LECTIO DIVINA PRIMER DOMINGO DE CUARESMA, CICLO C, LUCAS 4, 1 – 13

“Cristo fue tentado por el diablo, pero en Cristo eras tentado también tú... Si hemos sido tentados en Él, será precisamente en Él que venceremos al diablo.”
(San Agustín)

Da clic en el enlace siguiente para escuchar la Lectio Divina del Primer Domingo de Cuaresma, Ciclo C:

https://drive.google.com/file/d/0B2Pb_ODVLt4lbDR0SkJaMENkS0k/view?usp=sharing

Nos situamos en este Primer Domingo de Cuaresma, en el que la liturgia nos presenta el relato de Jesús cuando es conducido al desierto por el Espíritu Santo, ahí permanece durante cuarenta días, es tentado por Satanás y finalmente se realza la fidelidad de Jesús al Padre.

Que en este tiempo cuaresmal con la ayuda de la oración, del ayuno y la limosna nos podamos preparar para las pruebas, tentaciones que el diario vivir nos presenta, pidámosle pues al Espíritu Santo que nos regale su gracia para ser fieles en todo momento a nuestro  Padre.


Señor Jesús,
Tú que lleno del Espíritu Santo,
fuiste llevado al desierto,
y allí el diablo buscó seducirte,
tentándote, buscando desviarte de tu misión
te pedimos que estos días de cuaresma
nos ayudes a mirar nuestra vida
y así ser conscientes de las tentaciones
que cada uno de nosotros tenemos
y que iluminados por tu Espíritu Santo
tengamos su ayuda para que como Tú
podamos vencer todo aquello
que nos aleja y separa de ti.
Derrama tu gracia en nosotros
y ayúdanos a vivir lo que creemos,
dejando de lado aquello que no corresponde
a tu estilo de vida y a tus enseñanzas,
danos Señor,
la gracia de con tu ayuda
vivamos lo que nos pides
aferrándonos siempre más a tu palabra
viviendo plenamente lo que nos pides.
Ayúdanos Señor,
y danos tu gracia para ser fuertes en los momentos
y en las circunstancias de tentación,
ayúdanos a ser fieles como lo fuiste Tu.
Que así sea.

El texto: Lc 4, 1 – 13

1Jesús, lleno de Espíritu Santo, se volvió del Jordán, y era conducido por el Espíritu en el desierto, 2durante cuarenta días, tentado por el diablo. No comió nada en aquellos días y, al cabo de ellos, sintió hambre.
3Entonces el diablo le dijo: ‘Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan’.
4Jesús le respondió: ‘Está escrito: No sólo de pan vive el hombre.
5Llevándole a una altura le mostró en un instante todos los reinos de la tierra; 6y le dijo el diablo:
‘Te daré todo el poder y la gloria de estos reinos, porque a mí me ha sido entregada, y se la doy a quien quiero. 7Si, pues, me adoras, toda será tuya’.
Jesús le respondió: ‘Está escrito: Adorarás al Señor tu Dios y sólo a él darás culto’.
9Le llevó a Jerusalén, y le puso sobre el alero del Templo, y le dijo: ‘Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo;
10porque está escrito: A sus ángeles te encomendará para que te guarden.
11Y: En sus manos te llevarán para que no tropiece tu pie en piedra alguna’. 12Jesús le respondió:
‘Está dicho: No tentarás al Señor tu Dios’.
13Acabada toda tentación, el diablo se alejó de él hasta un tiempo oportuno.

Contextualización

El hecho y la victoria

Al leer el relato observemos que dos veces, al comienzo (en 4,2) y al final (en 4,13), se repite la palabra tentación”; este es el tema central. “Tentar” es poner a prueba, concretamente, probar la fidelidad.

Quien “tienta” en este relato es el “diablo”. El “diablo” es el opositor del plan de Dios que se incuba de muchas formas en el corazón de hombre y en las estructuras de la relacionalidad humana para hacer desgraciada la vida, de ahí que la victoria sobre él es el signo de la llegada del Reino de Dios (ver Lc 11,20) y posibilidad de gozar de sus bendiciones.

Esta página del Evangelio contempla a Jesús, pero piensa también en los futuros discípulos que pasarán por las mismas pruebas, así como le sucede a Pedro (“Mira que Satanás ha solicitado el poder cribaros como trigo; pero yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca”, Lc 22,31). El verdadero discípulo es el que aprende a hacer suya la victoria del Maestro (“Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas”, Lc 22,28).

