Lectio Divina Domingo Solemnidad del Corpus Christi- Lucas 9,11b-17.
"Dadles vosotros de comer"
Puedes acceder por medio de este link a la reflexión del Evangelio sonoro de este domingo:
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Jesús
acoge a las gentes: actúa como anfitrión de aquellos a quienes invita al
banquete. Su acogida previa al banquete, tiene dos aspectos: la “Palabra acerca del Reino de Dios” y la “atención a los necesitados”. Su acogida consiste en la Palabra que sana y habilita para
comer junto a El. Ella tiene el poder de resucitar y de admitir al banquete de
la vida. Esta expresión perfecta de su misericordia se hace alegría, banquete y
danza en el capítulo 15. Es la acogida previa a la celebración eucarística.
Jesús me/nos acoge cada día “porque es
eterna su misericordia”. Jesús nos regala su alimento, su vida, su presencia
misteriosa en la Eucaristía y en su encarnación, hoy palpable, en el pobre, en
el que sufre, en el necesitado de esa misericordia.
“Denles ustedes de comer”: y ellos
hacen sus cálculos sobre sus propias posibilidades y no tienen más que cinco
panes y dos peces. ¿qué es eso para tanta
gente? Todavía no saben confiar en
el don de Dios. “los “cinco panes y los dos peces” son para Lucas la provisión
de los discípulos: es lo que ellos ya tienen y de lo cual pueden vivir[3]. Jesús
siempre nos pide algo más como renunciar
momentáneamente a nuestros propios proyectos, para acoger las carencias
y las necesidades de los otros. Jesús nos enseña que la experiencia de lo que
se ha vivido con él (comer su cuerpo y beber su sangre) se convierta en motivo para continuar
realizando lo que él pide sin tener nada entre las manos. Son el corazón, el
amor, el bien y la compasión los que mueven la voluntad a realizar cosas
imposibles, como por ejemplo, saciar el hambre de una gran muchedumbre con
cinco panes y dos peces. Los discípulos, aún sin comprender, se adhirieron a la petición de Jesús y se encontraron entre las
manos todo lo necesario para saciar el hambre de tantas personas. Responder al
amor que llama a través de las peticiones de quien se encuentra en la necesidad
abre a un mundo donde la alegría y la felicidad no tienen límites. Para eso me
consagró, para ser de Jesús (una con él) y darme en los pobres.
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CONTEXTO:
Jesús
recibe a los apóstoles que acaban de llegar de la misión y les escucha decir
todo lo que han hecho (v. 10). Jesús hace un paréntesis en el camino y se
retira con ellos a la ciudad de Betsaida, a un lugar solitario (v.11ª), pero la
gente al enterarse lo siguió. Jesús, en su gran humanidad, nuevamente los
acoge, les habla del Reino, sana a los enfermos y es entonces cuando el día se
echa encima y atardece y acontece el milagro de la multiplicación del pan.
En el
marco de esta gran celebración de la solemnidad
del Corpus Crhisti, en el decir del papa Francisco: en este evangelio “es evidente que este milagro no va destinado
sólo a saciar el hambre de un día, sino que es un signo de lo que Cristo está
dispuesto a hacer para la salvación de toda la humanidad ofreciendo su carne y
su sangre" (cf. Jn 6,48-58).
Pidamos luz al Espíritu
Santo para que entremos desnudos al texto como dice san Juan de la Cruz, “sin
más luz y guía que en la que en el corazón ardía”, y dejémonos afectar por
su mensaje.
EL TEXTO
Lectura
del santo Evangelio según San Lucas 9,11b-17.
En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar a la gente del Reino de
Dios, y curó a los que lo necesitaban. Caía la tarde y los
Doce se le acercaron a decirle: -Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a
buscar alojamiento y comida; porque aquí estamos en descampado. El les contestó: -Dadles vosotros de comer.
Ellos replicaron: -No tenemos más que
cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para todo este
gentío. (Porque eran unos cinco mil hombres.) Jesús dijo a sus discípulos: -Decidles que se echen en grupos de unos
cincuenta. Lo hicieron
así, y todos se echaron. El,
tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la
bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se los
sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y cogieron las sobras: doce
cestos.
¿QUÉ DICE EL TEXTO?
