LECTIO DIVINA I DOMINGO DE CUARESMA, CICLO A Mateo 4,1-11
Queridos hermanos, ya hemos recorrido los
primeros días de Cuaresma, días que nos han invitado a la conversión, al ayuno
y a la limosna, sabiendo que lo que haga tu mano derecha no lo debe saber tu
izquierda, por esto, dispongamos nuestro corazón para el encuentro con él
mediante su palabra, diciendo:
Oh
Espíritu Santo, Amor del Padre, y del Hijo, Inspírame siempre lo que debo
pensar, lo que debo decir, cómo debo decirlo, lo que debo callar, cómo debo
actuar, lo que debo hacer, para gloria de Dios, bien de las almas y mi propia
Santificación.
Espíritu Santo, Dame agudeza para entender, capacidad para retener, método y facultad para aprender, sutileza para interpretar, gracia y eficacia para hablar. Dame acierto al empezar dirección al progresar y perfección al acabar. Amén.
Espíritu Santo, Dame agudeza para entender, capacidad para retener, método y facultad para aprender, sutileza para interpretar, gracia y eficacia para hablar. Dame acierto al empezar dirección al progresar y perfección al acabar. Amén.
Puedes acceder
por medio de este link a la reflexión del Evangelio sonoro de este domingo
https://drive.google.com/file/d/0B2Pb_ODVLt4lQUFkbkpFZHVLX3c/view?usp=sharing
CONTEXTO:
A partir de hoy entramos en el itinerario
dominical de la Cuaresma. Nuestro recorrido de 40
días nos llevará hasta la Pascua del Señor, en la cual, apoyados en la
victoria de Jesús sobre la muerte y el pecado diremos junto con la comunidad:
“no” a Satanás y “sí” a Dios. El primer domingo de
Cuaresma es conocido como “de las Tentaciones”.
Nos encontramos con un rostro de Jesús poco
habitual, pero de todas maneras, verdadero. Jesús
acaba de ser bautizado en el Jordán, donde –contemplando el cielo abierto- ha
escuchado la voz del Padre: “Este es mi Hijo amado, en quien me complazco”
(Mateo 3,17).
Después esta declaración de amor del Padre por
Él, Jesús es conducido por el Espíritu Santo al
desierto donde le responderá con una triple declaración de fidelidad.
Jesús sabe bien que el desierto, en la Biblia, es el lugar de la soledad, del
hambre, donde hay una sensación de pérdida, en contraposición con aquel mundo
maravilloso que Dios quería como un jardín, como un lugar de encuentro y de
diálogo con el hombre.
Y Jesús
es el jardín del Padre, la humanidad nueva para un mundo renovado, y desea
realizarlo a través de los 40 días de desierto invitándonos a cada uno de
nosotros a seguirlo.
TEXTO
Mateo 4,1-11:
Entonces Jesús fue
llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Y después
de hacer un ayuno de cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre. Y
acercándose el tentador, le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras
se conviertan en panes.» Mas él respondió: «Está escrito: No sólo de pan vive
el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.» Entonces el
diablo le lleva consigo a la Ciudad Santa, le pone sobre el alero del Templo, y
le dice: «Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: A sus
ángeles te encomendará, y en sus manos te llevarán, para que no tropiece tu pie
en piedra alguna.»
Jesús le dijo:
«También está escrito: No tentarás al Señor tu Dios.» Todavía le lleva consigo
el diablo a un monte muy alto, le muestra todos los reinos del mundo y su
gloria, y le dice: «Todo esto te daré si postrándote me adoras.» Dice entonces
Jesús: «Apártate, Satanás, porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, y
sólo a él darás culto.» Entonces el diablo le deja. Y he aquí que se acercaron
unos ángeles y le servían.
¿QUÉ DICE EL
TEXTO?
Comienza el relato diciendo: “Entonces Jesús fue
llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Y después
de hacer un ayuno de cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre”
(4,1-2).
La
primera línea ya es significativa: el mismo Espíritu
que descendió sobre Jesús en el bautismo lo conduce luego en el desierto. Es el
Espíritu Santo quien guía en el desierto para afrontar las pruebas de nuestra
fidelidad. Esto no nos debe extrañar, sabemos, por ejemplo, la prueba de la
fidelidad del patriarca fue inducida por el mismo Dios (ver Génesis 22,1); si
bien en este relato hay una diferencia: quien prueba es el diablo.
Mateo nos coloca enseguida en el escenario, nos
presenta los personajes, delimita el tiempo y describe la circunstancia.
(1)
El escenario: el desierto

El desierto es obviamente es un
lugar geográfico pero, particularmente en la Biblia, es también un espacio
cargado de simbología (que hemos desglosado ya en diversas ocasiones). En este
caso se nos remite al caminar del pueblo de Israel por el “desierto” en la pascua. Allí el
pueblo fue tentado (ver Éxodo 17,1-7).
(2)
Los personajes
En primer lugar, Jesús. Como lo
hemos señalado antes, aquí aparece en la condición de “Hijo de Dios”. Las
tentaciones ponen a prueba su “obediencia” de hijo, de la misma manera como fue
probado Israel en el desierto para verificar si estaría en condiciones de
observar o no los mandamientos de Dios (ver Deuteronomio 8,2).
