LECTIO DIVINA, X DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO B, Mc 3, 20-35


“El que cumple la voluntad de Dios ese es mi hermano, mi hermana y mi madre”

 INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
Espíritu Santo, ilumina nuestro entendimiento, para que al leer o estudiar la Sagrada Escritura, sintamos la presencia de Dios Padre que se manifiesta a través de tu Palabra.
Abre nuestro corazón para darnos cuenta del querer de Dios y la manera de hacerlo realidad en nuestras acciones de cada día. Instrúyenos en tus sendas para que, teniendo en cuenta tu Palabra, seamos signos de tu presencia en el mundo. Amén. 

CONTEXTO
Queridos hermanos, hoy, Marcos nos regala una nota que no recogen los otros evangelistas: se trata de la valoración desfavorable que le hacen a Jesús los que aparecen designados como sus parientes.

Él sigue su infatigable obra no en la sinagoga, sino en el escenario de una casa. Le seguía mucha gente que ni siquiera lo dejaba comer. Sus parientes están preocupados por este trabajo excesivo y se sienten en la obligación de tomar medidas. Van y lo buscan para llevárselo. Le consideran como alguien que ha perdido la cabeza.

Su entrega a la misión emprendida supera los límites de una normalidad aceptable y crea conflicto entre las autoridades. Si para sus parientes Jesús es un trastornado, para los maestros de la ley es un endemoniado.
La valoración de la persona de Jesús se vuelve ahora gravemente negativa.

Es importante resaltar que la expresión «hermanos» no significa que la Virgen María tuvo más hijos sino en hebreo se le llama así a cualquier pariente ya que cuando se quiere precisar que alguien es un hermano carnal, se usa la expresión «hijo de su madre» o si se trata de un medio hermano «hijo de su padre».

TEXTO
Del santo Evangelio según san Marcos 3, 20-35

¿QUÉ DICE EL TEXTO?
En este drama se contempla la contraposición de dos enemigos declarados, Jesús y los maestros de la ley. Por un lado Jesús enseña de manera distinta la doctrina que ellos enseñaban a la gente, por eso se crea el conflicto porque los maestros de la ley querían defender la Tradición en contra de las novedades que Jesús enseñaba a la gente. Pensaban que su enseñanza iba en contra de la buena doctrina.
Por otro lado está la actitud de los familiares de Jesús que lo consideraban como un loco por el trabajo en exceso que hacía. Cuestionaban esto porque no habían visto algo así antes.
Pero esto no es ningún impedimento para que Jesús cumpla con la misión que el Padre le ha encomendado que es  la de sanar y liberar a aquel que está esclavizado por el pecado, como hizo con el hombre endemoniado. Con esto demuestra que lo que es imposible para los hombres para él todo es posible.
Luego sorprende a todos cuando habla de una nueva fraternidad donde ya no cuentan los vínculos de la nación, de la raza, de la pertenencia ética o social, porque ahora es posible ser familia de Jesús.
¿QUÉ ME DICE EL TEXTO?
Este pasaje me invita a revisar mi relación con Jesús, mi actitud hacia él. Podría fácilmente mirarme en el espejo del comportamiento de los parientes de Jesús o en el de los maestros de la ley, ambos  negativos.
También puedo revisar, cuántas veces he calumniado a aquel que busca hacer el bien como lo hacía Jesús, o ver cuántas veces he tomado la actitud de Jesús que a pesar del cansancio, de los conflictos, las calumnias y el cuestionamiento de sus familiares sobre su actitud no dejó de hacer el bien.
Sería deseable identificarme con los verdaderos parientes de Jesús. Para esto debo cambiar  de camino, mostrarme sensible a la escucha de la voz de Dios a través del Espíritu Santo, ya que esto me hace disponible a la acogida de un pensamiento diferente al mío y no encerrarme en mí misma como lo hicieron las autoridades religiosas que se encerraron en sí mismos y negaron la evidencia que Jesús les daba.
Algo muy importante en este texto es que existe posibilidad de formar parte de la familia de Jesús pero para esto debo llenar este requisito que es la de cumplir la voluntad del Padre.
¿QUÉ LE DIGO YO A DIOS?
Gracias Señor, por darme la oportunidad de poder formar parte de tu familia y de enseñarme de qué manera lo puedo hacer.
Te pido perdón por las veces en que he tomado la actitud de los maestros de la ley, en la que me he encerrado en mí misma y no he dejado que la luz de tu Espíritu Santo alumbre mi mente y mi corazón o la actitud de tus familiares que cuestionaban tu actitud.
Ayúdame Padre Santo a cumplir siempre tu voluntad como lo hizo Jesús mi hermano mayor para que pueda dar  frutos de buenas obras. Amén.

Claudia Puac
Novicia MAR

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