CARICIAS



Como personas con sentimientos y emociones en la vida necesitamos caricias que nos motiven a sonreír. Las caricias de una madre cuando estamos en problemas, las caricias de un hermano en señal de apoyo, las caricias de aquella persona especial comunicándonos su afecto, entre otras.

Y como cristianos también necesitamos caricias y, muy especialmente, las caricias del amor de Dios a nuestras almas, a nuestra fe, a nuestras esperanzas, caricias que consuelan en los momentos de duda, de dificultad, de enfermedades y de desesperanza.

Que cada día podamos dirigirnos a Dios diciéndole que nos regale una caricia suya para aceptar cada uno de los acontecimientos que la vida nos ofrece. Que nos de una caricia que nos fortalezca cuando el mundo entero parece darnos la espalda, una caricia que nos encienda en su amor y celo por difundir las maravillas que hace en nuestras vidas y, que también las puede hacer en la vida de todo aquel que sea capaz de abrirle las puertas de su corazón.

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