Conociéndonos
Ver
a las jóvenes formandas y percibir y escuchar sus deseos de entrega al Señor,
llena de esperanza. Con su creatividad, día a día nos van sorprendiendo
animando en el camino.
Percibir
en las mayores su deseo de apoyar la formación, de disfrutar las iniciativas de
las jóvenes o las propuestas de la maestra, ha sido muy alentador.
Poder
disfrutar los espacios comunitarios : la oración, la lectio divina, las refecciones,
la lectura y las recreaciones, con mayor calma y profundidad llena el corazón y
nos ayuda a renovar la entrega.
Hay
ambiente de silencio por el estudio y la reflexión, pero a la vez se comparte
bastante en comunidad. Las comidas, la lectura y las recreaciones son espacios
de comunicación y escucha.
Necesariamente
uno se pregunta. ¿Qué es la formación? ¿Cuándo termina? Y nos sentimos en
camino porque sabemos que estamos llamadas a identificarnos con Cristo, a tener
los mismos sentimientos que tuvo Jesús. Y eso es trabajo de toda la vida.
Como
Misioneras Agustinas Recoletas, sabemos que nuestro carisma es un don para la
Iglesia, y a la vez una tarea con el compromiso de vivirlo de forma creativa en
el hoy, mostrando que creemos en el Padre misericordioso.
La
historia de la congregación nos anima a confiar y luchar como lo hicieron
Monseñor Ochoa y nuestras hermanas Esperanza, Ángeles y Carmela.
El
trabajo en el barrio, con la catequesis, la infancia misionera y las visitas a
las familias, dan a las jóvenes elementos para su futura vida misionera y
apostólica y nos ayuda a sentirnos en medio de un pueblo sencillo y necesitado
que comparte su fe, alegrías y tristezas y espera una actitud de acogida,
escucha y amor como lo haría el Señor.
La
Palabra orada y compartida con frecuencia nos llama a la conversión, a mirar
qué hay en nosotras, no acorde a lo que Dios quiere y a ponerlo ante el Señor
con el deseo sincero de cambio.
Recordamos
con frecuencia que Dios llama, actúa y da la gracia, pero que la primera responsable
de su formación es la propia persona, en su deseo de responder con fidelidad a
Dios, en su deseo de ser sincera y leal con ella misma. Hay medios, pero de
nada serviría si no estamos empeñadas en querer, buscar y actuar como Dios
quiere, mirándolo a Él como la razón de nuestra vida.
Solo
Dios sabe a quién llama, quien quiere que sea Misionera Agustina
Recoleta. Nuestro trabajo es proporcionar los medios y a todas nos corresponde
orar para que las decisiones de las formandas y de sus superioras, sean
acertadas.
Sigamos
pidiendo al dueño de la mies, envíe operarios a sus campos.
Elsa Gómez
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