LECTIO DIVINA: 2º DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (C), Juan 2,1-12
“Haced todo lo que Él os diga”
Compartimos el link del audio de la Lectio Divina: No tienen vino. Haced lo que Él os diga.
Invocación al Espíritu Santo
Señor Jesús, Tú que en las bodas de Caná
mostraste tu misericordia, te pedimos que nos envíes la luz del Espíritu Santo
para que nos ayude a discernir tu Palabra y nos de la capacidad de ser un signo
de conversión en nuestras comunidades y nos de la fortaleza y la capacidad para
ayudar a nuestros hermanos.
Lectura: Juan 2,1-12
Despejemos nuestra mente y abramos el corazón para escuchar la palabra de Dios
que se nos presenta a continuación.
1-¿Qué dice el texto?
Este relato de las
Bodas de Caná es el primero de los siete signos que realizó Jesús y que nos
describe el Evangelio según san Juan en los capítulos del 2 al 12 (incluido),
por eso se llama el Libro de los signos.
Junto a los signos
milagrosos, el evangelista ha descrito una serie de discursos, diálogos y
debates que constituyen el sentido teológico de la enseñanza de Jesús. Cada
episodio tiene su contenido doctrinal, que debemos captar. Es decir que cada
signo encierra una parte narrativa y otra parte discursiva, que es la
catequesis que explica el sentido de la acción o signo milagroso.
1. Tres días
después, hubo una boda en Caná de Galilea (v. 1)
v El evangelista va contando los días de la manifestación de Jesús.
Ver: 1, 29, 35 y 43. Con esta referencia de datos, se completa una semana. Y
este modo de narrar quiere decir que queda formada una semana. Por tanto, con
la frase tres días después, se nos dice que comienza un tiempo nuevo. Como la
creación (según narra el Génesis) se realizó en seis días, y el séptimo
descansó el Creador, así ahora, va a comenzar en Jesús la nueva creación.
v La imagen de la boda también nos hace referencia al nuevo tipo de
relaciones entre Dios y el pueblo, a semejanza de un matrimonio, como ya lo
describió el profeta Oseas. Señala, pues, la actuación de Jesús, el tiempo de
las relaciones íntimas entre Dios y su pueblo.
v La boda de Caná es signo de las bodas de la sangre de Cristo, el
verdadero Esposo. La mejor imagen del Reino de Dios es la del banquete de
bodas, donde la comida es exquisita y la fiesta es contagiosa. Y es una boda en
la que todos participan: Jesús, invitado principal, su madre María, los
discípulos, parientes y amigos. Dios se revela desde la vida misma, a través de
los acontecimientos humanos. Para el discípulo de Jesús, la vida es una fiesta
continua en la cual las relaciones son de amor y de servicio.
2. Había allí
seis tinajas de piedra (v, 6)
v Las tinajas eran de piedra, no de barro, que era lo común. Se
quiere destacar que la piedra no era un elemento que se dejaba contaminar por
la impureza legal. Esto quiere decir que Jesús trae la pureza total, basada no
en el cumplimiento de la ley, sino en la fe en su persona. Dios salva al
hombre, no por el cumplimiento de la ley, sino mediante la fe en Jesucristo
(Gal 2, 16).
v Y las tinajas eran seis, siete menos uno. En la Biblia, el siete es
un número perfecto. La ley antigua era imperfecta y debía dar paso al vino
excepcional y abundante de los nuevos tiempos mesiánicos.
v No les queda vino (y. 3). La advertencia es de María, la Madre, que
intuía la necesidad de una salvación más completa, que traería su Hijo Jesús.
3. Mi hora aún
no ha llegado (v. 4)
v La hora señalada por Jesús no es la hora de hacer milagros, sino la
hora de su pasión y muerte. Es la hora en que Jesús está cumpliendo totalmente
la voluntad del Padre. Y para realizar plenamente el plan del Padre, Jesús no
quiere, de ninguna manera, distanciarse de su voluntad.
v A su madre María, Jesús le llama mujer. Como así le llamará en el
momento supremo de la cruz. Pretende Jesús sacar la escena del ámbito
estrictamente familiar. Así Jesús indica que los lazos de la nueva familia de
Dios son más fuertes que los de la sangre; “mi madre y mis hermanos son los que
escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica (Lc 8, 21)”.
