Jesús: conocedor del amor más grande.
Jesús ha querido a sus discípulos apasionadamente. Los ha amado
con el mismo amor con que lo ha amado el padre. Jesús no quiere que su estilo
de amar se pierda entre los suyos.
De Jesús quedó un recuerdo imborrable. Las primeras generaciones
resumían así su vida: “Pasó haciendo el bien”, buscaba siempre el bien de las
personas, ayudaba a vivir. Su vida fue una Buena Noticia, se podía descubrir en
Él la buena de Dios.
Jesús tiene un estilo de amar inconfundible. Es muy sensible al
sufrimiento de la gente. No puede pasar de largo ante quien está sufriendo. Al
entrar un día en la pequeña aldea de Naín, se encuentra con un entierro: una
viuda se dirige a sepultar a su hijo único. A Jesús le sale desde dentro un
amor hacia aquella madre desconsolada y le dice: “Mujer, no llores”. Quien ama
como Jesús, vive aliviando el sufrimiento y secando lágrimas.
Los evangelios recuerdan en diversas ocasiones cómo Jesús
captaba con su mirada el sufrimiento de la gente, los miraba y se conmovía: los
veía sufriendo o abatidos o como ovejas sin pastor. Rápidamente se ponía a
curar a los más enfermos o alimentarlos con sus palabras. Quien ama como Jesús,
aprende a mirar a los rostros de las personas con compasión.
Es admirable la disponibilidad de Él para hacer el bien. No
piensa en sí mismo, está atento a cualquier llamada, dispuesto siempre a hacer
lo que pueda. Otro ejemplo claro de esto es cuando a un mendigo ciego que le
pide compasión mientras va de camino, lo acoge con estas palabras: “¿Qué
quieres que haga por ti?” con esta actitud anda por la vida quien ama como
Jesús.
Él sabe estar junto a los más desvalidos. No hace falta que se lo pidan.
Mas sin embargo, es menester tomar en
cuenta que a pesar de que Jesús siempre estuvo extendiendo su mano a quien lo
necesitara Él no pudo resolverle todos los problemas de aquellas personas,
detalle que hay que tener en cuenta a al momento de ayudar a otros. A veces,
por más que se quiera, no logramos resolver todos los problemas que tiene la
persona, Jesús fue consciente de esto y por eso se dedicó también a hacer
gestos de bondad: abrazó, bendijo, escuchó, acarició, acompañó, etc. ¡Así son
los gestos de quien ama a Jesús!
Jasmeiry
De La Cruz
Novicia
MAR
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