LA SENSIBILIDAD ESPIRITUAL
La
sensibilidad es el valor que nos
hace despertar hacia la realidad, descubriendo todo aquello que afecta en mayor
o menor grado al desarrollo personal, familiar, social y espiritual.
La sensibilidad, específicamente en lo
espiritual, nos destina a nuestra
sensibilidad humana ya que si primero no sensibilizamos nuestro corazón
difícilmente nos conmoverá las necesidades del otro. Y esto nos puede convertir en personas insensibles, frías,
indiferentes, mediocres, duras y crueles con los demás, porque aún nuestra conciencia está detenida. Nuestra mente se
vuelve estrecha, se nos olvida que amar es ayudar. Porque el poder de la sensibilidad es el amor. Si se
pierde el amor, se pierde la sensibilidad.
En todas partes se
habla de los problemas sociales, terrorismo, corrupción, inseguridad, vicios,
etc. y es algo tan cotidiano que ya forma parte de nuestra vida, muchas veces dejamos
que sean otros quienes piensen, tomen decisiones y actúen por nosotros hasta
que no nos veamos afectados. O decimos que ayuden los otros como si la responsabilidad sólo fuera de ellos, se
nos olvida que todos estamos llamados a ayudarnos los unos a los otros.
Si hay algo de lo que
nos debemos cuidar; es de la
insensibilidad. Hay personas que prefieren aparentar ser duras o insensibles,
para no comprometerse o involucrarse en las cosas que pasan a su alrededor. La
verdad es que Dios nos hizo competentes a todos para enfrentar cualquier
situación, depende de nosotros si lo afrontamos o no. La indiferencia
“espiritual o humana” es el peor enemigo de la sensibilidad.
Debemos tener
cuidado de no confundir la sensibilidad con el sentimentalismo porque si no nos
lleva a sólo complacer caprichos. Ser sensibles con los hijos no es
darle diversión, ser sensible con la esposa no es sacarla a comer o llevarla de
compras todos los días, ser sensible con Dios no es solamente ir a la Iglesia. Dejarse
llevar por lo más fácil y cómodo es la muestra más clara de insensibilidad
hacia todo lo que afecta nuestra vida.
Que este tema lo
veamos como una invitación a ser sensibles con lo que pasa a nuestro alrededor,
pero primero empecemos con ser sensibles con nosotros mismos, ya que muchas
veces somos insensibles con nosotros y no nos detenemos a pensar en el rumbo
que le estamos dando a nuestra vida, pensamos poco en cambiar nuestros hábitos
para bien, casi nunca hacemos propósitos de mejorar, fácilmente nos dejamos
llevar por el ambiente de los amigos o del trabajo sin ponernos ningún límite,
trabajamos desmedidamente o dedicamos mucho tiempo a la diversión personal.
Luego
nos enfocamos en buscar de donde proviene el problema sin darnos cuenta que el
problema lo tenemos en nosotros mismos.
¡Te das cuenta! La sensibilidad espiritual tiene que ver con un
reconocimiento de hechos. Hay que sensibilizar la mente, las emociones y la
voluntad que comportan el alma de uno. Dios nunca despreciará “al corazón
contrito y humillado”.
Claudia Puac
Novicia MAR
Fuente: https://www.centraldesermones.com/sermones/2085-la-sensibilidad
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