4. Tú has
reservado el mejor vino hasta ahora (v. 10).
v El vino generoso y el mejor lo brinda el mismo Jesús; entonces, por
medio del signo milagroso, y siempre, pues nos invita al banquete del Reino y
hace posible que vivamos complacidos y salvados.
v Los nuevos tiempos, los tiempos mesiánicos, se abren con este vino
nuevo y generoso que nos trae Jesús, uniendo a María, la Madre, que ruega
humildemente a su Hijo y que participará totalmente cuando llegue la hora
suprema de la entrega al Padre por la salvación de todos.
v Así Jesús manifiesta su gloria y sus discípulos creen en El (y.
11). Es el primer fruto que Jesús realiza por medio del signo del agua
convertida en vino.[1]
2.
MEDITACIÓN: ¿Qué me dice a mí la Palabra
de Dios?
El evangelista concluye este relato con una anotación que nos introduce
de lleno en la identidad y en la misión de Jesús: “Así, en Caná de Galilea
Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria y creció la fe de sus discípulos
en él”.
La gloria de Jesús era la gloria misma del Padre y esa es la misma que
debo seguir anhelando. Él no buscaba su propio interés sino el de todos. En
cada momento me siento llamada a seguir
la voluntad del Padre y no la mía; seguir su camino con radicalidad y
coherencia. La fe es un don de Dios que
debo pedirla en la oración. Pero es
también una tarea que implica toda la existencia. Me Invitada a crecer en la fe, anunciarla y dar
testimonio de ella es una tarea que debo seguir
como seguidora de Jesús.
Después de
meditar la palabra de Dios, me hago las siguientes preguntas.
v
¿Cómo
veo la actitud de Jesús al asistir a una boda?
v
¿Qué
me dice a mí la intervención de su madre?
v
¿Cuál
es mi actitud ante la obediencia de los sirvientes?
v
¿Cuál
sería mi actitud si fuera el novio, y si se me acabara el vino?
v
¿Qué
admiro más del signo que hizo Jesús? ¿Soy capaz de ser solidario con el hermano
necesitado?
3. ORACIÓN: ¿Qué
le respondo al Señor?
Gracias Señor por darme y darnos un buen vino de amor en mis miserias; por
darme una comunidad y derramar en ella tus gracias. Me alegra saber que estás presente en mi existencia tanto en mi vida y vocación. En un
momento y en otro quiero hacer lo que tú
me digas, como lo indicó tu Madre.
Perdón Señor por todas las ocasiones que
no he sido coherente con mis palabras y obras, de no saber mirar la necesidad
del hermano y buscando mi propio interés, por no ser fiel en algunos momentos a tus enseñanzas y no hacer lo que Tú nos
pides.
4. CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo interiorizo el mensaje?
Contemplo a un Jesús, que viene a traernos la salvación y, con ella, el
gozo de vivir y de dar sentido a nuestra existencia humana desde el Evangelio. A
María, preocupada por colaborar siempre en el bien de sus hijos, a los
comensales y a los discípulos que van
creciendo en la confianza en Jesús, su Maestro y a mí misma y cada uno de los que se dejan tocar
por Dios buscando el buen vino del amor.
5.
ACCIÓN: ¿A qué me comprometo?
Invitada a repartir y compartir todo lo
que Jesús me va regalando; repartir el vino de su amor entre los hombres. Creer más en los signos que Jesús me regala y hacerlos reflejar
en mí misma; llamada a vivir la alegría y compartirla con nuestro prójimo y el sentido de la vida
con El.
Buscar un diálogo sincero y cercano con
los hermanos de las comunidades
fomentado en la fe y en el amor, tratando de ser hermanos entre los hermanos. Papa Francisco
Santa Isabel
Mojica Mejía
Novicia MAR
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