LECTIO DIVINA - TERCER DOMINGO DE ADVIENTO –CICLO A- Mt 1, 18-24
“José varón
justo, instrumento dócil en manos de
Dios”
INTRODUCCIÓN
¡¡Ya se acerca la Navidad!!
En este
cuarto domingo de Adviento la
liturgia de la palabra nos presenta
el anuncio del nacimiento de JESÚS, gran acontecimiento
en la historia humana.
En los
domingos pasados se nos presentaban diferentes personajes como
signos importantes que
reconocieron y acogieron a
“Dios-con-nosotros” en sus vidas
y como la primera lectura de
hoy; Isaías le
dice a Acaz
que le pide una señal a Dios pero él le responde que
no debe tentar
al Señor su Dios; sin embargo, DIOS le
envía esta señal “un
niño nacerá de
una virgen y se llamará Emmanuel que significa
(Dios-con-nosotros)” El apóstol
San Pablo en la segunda lectura
nos dice que acojamos la fe
como don de
parte de Dios así
como la
virgen María aceptó
la voluntad de Dios, nosotros debemos
acogerlo y dar testimonio a todos los
que no conocen todavía el
milagro de Amor de
parte de Dios.
Y en el evangelio esta vez nos
presenta a San José
como signo palpable en nuestro caminar. San
José escuchó atento la voz
del SEÑOR en un
sueño y la siguió, esperó
pacientemente y confió.
CONTEXTO
El fragmento evangélico
continuación directa de la célebre
página de la genealogía de Jesús (Mt1,
1-17. A través de la serie
de nombre de los
antepasados, el evangelio
ya nos ha dicho que
Jesús se ha insertado plenamente en la
historia humana, pero la genealogía
también nos deja intuir
que hay un
misterio especial en este
niño: de hecho, no es engendrado
por una sucesión directa
del padre a hijo sino que nace <de María> quedan pues, dos cosas por explicar, a las que dan respuesta la pericopa de hoy: ¿Cuál es propiamente el origen de Jesús?
Y ¿Cómo se puede llamar <hijo de David> si físicamente
no fue engendrado por un descendiente de David?
Los acontecimientos narrados nos
revelan el misterio de Jesús:
nace de una mujer, María,
como verdadero hombre insertado en la
historia humana, pero
su nacimiento es <obra del Espíritu Santo>,
aplicándole literalmente la profecía de Isaías, que llamaba a aquel niño
<<DIOS con nosotros>>
Además se le considera plenamente de la descendencia de David, porque José, hijo de David, lo toma como hijo propio: la
función de esencial del padre,
lo que realmente le hace Padre, más allá de la generación física, es
la de dar nombre al hijo y es lo que precisamente hace José. Dándole el nombre, le confiere su
identidad social y por esta razón Jesús es reconocido como verdadero
hijo de David, como conviene al Mesías. Sin embargo, al misterio de
Dios se accede sólo por
la fe: y en esto sobresale José, definido por su fe,
con el apelativo bíblico de “Justo”. (1)
EL TEXTO
Lectura del
santo Evangelio según San Mateo 1,18-24
18 El origen de
Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y,
antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del
Espíritu Santo. 19 Su marido José, que era justo, pero no quería
infamarla, resolvió repudiarla en privado.20 Así lo tenía planeado,
cuando el ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de
David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es
del Espíritu Santo.21 Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre
Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.»
22 Todo esto sucedió
para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta: 23
Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre
Emmanuel, que traducido significa: «Dios con nosotros». 24
Despertado José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y
tomó consigo a su mujer.
¿QUÉ DICE EL
TEXTO?
1. Una situación difícil en la relación de
pareja de José y María (vv.18-19)
“María
estaba desposada con José” (v.18b). Según el derecho hebreo los futuros
esposos, son considerados como Marido y Mujer pero no conviven sino hasta un
año y después de haberse comprometido, este período de tiempo se llama “el
desposorio”. Solo después la mujer es llevada a la casa del esposo para iniciar
la vida conyugal.
“Se encontró en cinta por obra del
Espíritu Santo” (v.18c). Precisamente en ese período José descubre que María
está embarazada y toma la decisión de repudiarla en secreto. Es tanto el amor de José por María que no la
quiere exponer a la pena de muerte por un supuesto adulterio. Él decide dejar
vivir a María y realizarse con su nueva familia[1].
2. Dios cambia los planes de José y lo pone al servicio de su plan de
salvación (vv.20-23)
El
Señor interviene y e involucra a José en su plan. Le da como tarea el tomar consigo a María y
darle el nombre al niño. Es así como
José se responsabiliza de la vida de María y de la del niño, reconociéndolos
ante la Ley como sus legítimos mujer e hijo.
Y
puesto que José asume la paternidad legal de Jesús, el niño se convierte en su
heredero y así entra en la genealogía davídica, llevando la
historia de la salvación a su culmen y cumplimiento[2].
