San Alipio, patrono de nuestros recreos comunitarios**
Precisamente ayer, día en que
celebrábamos su memoria, preparó para nosotras una velada muy especial en la
que con cantos, dinámicas y hasta un improvisado “amigo secreto” nos animó a
reconocer la importancia de la vida comunitaria.
La actividad inició con un canto
de saludo que nos ayudó a entrar en sintonía con la celebración. Luego se
invitó a cada hermana a reconocer y expresar en una acción de gracias el bien
que la comunidad ha hecho a su vida y
los aportes de cara al seguimiento de Cristo;
se agradeció, entre otras cosas, la riqueza de la interculturalidad, la
ampliación de criterios surgida de la confrontación de ideas; la acogida, el
aprender de la otra, el apoyo en el crecimiento, la humanización, la alegría y
la apertura a las nuevas experiencias.
Ese gesto, que de alguna forma se
extendía a cada una de las misioneras agustinas recoletas alrededor del mundo,
se vio después concretizado y personalizado en el juego del “amigo secreto”: se
sortearon los nombres de las hermanas y
cada una debía crear una tarjeta para regalarla a quien le correspondió.
La creatividad fue impresionante, junto
a las palabras que reflejaban el hondo
sentir de nuestro corazón.
Después de realizar la entrega de
la tarjeta comentamos qué nos había parecido la dinámica. Era sorprendente
darnos cuenta de que partiendo de los mismos materiales cada tarjeta tenía un
sello distinto. Así es para nosotras la vida comunitaria, somos un grupo de
mujeres movidas por un mismo Amor, Jesús, donde cada una aporta los dones que
Dios le ha dado de una forma única y peculiar que nos ayuda a caminar con “una
sola alma y un solo corazón dirigidos hacia Dios”.
Las tarjetas
La Hna. Cecilia mostrando su regalo
Creando...
**Claro está que siempre se vale de una que otra hermana para animar
nuestros encuentros.
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