LECTIO DIVINA DOMINGO XVl DEL TIEMPO ORDINARIO-CICLO A, EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 13, 24-43
«DÉJENLOS CRECER JUNTOS
HASTA LA SIEGA»
INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
Ven, Espíritu
Santo, Consolador, hazte luz para quienes todo lo ven oscuro; amor, para quienes se
creen o están solos; fuerza, para quienes perciben la debilidad física y
también en su espíritu. Tú eres el mejor Abogado, defiéndenos de nosotros
mismos, de nuestras melancolías y desesperanzas. Amén.
CONTEXTO:
El
evangelio de este domingo nos insiste a través de tres parábolas en la mirada
benévola que Dios tiene sobre hombre y su historia, pues siempre le entregará a
su creación lo mejor, para que se desarrolle en plenitud: el Reino. No
obstante, el evangelio es claro en advertir que el mal es una realidad que
tiene influencia en el mundo, pero quien tiene el poder absoluto es Dios,
porque su misericordia está por encima de todo mal. Que la palabra nos anime en
esta nueva semana que comenzamos para que nuestra vida pueda ser reflejo del
encuentro con nuestro Maestro.
TEXTO
Del
Evangelio según san Mateo 11, 25-30
¿QUÉ
DICE EL TEXTO?
La
primera de las parábolas nos pone ante una realidad demasiado cotidiana que es
fácilmente reconocible si nos observamos a nosotros mismos y a nuestro
alrededor. Junto a las semillas de gracia, de bondad y amor, de justicia y paz,
de libertad y verdad… hay otras semillas extrañas e incluso opuestas:
violencia, egoísmo, frivolidad, maldad, injusticia, mentira y esclavitud…
Podemos caer en la tentación de los criados de la parábola: arrancar las semillas de la malaventuranza infeliz del enemigo Satán, para que sólo crezcan las de la bienaventuranza dichosa del amigo Dios.
¡Qué difícil coexistencia la del trigo y la cizaña, la de la gracia y el pecado! Porque Dios trabaja incansablemente por nuestra felicidad, pero no es el único “obrero” en nuestro campo. Su Reino es de paz, de justicia, de amor, de misericordia y de perdón, de fe y esperanza, de fidelidad y comunión…, que se ha plantado en un campo (nuestra vida y la del mundo) en el que hay otro que también planta y acrecienta su semilla: la guerra, la injusticia, el desamor, la dureza y el rencor, el descreimiento y la desesperanza, la infidelidad y la división.
Por amor al trigo hay que saber convivir vigilantes con la cizaña: sin escandalizarse, pero sin bajar la guardia, sin maldecir, pero sin creer que todo da lo mismo… La confusión es uno de los males más frecuentes porque no permite advertir el error. Contamos con la ayuda de Dios y de su Espíritu que sostiene nuestra debilidad, y con la de la comunidad eclesial que nos acoge, discierne, educa y acompaña.
Podemos caer en la tentación de los criados de la parábola: arrancar las semillas de la malaventuranza infeliz del enemigo Satán, para que sólo crezcan las de la bienaventuranza dichosa del amigo Dios.
¡Qué difícil coexistencia la del trigo y la cizaña, la de la gracia y el pecado! Porque Dios trabaja incansablemente por nuestra felicidad, pero no es el único “obrero” en nuestro campo. Su Reino es de paz, de justicia, de amor, de misericordia y de perdón, de fe y esperanza, de fidelidad y comunión…, que se ha plantado en un campo (nuestra vida y la del mundo) en el que hay otro que también planta y acrecienta su semilla: la guerra, la injusticia, el desamor, la dureza y el rencor, el descreimiento y la desesperanza, la infidelidad y la división.
Por amor al trigo hay que saber convivir vigilantes con la cizaña: sin escandalizarse, pero sin bajar la guardia, sin maldecir, pero sin creer que todo da lo mismo… La confusión es uno de los males más frecuentes porque no permite advertir el error. Contamos con la ayuda de Dios y de su Espíritu que sostiene nuestra debilidad, y con la de la comunidad eclesial que nos acoge, discierne, educa y acompaña.
¿QUÉ ME DICE EL SEÑOR?
En este
día el Señor me hace una invitación muy particular: estar atenta a mi tierra,
no dejar que la cizaña entre en ella y crezca, esto lo puedo hacer por medio de
la escucha atenta a su Palabra, la docilidad, la prudencia, la responsabilidad
con lo que Él me ha confiado. Hoy estoy invitada a caminar estando alerta a
todo lo que acontece a mi alrededor, sin tener miedo a vivir con radicalidad el
encargo de Dios y alimentar su palabra en mi corazón. “No dormirme”: esto es
estar atenta a todo lo que voy experimentando en mi día a día.¿QUÉ LE DIGO YO AL SEÑOR?
En este
día pido Señor tu gracia para estar alerta a lo que crece en mi vida, que pueda
reconocer tu presencia en cada momento y deje que tu amor me llene, me
acompañe, me nutra y me fortalezca, así como sucede con el grano de mostaza,
que, aunque es la semilla más pequeña crece muy alto, que mi vida arraigada en
ti pueda crecer y cobijar a muchas personas.
Fuentes:
Diana
Gómez
Novicia
MAR
Comentarios
Publicar un comentario