AGRADECIENDO AL SEÑOR…UN AÑO MÁS EN LA FORMACIÓN
Cada vez que salgo de vacaciones a cuidar a mi madre es
como si un nuevo año se cerrara, aunque
la vida siga de igual manera.
De todo lo vivido, solo queda agradecer. Y es que el Señor ¡es
tan bueno!!
Agradecer al Señor todas las oportunidades de formación.
Siempre lo digo, la primera beneficiada es una misma. Las horas junto a las
novicias formando en el carisma, en nuestros documentos, en la Palabra, en san
Agustín, en lo que el programa va indicando, pero sobre todo compartiendo y formándonos desde la vida, es como un río de bendiciones que me recuerdan
continuamente el para dónde quiere el Señor que vaya. Es un don realmente. Los
regalos se disfrutan, se saborean y así es la formación. También ver el
crecimiento de las formandas, su proceso personalizado por medio del
acompañamiento, y cómo en este camino de discernimiento, la oración discernida
con la Palabra y el examen del día juegan un papel fundamental. Alienta verlas crecer, superando sus propias crisis,
normales en un proceso de transformación realizado por el Maestro interior.
Agradecer a la comunidad que siempre está y que pone lo que
falta, con su testimonio y apoyo, es otro regalo que no se puede subestimar.
Agradecer las otras oportunidades que da la propia
autoformación, de cara al apostolado que se va realizando y que implica
profundización y apropiación de los contenidos; sobre todo la exigencia de una
oración donde el Espíritu Santo, lo es todo y lo da todo. Agradecer también, a muchas personas que durante el año me han estado acompañando.


En el decir de Zubiri el hombre se hace cargo de la realidad
por medio de una "habitud" cuya propiedad característica es el "enfrentamiento". Su
idea del hombre como unidad supera todas las filosofías derivadas del
platonismo, donde somos una voluntad tendente, una inteligencia sentiente, y
por eso la aprehensión de las cosas como realidad es el acto elemental de todo
acto intelectual. Este principio filosófico me ha ayudado a cultivar la "docibilitas" que es la actitud que
también repite mucho Cencini para decir que hay que aprender de todo, de lo
bueno y de lo malo, pues todo nos enseña. Y nos enseña si abrimos todos los sentidos exteriores e
interiores y los unificamos en una sola realidad, nuestro yo profundo, capaz de
captar lo más genuino de la vida. Por eso, también quiero agradecer al Señor, todo
lo que ha permitido que aprenda desde la esencia de las cosas y desde mi propia
miseria. La esencia de cada cosa solo se encuentra en Dios, porque Él es la razón última de todo lo que existe y a Él le pertenece.
"A los que aman a Dios de este modo, todo contribuye para su mayor bien; absolutamente todas las cosas las endereza Dios a su provecho, se suerte que aún a los que se desvían y extralimitan, les hace progresar en la virtud, porque se vuelven más humildes y experimentados"
(San Agustín. De la corrección y de la gracia 9,24)
Bendito sea mi Señor que tantas bendiciones nos regala,
basta aprehenderlas con la mirada y los sentidos del corazón, que nos abren a su Gracia.
Nieves María Castro Pertíñez. MAR
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