Lectio Divina del Segundo Domingo de adviento, Ciclo c, Lucas 3, 1-6
Preparen el camino al
Señor
Invocatio
En este segundo Domingo de Adviento nos disponemos a un
verdadero encuentro con Dios, en el que preparamos nuestro corazón, pero
también el camino para saber discernir la Palabra a la luz del su espíritu que en cada momento nos ilumina.
TEXTO BÍBLICO: Lucas 3,
1-6
En el Evangelio de hoy aparece un personaje central, un heraldo,
un profeta, alguien que nos llama a que cambiemos de vida, y éste es Juan
Bautista. Vamos a escuchar el texto con mucha atención para después entrar
profundamente en el encuentro con Jesús, en ese encuentro donde cada uno de
nosotros, escuchamos, aprendemos y nos adentramos en la práctica de una vida
llena de amor y de fe. Escuchemos el texto de Lucas 3, versículo 1-6.
1.-
LECTURA: ¿Qué dice el texto?
Estamos transitando el segundo domingo de Adviento, y las
lecturas nos conducen por el Evangelio de san Lucas. El eje central de la
lectura de este domingo es la predicación de Juan el Bautista. El relato en
esta oportunidad comienza narrando el contexto temporal en el que ocurren los
hechos de la predicación de Juan el Bautista y del bautismo de Jesús. Lucas de
esta manera enmarca el relato intencionalmente en el gran contexto de la
historia universal de la Salvación.
Hoy se nos presenta la figura de Juan Bautista, pero el
Evangelio de Lucas nos da unos datos cronológicos de todas las autoridades
civiles de la época y las autoridades religiosas: nos nombra el imperio de
Tiberio César, nos nombra que Pilatos es Gobernador de Judea, nos dice que
Herodes es Tetrarca de Galilea. Y entre las autoridades religiosas nos habla de
los sacerdotes Anás y Caifás, para rápidamente presentarnos la figura de Juan. Con
la mención de estos nombres, ya se proyecta desde el principio la sombra de la
Cruz que permanecerá en la vida pública de Jesús.
Juan Bautista, este hombre que ha pasado su juventud en el
desierto y que recibe una revelación especial de Dios que le dice que salga del
desierto, que vaya a la región de Judea y que predique un bautismo de
penitencia y de conversión.
Es Dios mismo quien dirige su mirada y su voz sobre Juan el
Bautista, y lo escoge para que recorra toda la región del Jordán, anunciando un
bautismo de conversión para el perdón de los pecados. Como está escrito en el
libro del profeta Isaías, al que este mismo relato hace referencia; “Una voz grita en el desierto…”.
Este texto del profeta Isaías (Is. 40, 3-5) describe el retorno de los judíos después del
destierro de Babilonia: el Señor avanza a la cabeza de su pueblo, y lo precede
un heraldo; es la figura de Juan el Bautista, para anunciar su paso y para
preparar sus caminos.
Recordemos que Juan, es el hijo de Zacarías y de Isabel, prima
de la Madre de Jesús. El nacimiento de Juan es de por sí mismo un designio de
Dios y un milagro considerando la vejez de sus padres.
Las prácticas bautismales eran frecuentes, en algunos sectores
judíos, pero el bautismo de Juan no tenía valor puramente ritual, sino que
suponía y significaba la purificación moral, a la vez que disponía para recibir
al Mesías, que iba a bautizar en el Espíritu Santo.
Este texto de Isaías, que pertenece al Antiguo Testamento, nos
habla de la intervención salvadora de Dios, que sale de lo inescrutable para
juzgar y salvar; a Él hay que abrirle la puerta, prepararle el camino. Con la
predicación del Bautismo se hicieron realidad todas estas antiguas palabras de
esperanza: se anunciaba algo realmente grande.[1]
2.-
MEDITACIÓN: ¿Qué me o nos dice Dios en el texto?
Después de escuchar este texto, entramos profundamente en el
encuentro con Jesús. Este encuentro es un regalo del Señor, un regalo profundo
donde se nos dice qué es lo que tenemos que hacer. Centrados profundamente en
lo que nos dice. Juan Bautista, nos invita a preparar el camino del Señor, nos
invita a un cambio radical; a allanar, aplanar, enderezar, igualar. ¡Cuántas
ocasiones tenemos en la vida y cuántas manifestaciones, cuántas malas formas,
cuántas formas desagradables de carácter y a veces caminos torcidos! Y eso lo
tenemos que enderezar para preparar el camino.
No perdamos este momento, descendamos, abajemos esa falta de
sencillez que tenemos, a veces esa prepotencia, el considerarnos superiores a
los demás; y elevemos esos valles de pereza, de apatía, quizá de complejos y a
veces momentos indignos que no le gustan al Señor.
v ¿Preguntemos qué nos dice a ti y a mí para que Jesús entre en
nuestro corazón?
v ¿Necesitamos cambiar, necesitamos hacer penitencia, necesitamos
quitar todos los obstáculos que tenemos, necesitamos otro tipo de vida?
v ¿Qué actitudes de mi persona no me permiten anunciar a Jesús?
v ¿De qué manera estoy preparando mi corazón para recibir a Jesús
y preparar el camino?
v ¿Qué llamada tenemos tú y yo hoy?
3.-
ORACIÓN: ¿Qué le digo o decimos a Dios?
Señor Jesús tu que transformas y renuevas nuestras vidas,
ayúdame y ayúdanos a ofrecerte un
corazón limpio y agradable a tus ojos, para recibirte como te mereces. Hoy tu palabra nos propone un camino abierto a todos, y más
en este tiempo de Adviento en el que estamos preparando el corazón para recibir
a Dios, pero también para lanzarnos a esa misión, como el profeta Juan. Ayúdanos
a estar siempre en continua conversión,
pero de lo interior para ir a lo exterior.
Gracias Señor porque nos mueves, nos espoleas a cambiar, a tener
una preparación profunda, pero una preparación que nace de la esperanza y nace
de la alegría; una esperanza alegre. Gracias por llamarnos a la penitencia, a la conversión, y a la esperanza.
“Ayúdanos, Señor, a purificar
nuestra mirada, nuestra mente, nuestro corazón. Ayúdanos a caminar a tu ritmo.
Ayúdanos a facilitar el camino a los demás. Ayúdanos a tener ese deseo de
siempre de ayudar”.
4.-
CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?
Señor, haz que descienda esta prepotencia que tengo, haz que
suavice mi egoísmo, haz que, prepare mi corazón, que desborde de alegría, que
anuncie con esperanza, que vea tu salvación, Señor. Contemplemos el rostro de
Jesús y examinemos en silencio todo lo que nos estorba y de todo lo que no
hacemos. Él quiere entrar en un corazón sano, quiere entrar en un corazón
limpio, quiere entrar en un corazón alegre, quiere entrar en un corazón que
ame, que comparta, que sirva, que sea feliz.
5.-
ACCIÓN: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?
En este día el Señor me invitas a allanar todo y llenar los
baches para que me ayuden a preparar el camino del Señor. Él me llama a
ser dócil y a salir de mí, para preparar el camino sin ninguna
preocupación.
Me exhorta a entrar en continua comunión con Dios, para no desviarme
del camino y esperar su venida con un corazón encendido de amor, sediento de su
gracia. Señor Jesús que en todo y cada instante yo sea profeta en todo momento
y pueda discernir tu voluntad para anunciarte a viva voz.
Santa Isabel Mojica Mejía, Novicia MAR
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