Lectio Divina, La Sagrada Familia, Ciclo B- Lucas 2,22-40.
"Mis ojos han visto a
tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos"
CONTEXTO:
El evangelio de
Lucas, en el segundo capítulo comienza relatando el nacimiento de Jesús
(vv.1-7), en los siguientes versículos
hace alusión a los padres de Jesús, la alegría de los ángeles en el
cielo y el anuncio de la Buena Nueva a los pastores (8-20). Estos relatos son
la antesala del pasaje del evangelio para hoy, la presentación de Jesús en el
templo y su regreso a Nazaret (vv. 22-40).
EL TEXTO: Lucas 2, 22-40.
Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los
padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo
con lo escrito en la ley del Señor:<<Todo primogénito varón será
consagrado al Señor>>, y para entregar la población, como dice la ley del
Señor: <<un par de tórtolas o dos pichones>>.
Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y
piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; impulsado por el Espíritu, fue al
tiempo.
Cuando entraban con el niño Jesús
sus padres para cumplir con Él lo previsto por la ley, Simeón lo tomo en brazos
y bendijo a Dios diciendo: <<Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar
a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has
presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de
tu pueblo Israel>>. Su padre y su madre estaban admirados por lo que se
decía del niño.
Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre: <<Mira, este está
puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera
discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a Ti, una espada
te atravesará el alma>>. Había también una profetisa, Ana, hija de
Faduel, de la tribu de Aser.
Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada,
y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y
noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento,
daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación
de Jerusalén. Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se
volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y
robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.
¿QUÉ DICE EL TEXTO?
“Cuando
llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés”. Jesús,
verdadero Dios, será también el verdadero Israel. Él es al mismo tiempo el “sí”
del hombre a Dios que en Él recibe finalmente una respuesta, y el mismo “sí”
incondicional y eterno de Dios al hombre. Es el único “sí” total de ambos.
“Los padres de Jesús lo llevaron a
Jerusalén, para presentarlo al Señor”. El Señor visita su templo. Pero viene con la
debilidad de un niño no para juzgar la inobservancia de la ley sino para
someterse Él mismo como hombre de la
obediencia al Padre al cual hemos desobedecido. Viene a pagar nuestra deuda y
se ofrece a aquel que todo lo ha ofrecido. Presentarlo a Él significa reconocer
que de Él viene el don de la vida.
“Simeón lo
tomo en brazos”. Tres veces se nombra al Espíritu Santo en relación
con Simeón. Como en todos los profetas, el Espíritu estaba “sobre él”. Por eso
es uno de los que escuchan la Palabra, pone a Dios en primer lugar y anhela recibir
el consuelo. El Espíritu le revela que no verá la muerte antes de contemplar al
hijo de Dios; motivado por este Espíritu fue a encontrarlo y finalmente pudo
abrazarlo. Los brazos de Simeón son los brazos de Israel que recibieron la flor
de la vida. Su voz es un grito de alegría.
“Ahora, Señor, según tu promesa, puedes
dejar a tu siervo irse en paz”. Sólo el
encuentro con Él puede sanarnos de la muerte. La salvación la ha preparado Dios
“frente a todos los gentiles” (v. 31) no solo para Israel. Él es una luz para
todas las personas que yacen en tinieblas y en sombras de muerte (1,79; Is
42, 6).
“Su padre y
su madre estaban admirados”. Con estupor María y José,
como todo lector del evangelio, escucha el canto de Simeón.
“Este está
puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten”. En efecto trae una salvación inaceptable para todos. Como escándalo y
locura, es una “señal de contradicción”, que contradice todo pensamiento humano.
Por eso todos están contra Él, se escandalizan de Él y caen. Pero Él es el salvador de todos los que han caído. Aquí se
anuncia el misterio de la muerte y resurrección del señor, que como espada
atravesará el corazón de cada discípulo y de toda la Iglesia, de la cual María
es figura importante. Este misterio vivirá continuamente en la historia del discípulo que vuelve a
recorrer su camino desde la cruz hasta la gloria.
“Había también una profetisa, Ana, hija de
Faduel, de la tribu de Aser”. Ana (favor de
Dios) de Faduel (rostro de Dios) de la tribu de Aser (buena fortuna), considera
como una gracia de Dios la buena fortuna de ver su rostro en Jesús y de
conocerlo. Está en edad muy avanzada. Es viuda desde su juventud, es figura
tanto de Israel como de toda la humanidad que ha perdido su esposo y vive una
vida vacía desterrada del rostro de su deseo. Pero no deja nunca el templo, sigue esperando, buscando con ayunos y oraciones.
El encuentro se realiza en esa “hora” en el cual Simeón anuncia la cruz, la
hora de la contradicción. Aquí es donde Dios se presenta definitivamente a su
pueblo, para ofrecerse a la contemplación de todos.
¿QUÉ ME
DICE EL TEXTO?
Me fijo en Jesús:
Qué admirable es Dios al asumir toda nuestra humanidad, otorgando a una mujer
humilde la dicha de cuidar y educar a su Hijo, presentándose a su pueblo con la
fragilidad de un niño.
Me fijo en José:
Hombre
prudente, lleno de confianza en Dios, hombre de profunda interioridad, que se
deja maravillar por las obras de Dios, padre cariñoso y sencillo.
Me fijo en María:
Mujer
sencilla, obediente, autónoma, fuerte y dócil a la voluntad de Dios, guardaba
en su corazón todos los acontecimientos de su vida.
Me fijo en Simeón:
Una
persona que confiaba absolutamente de que sus oraciones eran escuchadas por
Dios, fue el observador de la Palabra de Dios, espera perseverante la
manifestación de Dios.
Me fijo en Ana:
Mujer
capaz de ver a Dios en su vida, a pesar de sus limitaciones y situación de su
vida nunca desconfió de Dios, las circunstancias difíciles le hicieron
adherirse mas a la misericordia de Dios y mujer admirablemente perseverante en
la fe.
¿QUÉ ME HACE DECIR EL TEXTO?
¡Oh
Padre admirable!, te alabamos y te
bendecimos , porque siendo Dios te dignaste tomar y dar plenitud a nuestra
humanidad, naciendo de una mujer por obra del Espíritu Santo, rescatándonos de
la ley y del pecado que nos oprimía, de
esta manera has llenado nuestra existencia de alegría y esperanza. Haz que
sepamos siempre acoger tu proyecto como lo acogieron María y José aunque en el
momento no podamos comprenderlo, que así como Simeón que escuchaba tu Palabra y
se deleitaba en ella que también
nosotros anhelemos verte un día en la
eternidad.
Que
al igual que Ana pueda vivir en continua oración y ayuno y que nosotros podamos
vivir en un continuo encuentro con tu Hijo en la Sagrada Eucaristía.
A
Ti Padre nuestro, todo honor y toda gloria por todos los siglos. Amén.
GLORIA HERNÁNDEZ:
Novicia MAR
Novicia MAR
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