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En Trinidad |
Damos gracias a Dios
por estos días vividos en las veredas de Trinidad: El Convento, El Palmar, y
Mandarino. Distan de Trinidad 90 kilómetros, con carretera de trilla de
difícil acceso. Salimos el día 14 de Bogotá hasta Yopal, donde nos reunimos con la
comunidad de hermanas MAR. El día 15 salimos para Trinidad (dos horas y media).
Saludamos a los padres agustinos y a Monseñor Francisco Javier Pizarro; almorzamos con
ellos y ya a las 2.00 p.m. viajamos rumbo a las veredas, llegando a las 6 de la
tarde al destino final. Fue un viaje concurrido y variopinto. El autobús es el
único medio de transporte. Los pasajeros llevaban de todo: sacos de cebollas y
verduras, gallinas, pollitos, cemento, paquetes y más paquetes, incluidas
nuestras maletas. Nunca vi gente parada, encima de los bultos y en medio del malabarismo del conductor esquivando huecos (huecooooootes!!).
Jessica y Gregoria
quedaron en El Convento, Santa Isabel y Wenderlyng quedaron en El Palmar y
Juana y Nieves Mary, un poquito más allá, en Mandarino. El día 17, el p.
Gabriel, oar, fue hasta la escuela de Mandarino y celebró la Eucaristía (una
dicha).
En el corazón de la
Sabana del llano colombiano compartimos esos días, visitando hogares
distanciados entre sí por grandes campos de extensión; rodeadas de ganado,
gallinas, gallos, pollitos, cochinos, patos, chigüiros, zancudotes, coloraditos
(que pican!!!) y otros susodichos animalitos. Rodeadas también de la inmensidad
de la naturaleza, de la sencillez de las gentes y sus ocultos sufrimientos, también
abandonados de una iglesia que todavía
no puede llegar a todos.
Compartimos la fe,
la acogida, la comida, la estrechez y las incomodidades; también el
camino pedregoso y caluroso, típico del lugar, para llegar a ellos, y sobre todo el acontecer de Dios en
su historia y en sus vidas.
Gracias Señor por
esta hermosa oportunidad.
Nieves María Castro
Pertíñez. MAR
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Con Fray Gabriel Palacio, Monseñor y Fray Willian Muñoz, |
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La primera familia que nos acogió, nos hospedó y alimentó. |
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Celebrando la Eucaristía en la Escuelita. |
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Ayudando para poder rezar la Novena |
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Con mucha educación, nosotras pasábamos y el ganado se levantaba. |
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La sombrilla no resistió más la fuerza de la brisa |
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También los hermanos evangélicos nos recibieron |
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De casa en casa, haciendo Novenas |
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Y catequesis con los niños |
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En algún momento nos asistieron con la moto |
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Y celebramos el Nacimiento |
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Y no faltó la "culebrita" |
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