Lectio Divina IV Domingo de Cuaresma, Juan 3, 14-21, Ciclo B
“Porque tanto amó
Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no
perezca, sino que tenga vida eterna”
CONTEXTO:
Queridos
hermanos, en este cuarto domingo de Cuaresma, el evangelio de Juan nos presenta
un episodio muy importante, recordándonos la Pascua Nueva, que es el punto
central de todo su escrito. Jesús es el centro de la Historia de la Salvación y
por lo tanto, todo lo escrito en los libros sagrados del Antiguo Testamento,
tienen relación con Él y con el misterio Pascual.
Vemos cómo en
este texto se refleja el amor del Padre y del Hijo, buscando salvar a la
humanidad y tiene como referente concreto la encarnación; una encarnación que
va hasta las últimas consecuencias. Este amor salvífico del Padre nos abre sus
brazos en el Crucificado iluminando hasta el fondo nuestros corazones y sobre
todo nos envuelve con todos sus efectos vivificantes cuando le abrimos el
corazón por la fe.
TEXTO:
Juan
3, 14-21
“Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser
levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga por él vida
eterna. Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo
el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha
enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se
salve por él. El que cree en él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está
juzgado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios. Y el juicio
está en que vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la
luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal aborrece la luz
y no va a la luz, para que no sean censuradas sus obras. Pero el que obra la
verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas
según Dios”
¿QUÉ DICE EL TEXTO?
Jesús está
hablando a Nicodemo, quien vino a verlo de noche para dialogar con Él. Y aunque
Nicodemo le dice que sí entiende que viene de Dios por los signos que realiza, le
surgen muchas preguntas. Jesús se
presenta como “el que bajó del cielo” y subió al
cielo.
Nicodemo
era fariseo, y también conocía la Ley, para él era fácil entender lo que le
explicaba Jesús. Por esa razón, esta parte del diálogo comienza diciendo: “así como Moisés en el desierto levantó la serpiente, así
ha de ser levantado el Hijo del Hombre, para que quien crea en Él tenga vida
eterna” (versículos 14 - 15).
La
centralidad ahora está en la Cruz de Cristo, el que viene a salvarnos del
maligno. Todos los seres humanos hemos sido “picados” por la “serpiente”, es
decir, hemos muerto por el pecado, por el enemigo de Dios.
En conclusión:
1. Tanto amó
Dios al mundo que no quiso que muriera.
2. Entregó a
su Hijo al mundo, para que quien crea en Él, entonces tenga vida eterna.
3. El Hijo no
vino para juzgar, sino que vino para salvar a todo el que crea en el Hijo.
4. Los que no
creen ya quedaron juzgados, y el juicio es que llegó la luz y los de la
oscuridad prefirieron las tinieblas.
5. Quien obra
mal, no se acerca a la luz para que no se conozcan sus obras malas.
Las
palabras claras aquí son: Muerte y Vida eterna; no creer y Creer; Perdición y
Salvación; Tinieblas y Luz. Todo con su explicación en Jesús el Cristo, el
Mesías, el Salvador, el Redentor.
¿QUÉ ME DICE?
Señor, ya
nos vamos acercando a ese momento tan importante para nosotros los Cristianos,
y hoy tu evangelio me invita a profundizar en tu palabra para hacerla mía y
parte de mi vida.
Tú me
prometes la vida eterna y no me exiges otra cosa más que confiar y creer en ti,
en tu presencia real y misericordiosa.
Me muestras
cuánto nos amas, y cuánto nos conoces y aun así con nuestras fragilidades, debilidades e infidelidades decides mandarnos
a tu hijo para amarnos y para mostrarnos tu rostro: un rostro de Padre. Gracias,
Señor, porque tú no tomas en cuenta nuestro pecado sino que nos invitas a
trascender.
Nos das la
libertad, no impones ni exiges nada, sólo nos pides que creamos en ti y en tu
proyecto y de esta manera obtener la salvación que viene de ti.
Nos
muestras también Señor, cuánta maldad y odio hay en el hombre, y esto pasa
cuando nos alejamos de ti que eres la luz. Al leer estos versículos: “Y el juicio está en que vino la luz al
mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran
malas. Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que
no sean censuradas sus obras. Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que
quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios” se me vienen a
la cabeza tantas escenas donde el placer, el poseer y el poder, son más
importantes que las sanas relaciones interpersonales y dirigidas hacia ti.
¿QUÉ LE DIGO?
Ayúdame, Señor, a reconocerte como
el enviado, como aquel que vino a salvar nuestras vidas del pecado para darnos
la vida eterna.
Padre Bueno, no permitas que estas
actitudes (placer, poseer, tener) me alejen de ti, de tu luz, ni que entren en
mi corazón, ayúdame a que seas tú el único ejemplo en mi vida para que mis
obras, pensamientos y deseos estén orientados hacia ti.
Ayúdame a seguir preparando mi corazón,
a ir rasgando lo que me aparta de ti para no caer en las tinieblas.
WENDERLYNG REYES
NOVICIA MAR
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