SANTA MÓNICA

Santa Mónica, nació en Tagaste (África del Norte) cerca de la ciudad de Cartago en el año 332.
Se casó con un hombre pagano,
llamado Patricio él era muy enérgico y
de temperamento violento.
Mónica iba a la iglesia cada día y soportó con paciencia el adulterio y
las cóleras de su marido. Se ganó el afecto de su suegra en poco tiempo e
incluso convirtió a Patricio al cristianismo y calmó su violencia. Patricio
murió poco después de su conversión y Mónica decidió no volver a casarse.
Mónica tuvo tres hijos Agustín, Navigio y Perpetua. Uno de ellos fue San
Agustín, que le dio muchas alegrías por sus éxitos en los estudios, pero
también la hizo sufrir por su vida descarriada. Agustín había sido enviado a
proseguir sus estudios en Cartago, y allí cometió pecados graves. En Cartago
Agustín había abrazado el maniqueísmo lo que le alejó de su
madre. Mónica envió a Agustín al obispo para que lo
convenciera de sus errores, pero el obispo le aconsejó a Mónica que siguiera
rezando por su hijo, diciéndole "no se perderá el hijo de tantas
lágrimas".
A la edad de 28 años, Agustín acogió la gracia
de Dios, se convirtió al cristianismo y
recibió el bautismo. Mónica se había vuelto a reunir con él al morir
Patricio. La madre y el hijo tuvieron seis meses de paz en Casiaco, poco tiempo
después Agustín fue bautizado en la iglesia de San Juan Bautista en Milán. Sin
embargo, África los reclamaba, emprendieron su viaje, se detuvieron en Cività
Vecchia y en Ostia. Aquí la muerte sorprendió a Mónica, y las páginas más
bellas de las Confesiones de Agustín fueron escritas como
resultado de la emoción que experimentó Agustín por la muerte de su madre.
Santa Mónica es puesta por la Iglesia
como ejemplo de mujer cristiana, de piedad y bondad probadas, madre abnegada y
preocupada siempre por el bienestar de su familia, aun bajo las
circunstancias más adversas.
Oración:
Gloriosa Santa Mónica, modelo de madres. Tu vida la admiramos en los
vaivenes de tu hogar y sobre todo, siguiendo a tu hijo Agustín. Supiste atraer
a tu esposo hacia Dios e igualmente a aquel hijo que había perdido la fe. Le
seguías llamándole, orando, llorando... Consíguenos que comprendamos el papel
sagrado de las madres y su influencia en el hogar. Confiamos nuestra familia a
tu protección.
Diana Gómez
Novicia MAR
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