MIÉRCOLES SANTO: Reflexión del evangelio de Mt 26, 14-25


“El maestro dice: se acerca el momento, y quiero celebrar la cena de pascua en tu casa…”




MEDITACIÓN:

 Jesús revela quién es Dios y quién es el hombre, manifestándonos en su propia historia divino-humana el misterio de la libertad de ambos.  Aparece claramente en la pasión cuando personas y acontecimientos parecen coartarlo y quebrantarlo hasta clavarlo en la cruz.

En el Evangelio de hoy aparecen dos polos extremos del poder humano: la libertad de entrega-traicionar (abismo de apostasía: Judas) y la de entregarse-darse (la cumbre del amor más grande por los demás: Jesús). Entre ambos polos cada uno es libre de moverse, de llevar a cabo sus opciones cotidianas, pero, el Evangelio nos hace consientes de una realidad: en los dos extremos está el poder de Dios o la fuerza del maligno.

No obstante, hoy no sólo aparece la enorme y vertiginosa capacidad de la libertad humana, sino que también se nos muestra algo de la libertad de Dios: su omnipotencia, que brinda al hombre la salvación sin forzarle; su amor, que se entrega -en el Hijo- a sí mismo para que el hombre no sea presa eterna y casi ignorante del pecado.

Desde siempre Dios había preparado esta pascua; y cuando el Hijo del hombre vino a cumplirla entre nosotros, se ha abierto a toda criatura un nuevo horizonte ilimitado de libertad: la libertad de amar incluso dando la vida para encontrarse en plenitud en el seno amoroso de la Trinidad.


Reflexión tomada del P. Nelson Medina. O.P.

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