LECTIO DIVINA DEL PRIMER DOMINGO DE CUARESMA - CICLO A, EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 4, 1-11

«Jesús ayuna cuarenta días y es tentado»

INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
CONTEXTO:
Queridos hermanos a partir de hoy entramos en el itinerario dominical de la Cuaresma. Nuestro recorrido de 40 días nos llevará hasta la Pascua del Señor, en la cual, apoyados en la victoria de Jesús sobre la muerte y el pecado diremos junto con la comunidad: “no” a Satanás y “sí” a Dios. El primer domingo de Cuaresma es conocido como “de las Tentaciones”. Nos encontramos con un rostro de Jesús poco habitual, pero, de todas maneras, verdadero. Jesús acaba de ser bautizado en el Jordán, donde contemplando el cielo abierto ha escuchado la voz del Padre: “Este es mi Hijo amado, en quien me complazco” (Mateo 3,17). Después esta declaración de amor del Padre por Él, Jesús es conducido por el Espíritu Santo al desierto donde le responderá con una triple declaración de fidelidad. Jesús sabe bien que el desierto, en la Biblia, es el lugar de la soledad, del hambre, donde hay una sensación de pérdida, en contraposición con aquel mundo maravilloso que Dios quería como un jardín, como un lugar de encuentro y de diálogo con el hombre. Y Jesús es el jardín del Padre, la humanidad nueva para un mundo renovado, y desea realizarlo a través de los 40 días de desierto invitándonos a cada uno de nosotros a seguirlo.
 TEXTO
Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 4, 1-11

¿QUÉ DICE EL TEXTO?
Después de que nuestro Señor había ayunado cuarenta días y cuarenta noches en la Biblia el número cuarenta es simbólico, y quiere decir “bastante tiempo”, un tiempo de plenitud y perfección el demonio lo tienta por el lado débil: “Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan”.
Siempre juega con premeditación, alevosía y ventaja. Y, además, quiere que Jesús use sus poderes divinos para satisfacer sus propias necesidades personales; o sea, quiere que cambie e invierta el plan de Dios para poner a Dios a su servicio y comodidad.
Pero nuestro Señor no se deja vencer. Él no dialoga ni un instante con el tentador ni se pone a considerar si esa propuesta es buena o interesante... No. Jesús rompe enseguida, y usa como único argumento la Palabra de Dios: “Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.
El segundo asalto de Satanás: la vanagloria, la ostentación, la búsqueda de triunfos fáciles y rápidos. El demonio quiere que Jesús use ahora su poder para impresionar y “apantallar” a toda la gente. Si se tira del pináculo del templo y los ángeles de Dios lo recogen en sus manos, todo el mundo sabrá que de verdad Él es el Hijo de Dios y quedará conquistado en un instante.
Pero Jesús vuelve a ser tajante con el tentador y de nuevo usa como arma la Palabra de Dios: “También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios”. Está claro que Dios puede hacer lo que quiera, porque es Omnipotente, pero Cristo sabe que no debe “obligarle” a actuar de determinada manera haciéndole peticiones inoportunas que no están dentro de su plan de salvación.
Tercer asalto: la ambición del poder, la apostasía, el tratar que Jesús renuncie a la total dependencia de Dios. El demonio lo lleva ahora a una montaña altísima y le muestra todos los reinos del mundo y su esplendor, y le dice: “Todo esto te daré si te postras y me adoras”. ¡Esta tentación era mucho más terrible, insolente y descarada que las dos anteriores!
Así es siempre Satanás. Primero se insinúa y provoca con una hábil y sutil estratagema; luego es un poco más atrevido; y después, cuando ve que Jesús ha resistido los primeros intentos, se vuelve tremendamente avasallador y descarado.
Pero nuestro Señor tampoco va a ceder esta vez. Si ahora es más descarado y frontal el ataque del enemigo, Jesús también se vuelve ahora mucho más enérgico y radical con el tentador: “¡Vete, Satanás, porque está escrito: ¡Al Señor tu Dios adorarás y a Él solo darás culto!”. Nuestro Señor pone por tercera vez el argumento de la Palabra de Dios y no se hace sofismas ni fáciles razonamientos para engañar su conciencia. Dios no se equivoca.
 
¿QUÉ ME DICE EL SEÑOR?
Hoy estoy invitada a reflexionar sobre la gracia de Dios, descubro que Él actúa en mi vida de una manera notoria, así como obraba en la vida de Jesús.
Soy consciente que solo cuando me dejo impregnar de Dios puedo tener la capacidad de decir NO a las diferentes tentaciones que se me van presentando día a día, las cuales pretenden hacerme caer en mi propio individualismo, soberbia, egoísmo y miedos.
El texto también me invita a tomar el ejemplo de Jesús, enraizando mi vida en Dios fuente de toda vida, sacando de Él mi fuerza para luchar con valentía y firmeza.
¿QUÉ LE DIGO YO AL SEÑOR?
Señor: hoy te quiero pedir que me llenes de ti, de tus dones, de tu gracia, que realmente sea consciente de este tiempo tan hermoso que tú me permites vivir y pueda abandonarme en tus manos, siendo un instrumento fiel para cuantos me rodean. Ayúdame a aprovechar cada momento de gracia que tu pones en mi vida y de esta manera pueda anunciarte a todos con alegría y fortaleza.
 
Fuentes:
Padre Fidel Oñoro-Lectio divina Evangelio según San Mateo 4, 1-11
Diana Gómez
Novicia MAR

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