Vocación del profeta Samuel
Samuel, que significa “Dios escucha”, es justamente la respuesta
a la súplica confiada de Ana, su madre, estéril hasta que Dios interviene; así también sucede con la historia del pueblo de
Israel, nación a la Dios ama pero que no produce los frutos de la alianza sino
que se encuentra sumida en la infidelidad y la decadencia religiosa. La vida floreciente del
adolescente Samuel, representa una época nueva de la Historia de la Salvación
para el pueblo, puesta a prueba, por decir,
cuando se inicia el período de la monarquía.

Es un relato que sin duda mueve, de manera especial cuando
empezamos a orientarnos a una vocación específica, sin embargo, confesando con
San Agustín que Dios y su Palabra es la “Hermosura tan antigua y tan nueva” que
impacta la vida de los sencillos, este relato vocacional y toda la Palabra se
convierte en una luz para el camino de la respuesta del día a día.
Reflexionando y meditando este pasaje frente a Jesús Eucaristía
en la hora Santa que solemos vivir todos los jueves encomendando a Dios todas las
vocaciones y también la nuestra, descubría algunas luces para el seguimiento
fiel y amante:
“Samuel estaba acostado en
el santuario del Señor, donde estaba el arca de Dios”: Es interesante el lugar donde reposa
el profeta; su corazón descansa junto a Dios, representado por el arca de la
alianza. Es en este lugar donde Dios
hablará; sin duda llama a permanecer cerca de Dios, en ocasiones al pie del
Sagrario y en otras en las realidades cotidianas pero en tónica de permanecer
en sintonía del que “habla” siempre, aún en el silencio. Aunque Dios está presente en todo lugar, no
todas las circunstancias nos permiten adentrarnos en su silencio.
“El Señor llamó: ¡Samuel,
Samuel!”:
Versículos anteriores, dice: “La palabra del Señor era rara en aquel tiempo” y
sin embargo Dios llama a Samuel por el
nombre. Él irrumpe la cotidianidad, el
silencio que vive el pueblo, para llamar a partir de nuestra identidad profunda.
La llamada personalizada es capaz de
despertarnos del sueño, de la pasividad.
Dios sabe que posiblemente no atendamos a través de los apodos,
silbidos, por lo que, amándonos y conociéndonos mejor que nadie, sigue
llamándonos de manera personal para anunciar en la comunidad que Dios nunca
calla.
“El Señor volvió a llamar
por tercera vez. Samuel se levantó y fue
a donde estaba Elí”: Reconocer
a Dios como el Padre Dadivoso, buscador del hombre, es recocer su insistencia,
la prolongación de su amor durante toda nuestra vida; las tres llamadas son
sinónimo de la continua invitación a compartir la vida con Él. Cautiva de manera especial como el joven
Samuel obedece y atiende por tercera vez a la voz de Dios, no desatiende sino
que se pone en pie. Necesitamos esta
actitud, este don, para responder a la búsqueda de Dios con apasionada
confianza y obediencia todos los días… en todas las circunstancias.
“Samuel respondió: Habla,
que tu servidor escucha”:
En el versículo siete, el autor comparte que Samuel no conocía todavía al
Señor. “Todavía” no, porque Dios tomando la iniciativa se le
revelará, y aquí es fundamental reconocer que no se conoce a una persona si no
se le escucha. Lo verdaderamente real,
profundo del otro llega a mí cuando me
abro a su persona en la escucha atenta… no es lo de fuera lo esencial, sino lo
de dentro. Para profundizar en Dios que viene a mí, que constantemente se
entrega por amor a mí, es necesario escucharle, crecer en caer en la cuenta de
Quién es el que nos llama, habla, ama…
En síntesis, este relato vocacional, ilumina mi seguimiento como
discípula, recordando lo esencial que es la oración fiel, es decir el ejercicio
de amar.
Ésta es la respuesta al amor de Dios en mi vida, es un don que
está dispuesto a colocar en nuestros corazones, es en la relación en la que nos
conocemos y le conocemos, donde aprendemos a relacionarnos desde lo que somos
con profundidad; es la escuela de aprender a amar y responder a su voz todas
las veces que llame, es la escuela de la escucha que renovará nuestra respuesta
ya consciente: “Aquí estoy; vengo porque
me has llamado”.
Brenda Ovalle Hernández, Novicia MAR
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