Además de Jesús, tenemos al “diablo”. El término diablo es
griego y significa separar, dividir. También es llamado “tentador”. Este segundo término destaca su rol
de seductor: busca apartar de la comunión con Dios. Así lo hizo con Job y ahora
también con Jesús: ataca a quien viven en unión con Dios y a quien Dios ha
elegido.
Pues bien, el mismo Jesús que poco antes ha
visto el cielo abierto también tiene ahora ante sí al poder del mal.
(3)
El tiempo
Jesús permanece en el desierto “cuarenta días y cuarenta noches” (4,2ª).
Se trata de días completos.
El número cuarenta es el
clásico para designar la generación israelita del desierto: “Acuérdate de todo el camino que Yahvé tu Dios te
ha hecho andar durante estos cuarenta años en el desierto…” (Deuteronomio
8,2).
También hay aquí un valor
simbólico que está conectado con lo que sigue.
(4)
La circunstancia
En este tiempo Jesús “ayuna”.
Jesús revive la experiencia de
Moisés en el desierto: “Permanecí en el monte
cuarenta días y cuarenta noches sin comer pan ni beber agua”
(Deuteronomio 9,9; ver el relato en Éxodo 34,28). Para Moisés éste fue el
preludio la recepción y la proclamación de la Ley de Dios.
En el mundo bíblico el ayuno está conectado
con la oración (ver Mateo 6,16-18; 9,14-15). El hecho de que se mencionen las
“noches” (cuarenta noches) sugiere “vigilias”. En su ayuno, Jesús “velaba” y
“oraba”. Esto mismo es lo que les pedirá a sus discípulos que hagan para
hacerle frente a la tentación: “Velad y orad
para que no caigáis en tentación” (26,41).
Es tanto el ayuno, que Jesús “al fin sintió hambre” (4,2c). Esta
constatación de la debilidad física es la antesala de la tentación que viene
enseguida.
¿QUÉ ME DICE A MÍ EL TEXTO?
Me ubico en los personajes del
texto:
Jesús fue conducido al desierto
por el Espíritu Santo, para él, esta oportunidad fue un tiempo de encuentro, de silencio y de sacrificio, muchas veces
en mi vida, soy llevada por el Espíritu Santo al desierto, tal vez no para
ponerme a prueba sino para purificar mis motivaciones, mis gustos y mi corazón.
Jesús fue tentado
por el diablo, cuántas veces, Señor, he sido yo tentada como tú, cuántas veces
he cerrado la puerta a ellas y cuántas veces la he dejado abierta dejándome
llevar por lo “bonito” de lo ofrecido.
Estuviste en ayuno 40 días y 40
noches, humanamente sería muy difícil este sacrificio, pero
para ti no hay nada imposible, hoy me invitas a ayunar no solo con los
alimentos sino también con aquellas cosas que no me dejan crecer y que me
alejan de ti.
“Entonces el diablo le deja. Y he aquí que se
acercaron unos ángeles y le servían” no hay resurrección sin pasar por la cruz,
Jesús una vez que superó sus tentaciones Dios se manifestó, mandó sus ángeles
para que le sirvieran, esto sólo es posible cuando
pongo mi confianza en ti Señor, solo es posible cuando en los momentos de
dificultad, de tentación y de angustia te busco a ti.
¿QUÉ LE DIGO YO A DIOS?
Señor, hoy es el primer domingo
de cuaresma y nos hablas de las tentaciones, en silencio me preguntaba ¿por qué
la liturgia inicia con este evangelio? Y la respuesta surgió rápidamente, pues la cuaresma es recordar lo que tu viviste, no son días
fáciles, son días de ayuno y abstinencia, de encuentro profundo contigo que
eres el amado, tal vez hoy no sea tentada con cosas grandes pero si con
cosas pequeñas que si me descuido pueden aumentar su tamaño, dame Señor, la fortaleza de asumir con responsabilidad estos
días sagrados y la perseverancia de permanecer aún más en la oración contigo.
Ayúdame- nos,
Señor, para que no sean días “normales”, para que esta Cuaresma no pase como
una más, sino que realmente podamos decir al final del camino: Realmente renové
mi corazón en Dios que me ama y me sostiene.
San Agustín
nos dice:
“Cristo nos
ha como que transfigurado en sí mismo, cuando quiso ser tentado por Satanás…
Cristo fue tentado por el diablo, pero en Cristo también tú eras tentado.
Porque Cristo tomó de ti su carne, pero de sí tu salvación, de ti su tentación
y de sí tu victoria. Si somos tentados en Él, será en Él que venceremos al
diablo… Fuiste tú quien fue tentado en Él, pero reconoce también que en Él tú
eres vencedor. Él habría podido mantener lejano de sí al diablo, pero sino no
se hubiera dejado tentar, no te habría enseñado a vencer cuando eres
tentado” (Del Comentario al Salmo 60)
WENDERLYNG REYES/ NOVICIA MAR
Fuentes:
http://www.homiletica.org/fidelonoro/fidelonoro0105.pdf
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