que él habita en cada uno de los que nos rodean. Estamos  Invitados a vivir en plena comunión con los hermanos, ya que si no se vive en comunión con el cuerpo de Cristo, menos con la cabeza.

La comunidad es el cuerpo de Cristo y quienes forman ese cuerpo tienen que vivir en concordia y paz. El cáliz lo bebemos unidos, porque lo vivimos unidos.
Nos convertimos en unidad para buscar la acción fraterna, para alcanzar la comunión dentro de la comunidad (es uno de los mejores caminos). Tenemos que ser el alma y cuerpo de Cristo. Solo el amor limpia nuestras asperezas y nos abre a nuevos horizontes para poder darnos.

Solo vivimos en comunión con Cristo los que tenemos la misma Fe. A pesar de nuestra historia  todos estamos llamados a ser cuerpo de Cristo.

La comunión es la unidad, un requisito a vivir como Cristo Ser cuerpo de Cristo significa amar la unidad y fomentarla.

 Vivir en Cristo


Como el sarmiento no puede vivir despegado de Cristo, así también el creyente no puede vivir desligado de Cristo. Y éste se convierte en el espacio en el que el creyente debe vivir; Jesús es el espacio de la vida y de la luz, quien se separa de él  no puede vivir una verdadera comunión.

Solo en Cristo es donde el creyente puede vivir auténticamente, buscar los lugares donde se pueda construir una comunidad fraterna.

Para Agustín el cuerpo de Cristo, no es solo el lugar donde se edifica la comunión fraterna, sino que el cuerpo de Cristo es el alimento que fortalece y capacita. Tenemos una raíz, esa es Cristo, por ende debemos tener la vida enraizada a él.

Recibir la sangre del señor es renovar nuestra propia identidad. Aquí nuestro padre San Agustín señala tres panes: pan Eucarístico, que fortalece y une al creyente; por último la palabra y los sacramentos que son elementales y esenciales.

La Eucaristía es símbolo y vínculo de unidad. La caridad es la que fusiona y une a los miembros .Es en Cristo en quien los miembros de la comunidad hallan el fundamento de su vida.

La Eucaristía nos compromete a vivir el compromiso de la comunión en la humanidad. La realidad de la Iglesia no debe llevarnos a dejar atrás la paciencia, debemos saber soportar el mal que hay dentro del cuerpo de Cristo, con caridad y humildad. La comunión con Cristo no puede desligarme del otro.

Santa Isabel Mojica Mejía
Novicia MAR


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