SANTA CLARA DE MONTEFALCO
En este día celebramos en la Iglesia y
en nuestra familia Agustiniana a Santa Clara de Montefalco.
Nació en Montefalco, en el
año 1268. El nombre de sus padres eran: Damiano e Iacopa Vengente, tuvieron 4
hijos en total. Su hermana mayor, Juana de 20 años y su amiga Andreola,
establecieron una Ermita, en donde se dedicaron a una vida de oración y de
sacrificio.
En el año 1274 se le
concedió aprobación de las autoridades eclesiástica y fue entonces que, Juana
pudo recibir más hermanas a la Orden. La primera candidata fue su hermana
Clara, de 6 años de edad.
El ejemplo de sus padres,
quienes tenían una gran devoción al Señor y a la virgen maría, contribuyó a que
se desarrollara en Clara el deseo de amar y servir al Señor a través de una
vida de oración. Ella era una niña muy viva a la que todos encontraban que
sobrepasaba a las niñas de su edad. Era además, extremadamente amorosa.
Clara
tenía un amor muy grande por los pobres y perseguidos. Enviaba a las hermanas
externas con comida y medicamentos para los necesitados. Así como era amorosa,
generosa y entregada, así mismo era firme. Enfrentaba a todos sus perseguidores
con estas cualidades, nunca retrocediendo ante ellos.
Aunque
ella era una mística, generalmente en contemplación de su Amado Señor
Jesucristo (especialmente en su pasión), y en adoración estática a Dios Padre,
al Hijo y el Espíritu Santo en la Santísima Trinidad, estaba consciente del
mundo a su alrededor. Ella no estaba alejada de él, pero envuelta en él, orando
y haciendo penitencia por su salvación.
En
1290 el reclusorio se convirtió en convento bajo la regla de San Agustín y
clara hizo su profesión religiosa con el nombre de clara de la Cruz
El año 1294 fue un año decisivo en la vida de Clara, cayó en
éxtasis y permaneció así por varias semanas. Las hermanas la mantenían con vida
dándole agua de azúcar. Durante este tiempo, Clara tuvo una visión, en la que
se vio siendo juzgada delante de Dios, “vio el infierno con todas las almas
perdidas sin esperanza y el cielo con los santos, gozando perfecta felicidad en
la presencia de Dios. Vio a Dios en toda su majestad. Le reveló cuan
incondicionalmente fiel un alma debe ser a Él para vivir de verdad en El y con
El. Al recobrarse, resolvió "nunca pensar o decir algo que la separara de
Dios". También decía: Si Dios no me protegiera, sería la peor mujer en el
mundo".
El 22 de noviembre de 1291 muere Juana, Clara es
elegida abadesa por unanimidad. Tiene entonces 23 años y guiará la comunidad
de Montefalco hasta su muerte. Para ello tiene dotes naturales y
extraordinarios dones recibidos del cielo para conocer
los corazones e iluminar las conciencias. No sólo son sus monjas; también acuden a ella sacerdotes,
teólogos, obispos y todo tipo de personas.
Después de recibir el sacramento de la unción de
los enfermos, viene la despedida. Según la costumbre, las religiosas le
hacen a la agonizante la señal de la
cruz en la frente. Pero ella se extraña:¿Por qué me persignáis? Yo tengo a Jesucristo
crucificado dentro de mi corazón.
El proceso de
canonización de Clara de Montefalco comenzó al año siguiente de su muerte,
en 1309. Quedó interrumpido, como tantos otros, a la muerte del papa Juan XXII,
en 1334, y tardó casi 400 años en reanudarse, para no concluirse hasta 1881. Ese
año, el día 8 de diciembre, Clara de Montefalco fue declarada santa en la basílica de
San Pedro, en Roma.
Hoy se le conoce a Santa Clara como patrona
las monjas contemplativas agustinas. Pidamos intercesión de esta
Santa para que cada día nos esforcemos en la construcción del Reino de Dios con
el testimonio de nuestra propia vida.
Diana Gómez
Novicia MAR
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