SINTESÍS DE LA CONSTITUCIÓN SACROSANCTUM CONCILIUM
SOBRE LA SAGRADA LITURGIA
El Sacrosanto
Concilio propone una renovación en la liturgia en especial dentro del rito
latino; los verbos utilizados en el proemio (acrecentar, adaptar, promover,
fortalecer) comparten el deseo de una reforma y fomento que nos lleve a ser iglesia hoy.
Por medio de la
liturgia en especial por el sacramento Eucarístico se da la Redención de la
Iglesia, esta debe ser instrumento que nos lleve a ser testimonio en hechos y
palabras de una vida escondida en Cristo y que busca e invita en última instancia a la unidad.
En este
documento se proponen algunos principios y normas que han ayudado y ayudan a la reforma y fomento de la liturgia, estos
principios se enfocan de forma especial al rito latino.
“…el sacrosanto Concilio, ateniéndose fielmente a la tradición,
declara que la Santa Madre Iglesia atribuye igual derecho y honor a todos los
ritos legítimamente reconocidos y quiere que en el futuro se conserven y
fomenten por todos los medios. Desea, además, que, si fuere necesario, sean
íntegramente revisados con prudencia, de acuerdo con la sana tradición, y
reciban nuevo vigor, teniendo en cuenta las circunstancias y necesidades de hoy.”[1]
I. NATURALEZA DE LA SAGRADA LITURGIA Y SU IMPORTANCIA EN LA VIDA
DE LA IGLESIA
“…en
Cristo se realizó plenamente nuestra reconciliación y se nos dio la plenitud
del culto divino.”[2]
Jesús Ungido por el
Espíritu Santo como “médico corporal y espiritual”, es el auténtico Liturgo,
Sacerdote Eterno, Ofrenda y Oferente, nos lleva a la verdadera glorificación de
Dios, lo ha hecho por medio de su Pasión, Muerte, Resurrección y Ascensión.
"Con
su Muerte destruyó nuestra muerte y con su Resurrección restauró nuestra vida.
Pues del costado de Cristo dormido en la cruz nació "el sacramento
admirable de la Iglesia entera".
Dentro del envío que le dio Jesús a los apóstoles se incluye el
ir a realizar el plan de salvación, por medio del sacrificio y los sacramentos,
alrededor de los que se da la liturgia.
“…por
el bautismo, los hombres son injertados en el misterio pascual de Jesucristo:
mueren con Él, son sepultados con Él y resucitan con Él; reciben el espíritu de
adopción de hijos "por el que clamamos: Abba, Padre" (Rom., 8,15) y se
convierten así en los verdaderos adoradores que busca el Padre. Asimismo, cuantas veces comen la cena
del Señor, proclaman su Muerte hasta que vuelva.”[3]
La Iglesia se ha mantenido celebrando la Palabra y la Eucaristía, en donde se renueva el triunfo ante la muerte
y a la vez, es acción de gracias, vivida con la ayuda del Espíritu Santo.
Por medio de la
celebración litúrgica terrena participamos en la celestial, hacia la que
caminamos, en unión con los santos y con
la esperanza en la manifestación de
Jesucristo.
La Iglesia reconoce la
necesidad de misión fuera y dentro, por lo tanto la liturgia no es la única
actividad que se realiza en la comunidad eclesial; para que los hombres lleguen
a la liturgia es necesario que escuchen el llamado a la fe y la conversión y lo
alimenten.
En la liturgia nos nutrimos, renovamos, fortalecemos de la gracia divina para poder ir hacia Dios,
por eso decimos que la liturgia es:
“…la
cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y al mismo tiempo la fuente
de donde mana toda su fuerza.”[4]
Para vivir en plenitud la liturgia es necesario disponerse con
recta disposición de ánimo, poner el alma en consonancia con la voz y colaborar
con la divina gracia, para no recibirla en vano.
“Cuando oráis a Dios con salmos e himnos, que sienta el corazón
lo que profiere la voz”[5]
La gran misión en todo este documento encargada a los pastores
de la Iglesia es a procurar que los fieles participen consciente, activa y
fructuosamente.
Además de la liturgia un fiel cristiano debe alimentar su vida
interior con la oración personal y las prácticas piadosas, que deben ir en
consonancia con los tiempos litúrgicos.
II NECESIDAD DE PROMOVER LA EDUCACIÓNLITÚRGICA Y LA
PARTICIPACIÓN ACTIVA.
Para una participación plena y activa de todos los fieles en la
liturgia, es necesaria su formación, pero para esto primero es necesaria la
educación litúrgica del clero; por lo tanto se estableció lo siguiente:
1.
