COMENTARIO DE SAN AGUSTÍN SOBRE EL CIEGO DE JERICÓ
TEXTO BÍBLICO
Evangelio
de san Lucas 18, 35 – 43.
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NUESTRO
ÚNICO EMPEÑO EN ESTA VIDA
—Así,
pues, hermanos míos, todo nuestro empeño en esta vida ha de consistir sanar el
ojo del corazón para ver a Dios. El ojo del corazón, cuando está herido y
oscurecido, él mismo se aparta de la luz de la justicia y no se atreve a
contemplarla, ni puede hacerlo. ¿Que turba el ojo del corazón? La codicia, la
avaricia, la injusticia, el amor del siglo; esto es lo que turba, lo que
cierra, lo que ciega el ojo del corazón. él te ha dado unos y otros ojos; sin
embargo, tanto como amas los ojos exteriores, otro tanto descuidas el interior,
que llevas averiado y ciego; y es para ti un sufrimiento el que tu Creador
quiera mostrársete; un sufrimiento, sí, para tu ojo antes de ser curado y
sanado. (San Agustín Sermón 88)
Es muy
importante la comparación que hace San Agustín entre el ojo del cuerpo y el ojo
del corazón. Muchas veces caemos en la ceguera espiritual, podemos estar muy
sanos de cuerpo pero de espíritu habría que examinarnos.
El
ciego de Jericó nos da un gran ejemplo de cómo debemos insistir en la búsqueda
de la sanación, cómo con la fe se puede afrontar todo obstáculo que no nos deja
ver a Dios. El Señor nos invita a que no nos acomodemos con nuestra ceguera y
que no nos dejemos vencer por las adversidades que se puedan presentar en el
transcurso de la búsqueda de la sanación.
Claudia Ramírez
Novicia MAR
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