MISIONANDO EN SEMANA SANTA


La mañana del día sábado 24 de marzo en compañía de la hermana Olga Vega, las novicias Claudia Ramírez, Jasmeiry De La Cruz y yo, salimos de Bogotá a Yopal donde nos reunimos con las otras hermanas para ir de misión a Trinidad, Casanare. Al día siguiente (domingo 25)  salimos de Yopal a Trinidad y de Trinidad a las Veredas correspondientes. La hermana Clarivel Cardona, Ana María  Borges y yo compartimos la semana santa con los fieles de la Vereda llamada El Convento.

Iniciamos nuestra actividad la mañana del lunes realizando visiteo a algunas familias, invitándolos para la preparación de la semana santa y a las diferentes celebraciones y actividades referentes a la misma. Pero para mi sorpresa fue muy poca la participación de las personas adultas exceptuando un poco los días jueves y viernes santo.

A pesar de la poca respuesta de las personas no faltaron otras que fueron fieles y admirablemente incondicionales en la participación de las actividades realizadas durante esos días. Niños que se acercaban sin hacer distinción de credo acogían lo que se les comunicaba con alegría y entusiasmo. Y como en toda experiencia nunca faltan los imprevistos la hermana Olga Vega se enfermó y tuvo que salir del campo de misión por lo que me pidieron que colaborar en la vereda en la que se encontraba: El Palmar.

Convivir y participar con las personas esta experiencia de Semana Santa es verdaderamente una bendición de Dios, pues como ya mencionaba, aunque hubo poca participación de las personas nunca faltaron las personas que buscaban vivir a plenitud estas celebraciones, que a pesar de lo retirado que se encontraban sus casas, se unen como Iglesia para profesar su fe en Jesucristo. Al compartir con ellos percibí la fe tan profunda y bien cimentada que profesan y viven.

También fueron días de encuentros con Dios mediante los sacramentos. La oración personal y comunitaria  me proporcionó espacios de meditación y confrontación personal sobre la vivencia de mi fe, en los que podía evaluar mi disponibilidad, anhelo y entrega como seguidora de Cristo. Concluyo afirmando que Dios da la gracia y no manda cosas que no podemos realizar  pues Él nos capacita para llevar a cabo la misión que nos pide de manera individual.


Gloria Odilia Hernández.
Novicia MAR

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