“Los profesores
que se elijan para enseñar la asignatura de sagrada Liturgia…deben formarse a
conciencia para su misión en institutos destinados especialmente a ello.”
2.
“La asignatura
de sagrada Liturgia se debe considerar entre las materias necesarias y más
importantes en los seminarios y casas de estudio de los religiosos, y entre las
asignaturas principales en las facultades teológicas…los profesores de las
otras asignaturas…procurarán exponer el misterio de Cristo y la historia de la
salvación, partiendo de las exigencias intrínsecas del objeto propio de cada
asignatura …de modo que quede bien clara su conexión con la Liturgia y la
unidad de la formación sacerdotal.”
3.
“En los
seminarios y casas religiosas, los clérigos deben adquirir una formación
litúrgica de la vida espiritual, por medio de una adecuada iniciación que les
permita comprender los sagrados ritos y participar en ellos con toda el alma…
aprendan al mismo tiempo a observar las leyes litúrgicas, de modo que en los
seminarios e institutos religiosos la vida esté totalmente informada de
espíritu litúrgico.”
4.
“A los
sacerdotes, tanto seculares como religiosos…se les ha de ayudar con todos los
medios apropiados a comprender cada vez más plenamente lo que realizan en las
funciones sagradas, a vivir la vida litúrgica y comunicarla a los fieles a
ellos encomendados.”
5.
Los sacerdotes han de colaborar con diligencia y paciencia en la
educación y participación de los fieles según su contexto, no solo de palabra
sino con el ejemplo.
6.
“Las
transmisiones radiofónicas y televisivas de acciones sagradas, sobre todo si se
trata de la celebración de la Misa, se harán discreta y decorosamente, bajo la
dirección y responsabilidad de una persona idónea a quien los Obispos hayan
destinado a este menester.”
III. REFORMA DE LA SAGRADA LITURGIA
En busca de una participación plena, activa y comunitaria del
pueblo, teniendo en cuenta que la Liturgia tiene una parte inmutable pero
también otras que están sujetas a cambio en el Concilio de proponer una reforma
general de la Liturgia, en la que textos y ritos se deben ordenar según su
sentido profundo de forma asequible,
clara y comprensible.
Se establecieron las siguientes normas:
A) Normas Generales
v La regulación de
la Liturgia le compete a la Santa Sede y al Obispo, a las competentes asambleas
territoriales de Obispos de distintas clases, legítimamente constituidas; nadie
cambie cosa alguna por iniciativa propia.
v Cualquier cambio
debe ser precedido por una investigación concienzuda teológica, histórica,
pastoral, no solo se toma en cuenta las leyes generales de la estructura y
mentalidad litúrgica, sino también la experiencia adquirida con la reforma
litúrgica y con los indultos concedidos en diversos lugares.
v La Palabra de
Dios penetra con su espíritu toda la Liturgia y de ella reciben su significado
todas las acciones y los signos.
v Se indica la
revisión de los libros litúrgicos, valiéndose de peritos y consultando a los
obispos de diversas regiones del mundo.
B) Normas derivadas
de la índole de la liturgia como acción jerárquica y comunitaria.
v La dimensión
comunitaria de la liturgia ha de ser muy tenida en cuenta, pues
“Las acciones litúrgicas no son acciones privadas, sino
celebraciones de la Iglesia, que es "sacramento de unidad", es decir,
pueblo santo congregado y ordenado bajo la dirección de los Obispos.”[6]
v Por lo que se
invita a preferir las acciones litúrgicas con asistencia y participación activa
de los fieles, antes que las individuales y casi privadas.
v Los fieles y los
ministros realizarán en las celebraciones todo y aquello que les corresponde
por la naturaleza de la acción y las normas litúrgicas, hacerlo con sincera
piedad. Para lo que es imprescindible la formación a profundidad de los
servidores litúrgicos.
v “Para promover la participación activa se fomentarán las
aclamaciones del pueblo, las respuestas, la salmodia, las antífonas, los cantos
y también las acciones o gestos y posturas corporales. Guárdese, además, a su
debido tiempo, un silencio sagrado.”[7]
v Esta
participación se tomará en cuenta en las rúbricas de los libros litúrgicos,
v “…no se hará acepción de personas o de clases sociales ni en las
ceremonias ni en el ornato externo.”[8]
C) Normas derivadas
del carácter didáctico y pastoral de la
liturgia.
“Cristo Ora por nosotros como sacerdote nuestro; ora en nosotros
como cabeza nuestra; a Él se dirige nuestra oración como a Dios nuestro.
