1. LA PEREGRINACIÓN AL CORAZÓN


Cinco técnicas para rezar desde el corazón
Durante estos días les quiero compartir cinco profundas reflexiones sobre la oración, estas se basan en el libro de Jean Lafrance” La oración del corazón”. Las citas textuales son tomadas de allí. Deseo que al igual que a mí a ustedes también les pueda ayudar en su camino de fe.

1. LA PEREGRINACIÓN AL CORAZÓN 
Muchas veces solo vivimos. No somos conscientes de lo que llevamos dentro de nosotros mismos. Estamos como adormecidos y dejamos dormitar en nuestro corazón las energías del Espíritu. «En el Evangelio, Cristo no cesa de repetir que hay que velar y orar, tras la puerta, esperando su vuelta: «velad, estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre» (Mt. 24, 42-44). El hombre así despierto debe aprender a convertirse en vigilante, es decir en un ser que espera pacientemente en silencio, que el rostro de amor de Dios quiera revelarse a los ojos de su corazón. Orar se convierte entonces en una larga espera, muda y silenciosa, animada por un intenso deseo de ver el rostro del Padre. Las disciplinas de este estado de alerta están pues ligadas al dominio del tiempo. Si el aspirante a la oración interior está impaciente por ver el rostro de Dios, su oración correrá peligro de convertirse en un movimiento en el que cambia continuamente sus términos de referencia. Debe, pues, aprender a dominar el tiempo y a colocarse en presencia de Dios, sin tratar de huir ni de dar a esta presencia un contenido racional o emocional». Es como aprender a sorprender al corazón en oración sin que la razón prepare nuestro diálogo con Dios.
Todo esto tiene que ver con abrirnos auténticamente a la conversión. Ésta no es una gracia de fuerza, sino de luz; una luz que no podemos fabricar nosotros mismos. Dios no nos pide que la fabriquemos, sino que la aceptemos y nos dispongamos a recibirla esperándola con deseo. Ésta es la fidelidad de los que velan esperando la vista del Maestro, como decíamos más arriba. Obtendremos la gracia de esta visita en la medida en que aceptemos que la necesitamos.
Diana Gómez
MAR

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