Pero esta proclamación, si bien es contundente, se hace con cierta cautela, ya que la victoria final sobre el mal se dará en la Pasión, por eso se dice: El diablo se alejó de él hasta un tiempo oportuno(v.13). Por lo tanto el relato de las tentaciones pide desde el principio el clavar la mirada en el misterio de la Cruz y en el camino que hay que recorrer para alcanzar su victoria pascual.

Bajo la acción del Espíritu entra en el campo de batalla

Lucas, muestra cómo el Espíritu Santo caracteriza la personalidad de Jesús: Él está Lleno de Espíritu Santo(4,1). Esta frase nos remite a la unción recibida en el Bautismo (ver Lc 3,21-22) y nos presenta a Jesús como “el Señor del Espíritu”: el poder de Dios está dentro de él y es quien obra continuamente a través de Él. Por eso Jesús puede dar a conocer a Dios, hacer sus obras, hacer su voluntad.

El Espíritu Santo guía a Jesús (no sólo “al” sino) en el desierto: y era conducido por el Espíritu en el desierto(4,1). La referencia del desierto en Lucas tiene el valor de un espacio de preparación para el ejercicio del ministerio encomendado por Dios.

Las tres tentaciones

 Después de cuarenta días, se expone la fragilidad de Jesús (“sintió hambre”), aparece el motivo de la tentación: Si eres Hijo de Dios”. Es como si se dijera: “Si eres Hijo de Dios no tienes por qué pasar trabajo, no tienes por qué sufrir”.
La frase Si eres Hijo de Dios(que aparece dos veces: vv.3 y 9) enmarca el combate del diablo con Jesús, es la frase amenazadora del adversario que quiere convencerlo de las contradicciones de Dios.

Para el evangelio la tentación es ante todo la puesta a prueba de Jesús como Hijo de Dios”. El diablo intenta apartar a Jesús de su profunda comunión con Dios, de la cual deriva la obediencia a su proyecto salvífico, y de esta forma evitar el cumplimiento de la tarea mesiánica de manera que prevalezcan los proyectos humanos construidos a partir del egoísmo, dejando de lado toda auto-trascendencia que genera justicia y fraternidad.

Cada una de las tres pruebas por las que pasa Jesús nos da una pista para comprender nuestras propias pruebas:

(a) Las necesidades vitales simbolizadas en el pan (4,3-4)

Entremos en la cotidianidad humana: el alimento es el mínimo necesario para la subsistencia y su consecución es causa de desasosiego, de angustia permanente, de lo cual derivan otros tantos problemas.

Jesús afirma, citando Dt 8,3, que no sólo de pan vive el hombre”, está poniendo en primer plano esta convicción de que la vida del hombre es mucho más que el esfuerzo por solucionar las necesidades inmediatas, de ahí que la búsqueda primera y fundamental del corazón del hombre debe estar en el saber apoyarse en un Dios que es Papá, que como tal es bueno y su lealtad es tan grande que nunca abandona a sus hijos en sus necesidades (ver 12,22.31; 11,5-13).

(b) La necesidad de “status” simbolizada en la exhibición de poder (4,5-8)

Quien tiene solucionado el problema del pan gracias a la fortuna que le permite una vida plácida también está expuesto a la tentación de pensar que la realización de la vida está en el “poder”. La búsqueda de la gloria en el poder y la riqueza contradicen el señorío de Dios, quien es verdaderamente absoluto y nos hace a todos hermanos. La fraternidad doblega todo intento de señorío sobre los demás: no se puede servir a dos señores (ver 16,13).

(c) La necesidad de tener todo bajo control, incluso a Dios (vv.9-12)

La tercera tentación expone cómo es una relación equivocada con Dios. Esta vez la raíz de la tentación no es ni la carencia (de pan) ni la abundancia (de poder), sino la relación con Dios que se apoya en una falsa visión de Él.
Precisamente las dos pruebas anteriores han insistido en el señorío del Dios “Papá” misericordioso en la propia vida. Pero puede darse que se llegue a manipular su bondad, como es el caso presentado aquí: poner a prueba la veracidad de su Palabra mediante peticiones que violan las leyes de la naturaleza.

