2. DESPERTAR EL RECUERDO DE DIOS


La conversión es una verdadera revolución. Se trata de que el mundo no gire a mi alrededor, sino alrededor de Dios y de los demás. «De este modo en el movimiento de conversión, el hombre encuentra su verdadera naturaleza que es el ser oración. (…) Es preciso volver a insistir sobre la adoración como movimiento espontáneo y constitutivo del hombre, pues es la única manera de entender que está llamado a la oración continua. Está hecho para el rostro y la comunión». Por eso la inclinación del corazón del hombre es ofrecerse, amar y buscar a Dios, en una palabra, adorar. Para adorar es necesario haber visto el rostro de Dios y sentirse atraído por él. Para adorar hace falta más que la visión, hace falta el amor. Darnos a Dios.
«En vez de ofrecer un día perfecto (¿qué significa eso?) ofrecemos un día lamentable, ¿qué importa, con tal que se ofrezca? Dios puede hacer lo que quiera del menor instante de nuestra vida si nosotros estamos decididos a ofrecérselo tal como es. Para liberarnos de todos nuestros complejos, lo más sencillo es darlos tal como son, sin tratar de librarse de ellos antes. Los que se acicalan antes de presentarse a Dios, parecen como si no quisieran darle todo, sino lo más hermoso, aunque sea precisamente lo feo lo que desea curarle Cristo».
Diana Gómez
MAR

Comentarios

Entradas más populares de este blog

No llores si me amas. Carta de San Agustín a su madre (Santa Mónica).

LECTIO DIVINA- IV DOMINGO DE PASCUA-CICLO B- JUAN 10, 11-18

LECTIO DEL SEXTO DOMINGO DEL CICLO B JN 15, 9-17