LA FAMILIA ESTÁ LLAMADA A SER “SACRAMENTO”
Hablar de la familia como la primera comunidad donde nos
formamos es adentrarnos en un tema bastante amplio y rico para reflexionar,
sobre todo si se tiene de modelo a Jesús como el “Buen Pastor”
Ciertamente esta propuesta es un desafío cuando vemos que
la sociedad busca más su “libertad” que comprometerse con alguien para toda la
vida, sin embargo, no podemos generalizar, son muchas las familias que lo
entregan todo y que realmente llegan a ser un SACRAMENTO.
Es importante señalar que “la familia ha de ser misionera
para ser cristiana”, es decir, ante todo debe asumir con responsabilidad
ciertos compromisos que como cristianos tienen, es por esto, que aquí podríamos
preguntarnos: ¿Cuál
es el papel misionero de la familia en la Iglesia?
Ante todo dejarse
transformar por Dios, un Dios que ama, que consuela, que anima y que sin duda
camina día a día con ellos. Se necesitan familias que sepan trascender las
dificultades y las crisis propias, para que realmente empiecen a transpirar el
olor de Cristo.
Otro punto importante
es estar sensibles a la presencia real de Jesús, presencia que se manifiesta en
cada detalle, especialmente en los más pequeños. Sólo de esta manera pueden
llegar a ayudar a descubrir dicha presencia en la vida de las demás personas.
· Tener la capacidad de
salir de su zona de “confort” para llevar la palabra de Dios donde no la
conocen o donde simplemente la han dejado atrás porque no le encuentran
sentido.
Pero para lograr todo esto, la familia en primer lugar
debe sentirse llamada por Dios, por aquel que los amó primero, por aquel que
nunca se va aunque a veces se caiga en infidelidad.
Me llama la atención aquellas familias que con solo
mirarlas de lejos ya te hablan de Dios, pues tienen algo especial, algo que los
caracteriza, algo que sin buscarlo sale de ellos y que sin duda alguna es la
presencia de Dios en sus ojos y en su actuar.
Y ahora podríamos preguntarnos ¿con esto es suficiente?
¡No! Se necesita un poco más, se necesita que las familias sean arriesgadas,
que no entren en mutismo, que sean capaces de anunciar todo lo que Dios ha
hecho en sus vidas, que estén disponibles para ayudar al hermano y que poco a
poco desde su vocación de familia vayan viviendo con compromiso las Bienaventuranzas.
Se necesitan familias que promuevan el pensamiento: ¡Familia, sé lo que eres!,
sé testimonio de la presencia viva de Dios y anúncialo con todo lo que haces,
dices y piensas.
Por eso, es importante que en la familia le pida al Señor
docilidad y disponibilidad, ante todo para formarse y nutrirse de bases sólidas
y la fe y en la evangelización y de esta manera ser verdaderos anunciadores,
para que de la mano de Jesús y de María transformen la vida de los demás con el
anuncio del evangelio.
Ser "Iglesia doméstica" que
acoge, vive, celebra y anuncia la Palabra de Dios, es santuario
donde se edifica la santidad y desde donde
la Iglesia y el mundo pueden ser santificados"
(FC 55).
Wenderlyng Reyes
Novicia MAR
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