24 DE ABRIL, FIESTA DE LA CONVERSIÓN DE NUESTRO PADRE SAN AGUSTÍN
¡Tarde te amé, hermosura tan
antigua y tan nueva, tarde te amé!
La familia agustiniana celebramos hoy la fiesta de la
conversión de nuestro padre San Agustín, es decir, fecha en que recibió su
bautismo durante la vigilia pascual del año 387, en la noche del 24 al 25 de
abril, en manos de San Ambrosio, obispo de Milán.
Antes de ser bautizado tuvo la conversión total y
definitiva en la escena del jardín, a finales de agosto o a principios de
septiembre del año 386, en Milán.
Se encontraba en una lucha interior, se decía: «Este es el
momento, ahora ha de ser», quería dejar la dulzura de la vida presente y
aferrarse a la eterna, pero por otro lado
las pasiones lo incitaban a seguir gozando de ellas.
Tendido debajo de una higuera, se echó a llorar con la más
profunda amargura de su corazón contrito. Luego oye una voz que le decía con
frecuencia ¡Toma, lee! ¡Toma, lee! Agarró la Biblia y leyó en Romanos 13,13-14 «Comportémonos con decencia, como se
hace de día: nada de banquetes y borracheras, nada de prostitución y vicios,
nada de pleitos y envidias, más bien revístanse del Señor Jesucristo, y no se
dejen arrastrar por la carne para satisfacer sus deseos. »
Después de haber leído este texto, como si una luz de
seguridad se hubiese difundido en su corazón, se disiparon todas las tinieblas
de la duda.
Pidamos en este día, su intercesión para que nosotros cada
día podamos ir haciendo pequeñas
conversiones en nuestra vida. Sabemos que no es fácil, que hay resistencia,
pero que Dios nos ayude como lo hizo con San Agustín para encontrarnos con Él
que es nuestra única verdad.
Que esta fiesta sea motivo de desear cambiar en nosotros
lo que no está bien ya que honraremos su conversión, modelando nuestras vidas con su ejemplo.

Que este sea nuestra esperanza en nuestra búsqueda de cada
día.
Claudia
Puac
Novicia
MAR
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