SAN JUAN DE LA CRUZ, PRESBÍTERO Y DOCTOR DE LA IGLESIA
“Vivo sin vivir en mí y de tal
manera espero, que muero porque no muero” (San Juan de la Cruz)
Juan de Yepes, que así se
llamaba el santo, nació en Fontiveros (España), Ávila, en 1542, y pasa por ser
el patrono de los poetas en lengua española.
A los veintiún años ingresó
como novicio en la orden de los Carmelitas y al año siguiente se trasladó a
Salamanca para iniciar estudios en Teología, para poco después entrar en contacto
con Santa Teresa de Jesús que le llamaba en términos afectuosos “mi medio
fraile”, a causa de su débil constitución, a quien siguió en su Reforma
Carmelita, los carmelitas descalzos.
En 1568 fundó el primer
convento de Carmelitas Descalzos de la rama masculina, donde instauró unos
hábitos monacales basados en la austeridad y en la contemplación más rigurosa.
Debido a este cisma entre los carmelitas calzados y los carmelitas descalzos,
dio a parar con sus huesos en la cárcel, donde escribió buena parte de su obra
espoleado por la pena del cautiverio, y donde mortificó su cuerpo y depuró su
alma, su noche oscura del alma.
La poesía de
San Juan de la Cruz se caracteriza por una exaltación amorosa sin precedentes y
una sensualidad que admite lecturas no necesariamente religiosas. Esto se
desprende del uso que hace en sus versos del amor profano, un amor representado
en las figuras del amante y de la amada, como símbolo de su arrebatado
sentimiento de origen divino, que rezuma una intensa pasión por Dios.
La literatura
mística de San Juan de la Cruz hunde sus raíces en el Cantar de los cantares
del rey Salomón.
San Juan de la Cruz murió en
Úbeda un 14 de diciembre de 1591 durante un viaje de vuelta a Segovia, después
de haber sido destituido de todos sus cargos tras un nuevo enfrentamiento doctrinal.
En 1657 recibió la
beatificación del Papa Clemente X y en 1726 fue canonizado por Benedicto XIII.
Que aprendamos
del ejemplo de este gran santo, sobre todo de su relación con Dios, que
nosotros también lleguemos a llamarle Amado Mío y que en esas noches oscuras de
la vida en vez de quejarnos podamos hacer poesía.
Claudia Puac
Novicia MAR
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