LECTIO DIVINA DOMINGO l DEL TIEMPO DE ADVIENTO CICLO B, EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 13, 33-37
“Velen, pues no saben cuándo vendrá el Señor de la casa”
INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
Ven, Espíritu. Me abro a tu acción creadora.
Tú me enseñas a encontrar y seguir a Jesús, a
vivir el Evangelio.
Tú me amas.
CONTEXTO:
Queridos
hermanos: hoy, primer domingo de adviento, escribimos una nueva historia de la mano
del Señor y emprendemos un camino de renovación integral para ir de lo bueno a
lo mejor, preparando nuestro corazón para acoger a Cristo el Enmanuel, que desea
hacerse presente en nuestra vida y renacer desde lo profundo de nuestro ser. El
evangelio nos invita a permanecer atentos a su presencia, teniendo un corazón vigilante,
pues de nada sirve pedirle a Dios que se haga presente si no estamos dispuestos
a buscarlo y descubrirlo en la cotidianidad y en el trato a los hermanos. Que
este nuevo año litúrgico que estamos iniciando sea la oportunidad para crecer
en el amor a Dios y al prójimo, para que nuestra vida tenga un sentido profundo
y al final digamos: ¡ha valido la pena!
TEXTO
Santo Evangelio según Marcos 13, 33-37
Jesús
dijo a sus discípulos: «Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. Es
igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus
criados su tarea, encargando al portero que velara. Velad entonces, pues no
sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al
canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre
dormidos. Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!»
¿QUÉ DICE EL TEXTO?
1. Estén prevenidos (v. 33)
Jesús
nos exhorta a la vigilancia.
La enseñanza de Jesús no pretende infundir el miedo
al no revelar el día ni la hora.
El Señor quiere decirnos que todas las horas y todo
tiempo son buenos para esperarle y encontrarse con Él. Todo tiempo es bueno
para esperarle y recibirle.
Lo importante es vivir el presente en comunión de
amor con Él y no estar obsesionado o preocupado por conocer cuándo será el
final de los tiempos o el de la vida de cada uno.
El Señor viene continuamente. Hay que vigilar y
discernir esos momentos especiales de la venida del Señor en el tiempo de
salvación. Si nosotros nos encontramos con el Él continuamente, no hay que
temer el final de nuestra vida en la tierra.
Ninguno
de nosotros vive para sí mismo ni muere para sí mismo; si vivimos, vivimos para
el Señor; y si morimos, morimos para el Señor. Así, pues, tanto si vivimos como
morimos, somos del Señor (Rom 14, 7-8).
2. No sea que los encuentre dormidos (v. 36)
Nuestro Dios es un Dios sorprendente. Porque no es
un Dios para un tiempo, sino para todo tiempo. Es el Dios-con-nosotros, que
quiere estar dentro de nosotros.
Sorprendente, porque puede llegar a cualquier hora:
al atardecer, a media noche, al canto del gallo o al amanecer (v. 35).
Para el que confía y espera todos los momentos del
día y de la noche son historia de salvación. El tiempo se convierte así en
“sacramento” del encuentro con el Señor.
Sorprendente, porque Él se presenta calladamente en
el interior de cada uno, en los acontecimientos de la vida.
Sorprendente, porque no viene a pedir cuentas, sino
a dar: Jamás nadie vio ni oyó hablar de un Dios que actúe como tú, para quien
confía en él (Is 64, 2).
Doy gracias a Dios continuamente por ustedes, pues
les ha concedido su gracia mediante Cristo Jesús, en quien han sido
enriquecidos abundantemente con toda palabra y con todo conocimiento (1 Cor
4-5). Jesús ha venido para regalarnos la salvación total. Hemos de abrirnos en
confianza total a Él.
Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra
nosotros? El que no perdonó a su propio Hijo, antes bien lo entregó a la muerte
por todos nosotros, ¿cómo no va a darnos gratuitamente todas las demás cosas
juntamente con él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios, si Dios es el que
salva? ¿Quién será el que condene, si Cristo Jesús ha muerto, más aún, ha
resucitado y está a la derecha del Padre intercediendo por nosotros? ¿Quién nos
separará del amor de Cristo? ¿El sufrimiento, la angustia, la persecución, el
hambre, la desnudez, el peligro, la espada?... Pero Dios que nos ama, hará que
salgamos airosos de todas estas pruebas (Rom 8, 31-37).
El Señor nos brinda toda su confianza, amor y
salvación. Estemos despiertos, en la espera y en la esperanza.
¿QUÉ ME DICE EL
SEÑOR?
Velad: es la palabra que hoy resuena en mi corazón,
el Señor me invita a estar despierta, vigilante, no como el que se duerme por
el cansancio de la noche, como en momentos que dejo dormir mi fe, descubro que
este tiempo es una nueva oportunidad que el Señor me regala para permanecer en Él,
para seguir conociéndolo y reconociéndolo como el Señor de mi vida.
¿QUÉ LE DIGO YO AL
SEÑOR?
Señor: hoy me
invitas a estar vigilante, a esperar, a abrir los ojos, a no tener miedo de lo
que tú me confías, te doy gracias Señor, por esta oportunidad que me das de
caminar contigo y pido tu gracia para no abandonar este proyecto de Amor que me
regalas.
Fuente:
http://es.catholic.net/op/articulos/17014/enviado17014.html#modal
Diana Gómez
MAR
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