El regreso
de los apóstoles permite a Jesús retirarse con ellos. Su intención es,
evidentemente, revigorizar las fuerzas en un “retiro” espiritual. Sin embargo,
las muchedumbres no lo permiten. Jesús se ve obligado a acogerles, a partir con
ellos el pan de la Palabra y a renovar sus gestos de salvación. En este marco
tiene lugar un milagro de nuevo tipo que, sin embargo evoca algunos precedentes
bíblicos: el maná en el desierto (Ex 16) o la multiplicación de los panes
realizada por Eliseo (2Re 4).[1]
Los gestos
descritos (tomó” los panes, “pronunció la bendición”, “los partió y se los "iba
dando”), evocan los de la última cena que los lectores conocen por la tradición
y por la praxis eucarística (1Cor 11,23-26). Los discípulos se implican en la
distribución del pan a la muchedumbre: cinco mil hombres a los que debe añadir, naturalmente, las mujeres y los niños. “Comieron todos hasta quedar saciados”,
dice el salmo (salmo 37,19). Los doce canastos ponen de relieve la abundancia
del prodigio.
El sentido
del relato lo da su marco, es decir, incluido el aborto de fe de Herodes y el
nacimiento a la fe, aunque imperfecta de los discípulos. El partir el pan es
una revelación objetiva de su amor hacia mi: lo re-cuerdo, lo llevo a mi
corazón, al centro de mi persona y me dejo interpelar por él tratando de
responder. La fe es este diálogo que se hace vida común, su amor que se hace mi
pan y me alimenta.
La lectura
que hace Lucas de este banquete, lectura estrictamente cristológica, marca el
punto de llegada de la misión: la actividad apostólica lleva a conocer al Señor
Jesús y tiene su “culmen” y coronamiento en la Eucaristía, que es también su “origen”.
¡Ella es el fundamento y a la vez el cumplimiento de la Iglesia, su principio y
fin!.[2]
¿QUÉ ME DICE A MI EL TEXTO?
Me fijo en
Jesús:

Me fijo en
los apóstoles:

Me fijo en
las gentes:
Cuando Jesús se retira con
los Doce, las gentes, lo saben, lo siguen.Buscan a Jesús, siguen a Jesús,
confían en El y lo esperan todo de El. Reciben el alimento de su palabra y el
alimento de su pan, reciben salud porque los cura, consideración, humanidad,
misericordia, compasión. Son gentes necesitadas, pobres, sufridas, menesterosas
y reciben la salvación. Yo también soy necesitada de su palabra, de su comunión
íntima, de palpar cada día el milagro de ser acogida por El. El me acoge en
cada eucaristía, yo lo acojo en cada hermana/o.
(…) La Eucaristía, en consecuencia, es nuestro pan de cada día;
pero recibámoslo de manera que no sólo alimentemos el vientre, sino también la
mente. La fuerza que en él se simboliza es la unidad, para que agregados a su cuerpo, hechos miembros suyos, seamos lo que
recibimos (…)(San Agustín. Sermón 57,7).
¿QUÉ ME HACE DECIR EL TEXTO A DIOS?
Jesús Eucaristía: gracias inmensas por
quedarte con nosotros en un pedazo de pan y en un poco de vino, donde te haces
manjar y te haces camino (como canta Zezinho).
Jesús Eucaristía: gracias por venir a mí
cada día y en cada Eucaristía acogerme, compadecerte, rehacerme y sellar
nuevamente tu alianza conmigo.
Jesús Eucaristía: gracias porque puedo
reconocer los pedazos de tu pan (cuerpo) en mis hermanos los pobres de este
barrio del Noviciado, donde este mes de mayo, hemos ido visitando: enfermos,
lisiados, parapléjicos, ancianos, deprimidos, desconsolados, sufridos,
hambrientos, heridos en el camino de la vida.
Jesús Eucaristía: gracias por
recordarme que en el decir agustiniano, en el altar soy lo que veo, es decir,
me cristificas para que pueda compartir el pan que he recibido y que eres tu mismo.
Jesús Eucaristía: perdona también mis
inconsciencias, cuando he roto la comunión, cuando no te he reconocido en el
hermano, cuando he desoído esa voz apremiante: ”dale tú de comer” a pesar de mi
nada; por haberme faltado la confianza en tu gran providencia.
Jesús Eucaristía: escucha esta
plegaria en favor de nuestros hermanos sumidos en la enfermedad, el desamparo,
el hambre para que su clamor no nos haga sordos y podamos todos los que creemos
en ti, y te comemos cada día, salir al desierto, en clave de éxodo, dejándolo
todo, para apostar por su vida y dignidad. Enséñanos a ser mujeres y hombres
eucarísticos, que se entregan por completo, como lo hizo María.
Nieves María Castro
Pertíñez. Mar.
[1] ZEVINI, G. Lectio divina para la vida diaria.
Evangelio de Lucas. Verbo divino. 2009. 200
[2] FAUSTI, S. Una comunidad lee el evangelio de
Lucas. Bogotá, 2009- 289
[3] Ibid,
293
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