Cómo vence Jesús las tentaciones

Tenemos necesidad de saberlo, no sólo por el hecho de que Jesús es nuestro modelo de vida, sino porque es de él que nos viene la fuerza para esta lucha titánica. No fue por casualidad que Jesús le enseñó a sus discípulos a dirigirse al Padre no para pedir ser eximidos de la tentación sino suplicando “no caer” en ella (Lucas 11,4), es decir, el poder vencerla.

Releamos las respuestas de Jesús a Satán, porque en ellas está la clave de la victoria:

Está escrito: ‘No sólo de pan vive el hombre’(v.4)

Jesús vence la prueba poniendo su mirada en la necesidad fundamental. A nosotros nos dice:
Tú hermano, lucha por no reducirte a tus necesidades, conserva el espacio para la dimensión más profunda de la vida, para que transciendas, para que puedas saltar hacia lo que es infinito y verdaderamente llena de plenitud la existencia.

Está escrito: ‘Adorarás al Señor tu Dios y sólo a él darás culto’(v.8)

Jesús indica que la prueba deL adversario se vence postrándose en adoración. A nosotros nos dice:

Ponte a adorar a Dios; la verdadera adoración de Dios te libera de los ídolos, pon en su sitio lo que no es fundamental, de manera que puedas captar el justo valor que tiene cada cosa en tu vida. Así tu corazón se convertirá en una fuente de amor: tu relación con los otros no será nunca más un asunto de dominio o de posesión. Ni dominarás ni serás dominado, porque el Dios cercano que Jesús nos vino a anunciar exige, por amor a ti, que él sea el único, el único que te da vida y paz.

Está dicho: ‘No tentarás al Señor tu Dios’(v.12)

Jesús apela a la frase “tu Dios” que evoca el compromiso de la Alianza: “Vosotros mi pueblo, yo vuestro Dios”. La adoración es la puerta de entrada a una relación profunda de comunión con Dios; en la medida en que esta relación se fortalece, se comprende mejor lo que podemos esperar de Dios y se deja de manipular la imagen de Dios. A nosotros nos dice:

En la adoración de Dios comprenderás la grandeza de su amor por ti. Allí encontrarás un Dios fiel, un Padre a quien le importas mucho y que te salvará de las trampas de la vida -esos pies que tropiezan en tantas piedras de la vida-, pero que tampoco caerá en tus trampas, sino que se relacionará contigo quedándose siempre a tu lado, tierno y amante. No olvides que eres su “Hijo”.

Meditación:

Las preguntas siguientes nos pueden ayudar  para interiorizar el pasaje, y descubrir el mensaje que Dios tiene hoy para nosotros.

1.  Jesús permaneció fiel a Dios Padre en la tentación, ante las tentaciones que a diario el diablo nos presenta como seguidor de Jesús ¿cuál es tu respuesta? ¿Qué aspecto de tu vida tienes que fortalecer?

2. Jesús se vale de la Palabra de Dios para combatir la tentación. ¿Cuáles son las armas que utilizas para vencer la tentación?

3. ¿Es el Espíritu Santo el que impulsa mi vida?

4. Ser firme en la tentación es permanecer fiel al Señor. ¿Fomento los momentos de encuentro personal con Dios (oración) que me alimentan y fortalecen?

5. ¿Dios es para mí lo más importante o siento mayor necesidad de las cosas pasajeras, de los honores y la soberbia?

¿Cuál es mi respuesta a Dios después de escuchar su mensaje?

Te doy gracias Señor por la Palabra que hoy me das, gracias porque es una llamada a la esperanza, pues Tú que eres el maestro fuiste tentado pero saliste victorioso gracias a tu unión con el Padre.

Señor, son muchas las tentaciones que todos los días se me presentan y reconozco que no siempre salgo victoriosa pues me alejo de Ti, es por eso que al comienzo de esta cuaresma quiero pedirte que me des el don de tu Espíritu Santo, que me regales tu gracia para poder ser fiel en la tentación como lo hiciste Tu.

Quiero Señor ser tu fiel discípula, que lleve consigo las mejores armas para combatir al diablo, que son tu Palabra, tu Eucaristía y tu misericordia abundante.

Señor ayúdame a ser testimonio de tu acción salvadora, para que aquellos que me rodean puedan impregnarse de tu presencia, de tu amor, de tu fidelidad.
Amén.

Miriam Viviana Horta Colín, Novicia MAR





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