LECTIO DIVINA II DOMINGO DE CUARESMA, CICLO B - MARCOS 9, 2-10
“ÉSTE ES MI HIJO AMADO; ESCUCHADLO”
ORACIÓN AL
ESPÍRITU SANTO
(de San Agustín)
Espíritu Santo, inspíranos, para que pensemos santamente.
Espíritu Santo, incítanos, para que obremos santamente.
Espíritu Santo, atráenos, para que amemos las cosas santas.
Espíritu Santo, fortalécenos, para que defendamos las cosas santas.
Espíritu Santo, ayúdanos, para que no perdamos nunca las cosas santas.
(de San Agustín)
Espíritu Santo, inspíranos, para que pensemos santamente.
Espíritu Santo, incítanos, para que obremos santamente.
Espíritu Santo, atráenos, para que amemos las cosas santas.
Espíritu Santo, fortalécenos, para que defendamos las cosas santas.
Espíritu Santo, ayúdanos, para que no perdamos nunca las cosas santas.
CONTEXTO
En los últimos versículos del capítulo
anterior de Marcos encontramos a Jesús diciéndole a sus discípulos que el Hijo del Hombre
tiene que padecer en manos de las autoridades de Jerusalén, posteriormente aclara que el que quiere
seguirlo tiene que tomar su cruz, y por último, les decía que alguno de ellos
no moriría sin antes ver la venida gloriosa del Reino, todo esto, es una preparación
tanto para el anuncio de su pasión como para las condiciones de su seguimiento.
Es importante destacar, que lo que se pone
de antesala al acontecimiento de su transfiguración, es la última parte, puesto
que tres discípulos de los doce, son testigos oculares de este gran momento.
Lo más interesante es que después de
bajar del monte y hacer el milagro de la curación del joven epiléptico anuncia
nuevamente su pasión a los discípulos, dándonos a entender que la
trasfiguración es una muestra de su gloria definitiva.
TEXTO
¿QUÉ DICE
EL TEXTO?
En este segundo
domingo de cuaresma el evangelio nos presenta el acontecimiento de la Transfiguración de Jesús en un monte, este acontecimiento es presenciado por
tres de sus discípulos: Pedro, Santiago y Juan, a quienes Jesús lleva para que
lo acompañasen a ser oración. Mientras él oraba aparecieron Elías y Moisés
hablándole de su pasión; los discípulos no entendían lo que pasaba, es algo que
sus mentes no lograban comprender y abarcar. Por eso Pedro habla de construir
tres chozas, pero, acontece algo más incomprensible, una nube los cubrió y una voz
sorprendente les dijo: “Éste es mi Hijo amado;
escuchadlo”; después de un largo rato, todo había terminado, era el momento de
bajar, Jesús les mandó no decir nada de lo que acababan de ver y oír. Con este
mandato quedan aún más confundidos, no comprenden de qué se trata resucitar de entre los muertos, y queriendo encontrar respuesta, discuten entre ellos.
¿QUÉ ME
DICE EL TEXTO?

Nos invita a ponernos en actitud orante, estar abiertos al
mensaje que nos tiene preparado por más doloroso que parezca, a Jesús se le
habló de su pasión en Jerusalén, así también nosotros podemos encontrar en
nuestra oración situaciones que no se pueden evitar, que es necesario pasar por
ellas, o también nos puede pasar como a los apóstoles al ver la Gloria de Dios,
se sienten confundidos e incluso tener miedo porque como humanos no logramos
comprender y abarcar la divinidad de Dios y empezamos a confundir lo que él nos
pide.
La acción de subir también nos compromete a bajar, es
decir, nos pide ir hacia los demás para darles a conocer la presencia cercana
de Dios.
¿QUÉ ME
HACE DECIR?
Gracias, Señor, porque me invitas a tener esta experiencia
de verte lleno de Gloria en tu Transfiguración, permite Señor que las alegrías y las dificultades no cierren
mis oídos a tu voz, que el miedo no me paralice ante las diversas situaciones
que se presenten, que en medio de la densa nube de lo cotidiano y los afanes de
la vida sepa distinguir la voz del Padre que me invita a escucharte.
Señor no permitas que me quede sola en la experiencia de la
oración, que sepa hacer el ejercicio de bajar, sirviendo a mis hermanos, pero
sobre todo de poder acoger tu voluntad, puesto que tú así me lo enseñas.
Señor que en este tiempo de cuaresma que estamos viviendo pueda
hacer día a día el ejercicio de subir a ti mi corazón arrepentido por medio de la oración y
de esta manera sentirme fortalecida.
“La oración no es aislarse del mundo
y de sus contradicciones, como en el tabor habría querido hacer Pedro, sino que
la oración reconduce al camino, a la acción” (Benedicto XVI)
Cruz M. Ajpacajá
Novicia MAR
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