Experiencia en "El Palmar"
"Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a sabios e inteligentes, y las revelaste a los pequeños"
Desde el día 15 hasta el 23 de diciembre, el Señor nos bendijo grandemente
con la experiencia de Misiones en algunas comunidades de Trinidad.
Mi compañera de misión
fue mi hermana Santa Isabel, las dos quedamos en “el Palmar”, con mucha
ilusión llegamos a aquella vereda; nos hospedamos en casa de Doña Nieves, una
familia generosa que nos brindó lo necesario para estos días de misión.
Propiamente las actividades iniciaron el 16 en la mañana con las visitas a las casas, ellos estaban
muy felices porque las “seminaristas”
las iban a visitar. Desde un primer
momento me llamó la atención su profundidad con las cosas de Dios; ellos no
necesitan de mucho, lo más importante es la experiencia que van teniendo de Él
en su día a día. Fue maravilloso sentir
cómo van descubriendo el paso de Dios en sus vidas aún en medio de tantas
dificultades propias del llanero.
Las casas están distantes unas de otras y es bonito ver cómo
ellos mismos van buscando las estrategias para sobrevivir, todos tienen pollitos, chenchos, gallinas, patos,
ganados, etc… y en algunas no puede faltar la pequeña laguna para pescar la
“Cachama” un rico pez que comúnmente es llamado “Caribito” en otros lugares;
también está la temporada de las mandarinas y naranjas (bien dulces), para muchos
niños esto se convierte en merienda y en algunos en la comida.
En estas visitas tuvimos también la oportunidad de ir haciendo
la novena de Navidad, bendición del hogar, el rosario y algunas reflexiones
propias al tiempo culmen del adviento. No puedo olvidar las miradas de dolor de
algunas personas como: la de los enfermos, abuelos solos, mujeres abandonadas
por sus maridos o por el contrario mujeres que han corrido a sus maridos por
golpearlas y sobre todo la de muchos niños sin el afecto de sus padres pues para el llanero desde muy pequeños la
exigencia del trabajo en casa y en el campo empieza desde temprana edad,
sus respuestas cuando se les preguntaba
que hicieron en la mañana era “hacer los oficios de la casa” o “limpiar donde
están las cosechas”.
En la tarde seguían las visitas y a las 3 con los más pequeños
que día a día llegaban relativamente puntual aún en medio de las distancias de
sus casas a la escuela que era el punto de encuentro, cuando llegaban
preguntaban: ¿qué vamos hacer? Al escuchar esto me llenaba de mucha ternura,
pero también de mucho compromiso con ellos pues tenían muchos deseos de
aprender. Desde el primer día se portaron muy juiciosos y con mucho ánimo al
momento de hacer lo que se les pedía. Cuando terminábamos con ellos algunos
padres se quedaban para hacer la novena, la participación fue poca, pero muy nutritiva;
un día sólo fueron 3 personas y fue hermoso porque cada uno habló de cómo Dios
ha tocado su vida y cómo lo van reconociendo en los pequeños cambios que él les
invita a dar para ser mejores personas.
El último día tuvimos un rico compartir con los niños,
obviamente las mandarinas no podían faltar, el maíz pila (cotufas) también se
hizo presente, dulces, café con leche, un rico pan con jamón y una torta que al
final se multiplicó para todos los que estábamos.
Ese día mi corazón se regocijaba por todo lo vivido y por todo
lo que experimenté en esos días con personas tan sencillas y humildes, daba y
doy gracias a Dios por sus vidas, por sus testimonios, por abrirse tanto a
nosotras y sobre todo porque sé que Jesús nace día a día en sus corazones.
Gracias mi Jesús por esta hermosa experiencia que fortaleció de
vida y mi ser misionero, gracias porque aún en medio de las diferentes culturas
tu nos unes y nos invitas a darlo todo por y para ti.
Gracias por tantos niños que escucharon tu Palabra y que con
alegría la llevaban a sus casas para compartirlas con sus padres pues en Navidad
debe reinar el amor, el respeto, el cuidado y
el perdón como en la casa de Belén.
Gracias por tantos abuelos que desde lo poco que tenían nos
ofrecían lo mejor de ellos para hacernos sentir en casa.
Gracias por tantas familias que nos recibieron en sus hogares
para darnos la comida de día.
Gracias Señor, por estos días llenos de tu bendición.
GRACIAS POR NACER NUEVAMENTE EN ESTA NAVIDAD EN TODOS LOS
HABITANTES DEL “PALMAR”.
WENDERLYNG REYES/ NOVICIA MAR
Comiendo una rica gallina con Doña Higa y sus hijos.
Ellos no dejaban de posar para las fotos
María y José se ponen en camino
El niño nació grande y comiendo Pumarosa.
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