PARALELISMO DEL LIBRO DEL PROFETA EZEQUIEL (1-3,11), CON MI VOCACIÓN.
Capítulo 1

Para
mí el estar deportada, significa no tener identidad, vivir de alguna manera sin
sentido. De esta manera viví la mayor parte de la adolescencia, entre
fiesta, amigos, faltando a clases.
Estaba realmente alejada de Dios, es más casi sin pensar en Él. Una vida vacía
del amor divino, al menos de mi parte, pues el Señor siempre tiene sus medios
para seguir buscando.

En esta búsqueda de identidad, el Señor
me tenía ya un plan, sin que yo quisiera del todo, mi mamá me inscribió a un
curso de Confirmación para adultos, ahí fue que sentí sobre mí la mano amorosa
del Padre.

1:8 Por debajo de sus alas, aparecían unas manos de hombre, sobre los cuatro costados; los cuatro seres tenían rostros y alas.
1:9 Sus alas se tocaban una a la otra, y ellos no se volvían cuando
avanzaban: cada uno iba derecho hacia adelante.
1:10 En cuanto a la forma de sus rostros, los cuatro tenían un rostro de hombre, un rostro de león a la derecha, un rostro de toro a la izquierda, y un rostro de águila.
1:10 En cuanto a la forma de sus rostros, los cuatro tenían un rostro de hombre, un rostro de león a la derecha, un rostro de toro a la izquierda, y un rostro de águila.
1:18 Las cuatro ruedas tenían
llantas, y yo vi que las llantas estaban llenas de ojos, en todo su alrededor
Y es aquí donde comencé a experimentar
la presencia de Dios en mi vida, al menos de una manera consciente. En la
visión de Ezequiel, él menciona los
símbolos de los evangelistas y bueno mi parroquia de origen lleva por
nombre San Mateo Tlaltenango, donde
ahora yo me convierto en buscadora de Dios, mediante la pastoral en catequesis,
jóvenes, liturgia… un poco de todo pero en el fondo sabía que el Señor quería
algo más de mí. Dentro de esta etapa de mi vida resalto esos ojos en las ruedas
de la visión de Ezequiel, simbolizan para mí a un Dios que ama, cuida, protege,
desconcertante pero siempre fiel.

1:27 Entonces vi un fulgor como de electro, algo así
como un fuego que lo rodeaba desde lo que parecía ser su cintura para abajo; vi
algo así como un fuego y una claridad alrededor de él:
1:28 como el aspecto del arco que aparece en las
nubes los días de lluvia, así era la claridad que lo rodeaba. Este era el
aspecto, la semejanza de la gloria del Señor.
Al verla, caí con el rostro en tierra y oí una voz que hablaba.
En ese enamoramiento vi el arco de la
alianza, donde el Señor me decía tú serás mi pueblo y yo seré tu Dios, ¡qué
alegría! ya no estaba viviendo el destierro, ya había encontrado lo que me
faltaba.
Comienza dentro de mí un movimiento de
360º; quería solo estar con el Amado y resonó en mi interior la palabra
religiosa. Cuando vi por primera vez a las MAR, me impactaron, es más aún
recuerdo perfectamente esta imagen: la Hna. Ana Rosario Martínez y la Hna. Sandra Maldonado, ¿cómo es que se
veían tan bonitas?, mi corazón palpitaba con fuerza y fue entonces que me caí
rostro en tierra, pues el miedo a este estilo de vida me paralizó, negando lo
que sentía.
Capítulo 2

2:2 Cuando me habló, un espíritu entró en mí y me hizo permanecer de pie, y yo escuché al que me hablaba.
2:3 Él me dijo: Hijo de hombre, yo te envío a los israelitas, a un pueblo de rebeldes que se han rebelado contra mí.
Pero aun cuando más miedo tenía, el
Espíritu de Dios me ayudó a levantarme, con la gracia de Dios empecé a buscar a
las MAR, sin saber su nombre, entonces las busqué por el hábito indagando
en internet hasta que por fin las
encontré. Mandé un correo a la página y
un mensaje al celular y esa misma semana ya estaba en contacto con ellas.
Así comienza un camino en el cual poco
a poco fui descubriendo lo que Dios quería de mí; él me enviaba, me llamaba a
ser su profeta, a ser solamente de Él, en plenitud.
Sin embargo el camino no era fácil, es
un camino de renuncia, de dificultad, pero eso sí lleno del amor de Jesús.

El Señor me decía que no tuviera miedo,
pero yo aun así con miedo y todo ingresé a la Congregación, pues estaba segura
que Dios estaba conmigo “No permitirá que resbale tu pie, tu guardián no
duerme; no duerme ni reposa el guardián de Israel.”(Sal 120).

2:9 Yo miré y vi una mano extendida hacia mí, y en ella había un libro enrollado.
2:10 Lo desplegó delante de mí, y estaba escrito de los dos lados; en él había cantos fúnebres, gemidos y lamentos.
El Señor no abandona, te capacita para
la misión que te encomienda, desde su Palabra, el silencio, la soledad. Esto es
lo que ha ido haciendo en mí a través de la formación; es necesario ir podando
cosas y Dios es el hortelano, es doloroso pero el Señor me sostiene, me
consuela, y me cubre con sus brazos.
Capítulo
3

3:3 Después me dijo:
Hijo de hombre, alimenta tu vientre y llena tus entrañas con este libro que yo
te doy. Yo lo comí y era en mi boca dulce como la miel.
3:10 Él me dijo: Hijo de
hombre, recibe en tu corazón y escucha atentamente todas las palabras que yo te
diré;
3:11 después, dirígete a
tus compatriotas que están en el exilio y háblales. Sea que te escuchen o que
se nieguen a hacerlo, les dirás: "Así habla el Señor".
La Palabra, la Voz del Señor es así
dulce como la miel, a veces se me ha tornado amarga pero es porque no siempre
puedo hacer lo más fácil o lo que me gusta, hacer la voluntad del Señor no es
fácil, pero en esto es en lo que estoy trabajando desde el corazón, acogiendo
en mi persona lo que Él quiere, pues es ahí donde está la verdadera felicidad,
a su lado en la continua oración, adhiriéndome plenamente, totalmente a mi
amado Jesús.
Miriam Viviana Horta Colín. Novicia MAR
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