Reconozcamos, por tanto, en Él nuestras voces; y la voz de Él, en nosotros”[9]
“…no sólo cuando se lee "lo que se ha escrito para nuestra
enseñanza" (Rom., 15,4), sino también cuando la Iglesia ora, canta o
actúa, la fe de los participantes se alimenta y sus almas se elevan a Dios a
fin de tributarle un culto racional y recibir su gracia con mayor abundancia.
Por eso, al
realizar la reforma hay que observar las normas generales siguientes: “[10]
v En miras a la
mejor comprensión de los ritos en la Liturgia, estos han de: ser sencillos,
breves, claros, evitar repeticiones inútiles; adaptados a la capacidad de los
fieles, sin la necesidad de muchas explicaciones.
v Para mantener la
claridad entre la Liturgia y la Palabra:
1)
Las lecturas en las celebraciones deben ser más abundantes,
variadas y apropiadas.
2)
Indicar el lugar más apto para el sermón en las rúbricas, la
predicación ha de cumplirse con la mayor exactitud y fidelidad, teniendo como
fuente la Palabra y la Liturgia.
3)
La utilización de moniciones en los momentos más convenientes de
la celebración en miras a la catequesis litúrgica del pueblo.
4)
“Foméntense las
celebraciones sagradas de la palabra de Dios en las vísperas de las fiestas más
solemnes, en algunas ferias de Adviento y Cuaresma y los domingos y días
festivos, sobre todo en los lugares donde no haya sacerdotes, en cuyo caso debe
dirigir la celebración un diácono u otro delegado por el Obispo.”[11]
En cuanto a la
lengua litúrgica:
v Se conserva la
lengua latina salvo algún caso particular, sin embargo se podrá dar mayor
cabida a la lengua vernácula, ante todo en las lecturas y moniciones, en
algunas oraciones y cantos. Los obispos y la Santa Sede están encargados de
regular la utilización de la lengua vernácula en la Liturgia de igual manera
que de la traducción del texto latino.
D) Normas para
adaptar la liturgia a la mentalidad y tradición de los pueblos.
v En la revisión
de los libros litúrgicos se admitirán variaciones y adaptaciones legítimas a los
diversos grupos, regiones, pueblos, especialmente en misiones. El Obispo será
el encargado de determinar las adaptaciones dentro de los límites, en especial
en lo relacionado a la administración de los sacramentos, los sacramentales,
procesiones, lengua litúrgica, música y arte sagrado.
v Se reconoce que
hay lugares en los que es necesaria una adaptación más profunda por lo que el
Obispo ha de considerar con solicitud y prudencia lo que se puede tomar de las
tradiciones y genio de cada pueblo para incorporarlos al culto divino, con el
consentimiento de la Santa Sede; se realizarán experiencias previas en algunos
grupos preparados, por un tiempo determinado; y las adaptaciones han de ser
realizadas con la colaboración de expertos en misión y liturgia.
IV.
FOMENTO DE LA VIDA LITÚRGICA EN LA DIÓCESIS Y EN LA PARROQUIA.
“El
Obispo debe ser considerado como el gran sacerdote de su grey, de quien deriva
y depende, en cierto modo, la vida en Cristo de sus fieles.”[12]
Ha de apreciarse la vida litúrgica de la Diócesis, en especial
en la Catedral y de aquí se desprende el compromiso con cada parroquia en las
que:
“Hay
que trabajar para que florezca el sentido comunitario parroquial, sobre todo en
la celebración común de la Misa dominical.”[13]
APROPIACIÓN
Acercarme a este
documento me confirma el deseo de la Iglesia de apertura a la acción del
Espíritu Santo, pues a Dios es imposible encasillarlo en formas, se hace más
rica la experiencia de celebrar como familia cuando todos ponemos de lo
nuestro, de lo que en definitiva Dios ha puesto en cada uno; es una muestra de la búsqueda de que todos
celebremos y vivamos como Iglesia la Liturgia. Me invita a respetar y valorar
cada cultura, darle el justo sentido a la Liturgia en mi vida como novicia y
próximamente como consagrada y buscar
profundizar cada vez más en la formación, para que lo compartido en la misión
tenga sentido.
Te doy Gracias Dios Padre, Hijo y Espíritu por movernos como
Iglesia, que nunca seamos sordos a tus admoniciones, que nuestra vida sea alabarte
como familia, como cuerpo, no permitas entre nosotros (Iglesia) élites, danos
corazones humildes y sencillos. Amén.
Karen Polanco, Novicia MAR
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