MEDITACIÓN DEL DÍA OCTAVO
En el día de hoy
estamos invitados a crecer en GENEROSIDAD.
Es la capacidad de dar con desinterés, donde al
amor le gana la carrera al egoísmo.
Es en la entrega generosa de nosotros mismos
donde se muestra la profundidad de un amor que no se agota en las palabras.
Y eso es lo que celebramos en la navidad: el
gesto sin par de un Dios que se da a sí mismo. Lo destaca San pablo: “soberbia
también en la generosidad... pues conocéis la generosidad de Nuestro Señor
Jesucristo el cual siendo rico, por vosotros se hizo pobre para que os
enriquecierais con su pobreza”.
Es un pasaje bíblico en que el apóstol invita a
los corintios a compartir sus bienes con los necesitados. 2Cor 8, 7 – 15.
Sabemos amar cuando sabemos compartir, sabemos
amar cuando damos lo mejor de nosotros mismos en lugar de dar sólo cosas.
Tomemos pues, la mejor decisión: dar cariño,
afecto, ternura y perdón; dar tiempo y dar alegría y esperanza.
Son los aguinaldos que más valen y no cuestan
dinero.
Demos amor, como decía San Juan de la Cruz:
donde no hay amor pon amor, y sacarás amor.
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