5. EL VERDADERO AMOR
A
menudo nos repiten que deberíamos hacer un esfuerzo para amar a los demás o
para vencer una antipatía, y por eso hemos llegado a creer que el amor al
prójimo depende de nuestra buena voluntad. Es cierto, el amor exige una actividad
por nuestra parte, pero tiene que situarse en las profundidades de nuestro
corazón, allí donde está derramado el amor.
«Pasa
con el amor al prójimo lo mismo que con la oración; mientras intentemos hacer
que nazca fuera, con el esfuerzo de la inteligencia o de la voluntad,
fracasaremos lamentablemente. Este amor no es una virtud moral. Antes
de amar a Dios y a los hermanos, hay que vivir la realidad de que Dios me ama. Se
trata de un amor recibido, es la vida del resucitado derramada en nuestros corazones».
Para terminar,
les dejo una hermosa oración de José Luis Martín Descalzo para pedirle a Dios
que nos enseñe a orar con el corazón: «Hoy sé que mi vida es un desierto, en el
que nunca nacerá una flor, vengo a pedirte, Cristo jardinero, por el desierto
de mi corazón. Para que nunca la amargura sea en mi vida más fuerte que el
amor, pon, Señor, una fuente de alegría en el desierto de mi corazón. Para que
nunca ahoguen los fracasos mis ansias de seguir siempre tu voz, pon, Señor, una
fuente de esperanza en el desierto de mi corazón. Para que nunca busque
recompensa al dar la mano o al pedir perdón, pon, Señor, una fuente de amor
puro en el desierto de mi corazón. Para que no busque a mí cuando te busco y no
sea egoísta mi oración, pon tu cuerpo, Señor, y tu palabra en el desierto de mi
corazón. Amén».
Diana Gómez
MAR
Comentarios
Publicar un comentario