3. En el fondo de todo está la obra de Dios
Con relación a Jesús la tarea de José es
ésta: “Tú le pondrás por nombre Jesús” (1,21).
El
mismo Dios que le da existencia a Jesús, también le da un nombre y en este
nombre está implicada su misión.
El nombre: “Jesús” (en hebreo Jeshua o
Jehoshua, que traduce “Dios es salvación”).
En la Biblia, dar un nombre significa dar una nueva vida que se realiza
en una misión. En el pasaje que estamos leyendo es Dios quien decide cuál será el
nombre del niño, así queda claro que la existencia y la misión de Jesús
provienen de Dios Padre.
LA MISIÓN: “Él salvará a
su pueblo de sus pecados”. La frase nos recuerda el Salmo 130,8 donde
dice: “Y Él redimirá a Israel de todas sus culpas”. Jesús es mucho más que un hijo de David en el
sentido político o militar, Él es el salvador del hombre, quien recupera
a las personas perdidas en su lejanía de Dios para traerlas de nuevo a la
comunión plena con Él.
Con términos muy precisos, el evangelio de
hoy, nos enseña que Jesús es el verdadero Mesías que toma sobre sus hombros a
su pueblo y lo conduce a la plenitud de vida. La misión de Jesús desciende hasta las raíces
de la vida humana dándole un vuelco profundo a nuestra manera de vivir[3].
Con este acontecimiento, se realiza lo que
Dios anunció por boca de los profetas. En Jesús está Dios salvando al
hombre. Y este “estar” de Dios se resume en el nombre “Enmanuel”, que significa
“Dios está con nosotros”, el cual expresa que en Jesús se
revela el rostro misericordioso de Dios, que nos ayuda y nos salva, y también su
proyecto amoroso para nosotros los hombres.
Dios no nos abandona. En la base de la obra de Dios en el mundo
está Jesús, a quién Él le dio la existencia, el nombre y la misión. Jesús es el
regalo, el don auténtico de Dios a su pueblo, para que no sufra más con tanta
maldad, para que viva plenamente en la comunión con Él y con los hermanos, porque Él
es el “Dios que está con nosotros”. (2)
¿QUÉ ME DICE A MI EL TEXTO?
Algunas preguntas Para meditar….
1. ¿Jesús le debe su existencia a la generación
humana?, ¿o a la obra creadora de Dios?
2.
¿Qué dones de Dios para la humanidad están contenidos en el nombre “Jesús”? ¿Cuál es el don más
importante que Dios nos ofrece en esta
Navidad?
3.
¿Qué función tiene el Espíritu Santo en el origen terreno de Jesús? ¿Qué lugar
ocupa en mi vida cristiana?
4. ¿Cuál es el sentido del nombre de Jesús?
¿Qué tiene que ver conmigo?
Los textos de hoy nos presenta dos
personajes cuya respuesta
a la promesa
de Dios son opuestas en la
primera lectura el rey Acaz reacciona de
una manera incrédula
y por otra
parte San José cree en la promesa de Dios y de él
vienen algunos rasgos de
nuestra fe que no debemos echar en
saco roto al contrario acógemoslos
y demos testimonio
de la presencia
de Dios, que por
amor eterno nos
ha amado.
¿QUÉ ME HACE
DECIR EL TEXTO A DIOS?
“DIOS
nos envía signos para fortalecer nuestra
fe”
En mi
caminar en la
vida Señor siempre me has mostrado
signos de tu presencia Amorosa. Has estado
siempre conmigo, pero por mis
debilidades, mis dispersiones y mi
pecado no la he valorado. Es en los
momentos difíciles cuando más me he comprometido contigo; dame
la gracia de
abrirme a ti y de
acoger tu palabra como lo hizo
San José cuando en silencio meditó
y acogió tu palabra en su
corazón y se dejó guiar
por tu voz. Aumenta
mi fe Señor
para que crea en tu palabra y se
haga mi pan de cada día así
como los sacramentos y en
especial la eucaristía y la comunión
con mis hermanos.
No permitas que dejemos
pasar esos signos preciosos de
tu presencia como Acaz
por temor a
comprometernos en la vida
de Fe, al
contario haz que en mí
brote la misma misión de Jesús:
anunciar que tu
Reino habita ya
en nosotros y es
la que nos
da fortaleza y
pasión en la vida.
GREGORIA MARÍA CHUC GARCÍA
NOVICIA MAR
“Nos alegramos contigo, José,
Imagen del Dios Padre, Padre del Dios Hijo (…)
Felices tus ojos que contemplaron al Señor,
Tus oídos que escucharon su Palabra,
Tus manos que tocaron al Verbo Encarnado.
Benditos tus brazos que llevaron al que todo lo sustenta,
Tu regazo que acogió al Hijo de Dios,
Tu corazón encendido en su amor”
(San Juan Eudes)
Fuentes: (1) lectio divina, tiempo adviento (verbo divino)
(2) http://www.homiletica.org/fidelonoro/fidelonoro0326.htm
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