LECTIO DIVINA; 2º DOMINGO DE CUARESMA, CICLO B, MARCOS, 9,2-10

“Éste es mi Hijo querido. Escúchenlo”


INVOCATIO

Nos preparamos para este encuentro con la Palabra de Dios. Pidiendo la luz de su Espíritu  para que nos ilumine  y dejándonos transformar por El. 

Espíritu de Vida  te invoco sinceramente: ven en ayuda de mi debilidad.
Ven, Espíritu de Dios, y habita en mi flaqueza para que tu fuerza sea patente en mi existencia.
Ven, presencia renovadora y pueda yo, en mi fragilidad, acoger la Palabra de la Vida.
Ven a mí, injusto y pecador, y por tu poder creador se encarne en mí la Buena Noticia.
Ven a mí, Espíritu de la Verdad, toma posesión de mi corazón y de mi mente, acomódate en mi hogar, conduce mi vida cotidiana según los designios de Dios Padre-Madre.
Ven a mí, ven a tu Iglesia y hazla gustar de tu gozo embriagador, en la acogida diaria y confiada de la única Palabra que salva.

LECTIO

Nos disponemos con un corazón abierto y sencillo para acogerlo con humildad la palabra que nos proclamará a continuación:

En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.

Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»

Estaban asustados, y no sabía lo que decía.

Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: «Este es mi Hijo amado; escuchadlo.»

De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.

Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.»

Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de «resucitar de entre los muertos».[i]

Contextualización

En el episodio de la Transfiguración (9, 2-13) está colocado intencionalmente entre la primera y la segunda predicción de la pasión. Y los diversos detalles de la narración (el vocabulario, las imágenes, las referencias al Antiguo Testamento) demuestran que pertenece al género epifánico-apocalíptico: intenta ser una revelación dirigida a los discípulos, revelación que tiene como objeto el significado profundo y escondido de la persona de Jesús y de su camino.

De esta forma la transfiguración se convierte en la revelación no sólo de lo que será Jesús después de la cruz, sino lo que Él es a lo largo del viaje hacia Jerusalén.

El pasaje de hoy se entiende mejor si revisamos los hechos que lo preceden (Mc 8,27 – 9,2). Seis días antes de la transfiguración, Pedro reconoce a Jesús como el Mesías (Mc 8, 29), pero Jesús les encarga que no se lo cuenten a nadie y además les anuncia su próxima muerte en Jerusalén. El Mesías tenía que sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley que lo matarían, pero al tercer día resucitaría (Mc 8, 31). Luego, convocando también a la gente, les enseña que para ser sus discípulos, hay que estar dispuestos a perder la vida por el anuncio de la Buena Noticia (Mc 8, 35). Estar en compañía de Jesús sin perder la esperanza y la luz tan resplandeciente  que se transfiguró a sus discípulos y ellos  no comprendían bien a qué se refería Jesús con todas estas cosas, pues estaban desanimados y confundidos. Entonces, tomando a Pedro a Santiago y a Juan, Jesús subió a un monte, que en la Biblia es el lugar del encuentro con Dios para consolarlos y confirmarlos en la fe manifestándoles su gloria y anunciándoles su victoria sobre la muerte.

Estando en el monte, Jesús se transfiguró. La escena tiene las características propias de una Teofanía que consiste en una manifestación de Dios a través de signos y fenómenos extraordinarios. El color resplandeciente de las vestiduras de Jesús, signo de la resurrección y de la gloria de Dios; la presencia de Moisés (la Ley) y de Elías (los Profetas), dos personajes muy importantes de la historia del pueblo de Israel a quienes se relacionaba con la venida del Mesías (Mal 3, 23-24); la nube, signo de la presencia de Dios y la voz que viene del cielo a través de la cual Dios mismo dirige su Palabra a los tres discípulos. Todos estos signos buscan mostrar la verdadera identidad de Jesús, Él es verdaderamente Dios, Él es el Mesías anunciado por Moisés y por los Profetas, el Hijo amado de Dios a quien hay que escuchar para encontrar la salvación y ofreciendo con amor y  aceptar con gratitud.

Observemos ahora la reacción de los discípulos. Jesús los lleva al monte para ayudarlos a comprender su próxima muerte en Jerusalén de un modo nuevo y para reafirmarlos en su vocación desde la experiencia de la Pascua. La muerte no tendrá ya la última palabra, será vencida por Jesús cuando el Padre lo resucite de entre los muertos y al tercer día después de su muerte, Pero los discípulos tampoco comprenden el significado de la resurrección, por eso al ver a Moisés y a Elías y a Jesús transfigurado quieren quedarse ahí, detener la historia, quedarse en la resurrección sin haber pasado por la cruz. Se resisten a un camino de seguimiento que implique pasar por el dolor y el sufrimiento. Por eso la voz que viene del cielo los hace reaccionar invitándolos a escuchar al Hijo. Es necesario pasar por la cruz para vivir la resurrección, pero sólo se puede enfrentar la cruz escuchando atentamente a Jesús que tiene palabras de vida eterna (Jn 6,68). Este destello de la gloria de Cristo habla más fuerte que cualquier palabra que promete a estos discípulos que la predicción de Jesús sobre su sufrimiento y muerte difícilmente es todo el cuadro. Jesús pasará por el sufrimiento y la muerte al igual que sus discípulos, pero su destino final será la gloria.[ii]

MEDITATIO

Después de haber reflexionado el evangelio nos disponemos a profundizar las siguientes preguntas para comprender mejor el texto: Y  nos dejemos siempre iluminar por el resplandor de su luz y por la energía de su resurrección.

ü ¿Seré capaz de reconocer a Jesús transfigurado en los hermanos de mi comunidad?

ü ¿Me siento elegido como del círculo cercano de Jesús?

ü ¿Busco a Jesús con un corazón sincero en este tiempo de cuaresma?

ü ¿Escucho a Jesús como el Hijo amado del Padre?

ORATIO

Cada día voy descubriendo que Dios se revela en la sencillez de mi vida, me acompaña y fortalece.

Te doy gracias por haberme  regalado tu esplendor y gloria, y por tu manifestación a la humanidad como el Hijo predilecto del Padre. Por la invitación que nos hace el Padre para escucharte, y por todos los regalos que nos haces para ser hijos predilectos del Padre. Por eso te doy gracias Señor.

Perdón por no reconocerte transfigurado en el hermano necesitado, y por no escuchar a Jesús como el Hijo amado del Padre. Por no poner nuestra confianza plena y total en Jesús.

CONTEMPLATIO/ACTIO

Las invitaciones que el Señor  me hace hoy, es ver la luz de su palabra, que ilumina y transforma nuestra vida que resplandece y a cada uno de nosotros que, como Pedro, Santiago y Juan, gozamos con el encuentro de luz con el Señor, pero decaemos y nos desanimamos.

Juana Hernández, Prenovicia MAR




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