LA ESPERANZA LLEGA

 La esperanza es una criatura muy diferente. Es una elección —una disciplina autoimpuesta a confiar en Dios, mientras que nos juzgamos a nosotros mismos y al mundo con claridad imperturbable, y no sentimental. En efecto, es una forma de autodominio inspirada y reforzada por la gracia de Dios. «La forma más elevada de esperanza —dijo Georges Bernanos— es la desesperación, superada». Jesucristo nació en un establo y murió brutalmente en una cruz no para hacer un mundo bueno, incluso mejor, pero para salvar a un mundo roto de sí mismo a costa de su propia sangre. Tal es el mundo real, nuestro mundo cotidiano, el mundo de la esperanza cristiana —el mundo del que Spe salvi habla cuando dice que «Toda actuación seria y recta del hombre es esperanza en acto» y «la grandeza de la humanidad está determinada esencialmente por su relación con el sufrimiento y con el que sufre. Esto es válido tanto para el individuo como para la sociedad.

En palabras de Spe salvi: «Sufrir con el otro, por los otros; sufrir por amor de la verdad y de la justicia; sufrir a causa del amor y con el fin de convertirse en una persona que ama realmente, son elementos fundamentales de humanidad, cuya pérdida destruiría al hombre mismo».

A medida que nos preparamos para la alegría de la Navidad de este año, vivamos bien el Adviento y recordemos por qué estamos llamados a ser alegres. En definitiva, la Navidad no se trata de regalos o villancicos o fiestas, aunque to das estas cosas son maravillosas propiamente. La Navidad se trata del nacimiento de Jesucristo, que da sentido y esperanza a un mundo que necesita redención. En él, y sólo en él, está nuestra esperanza.


Fuente: https://www.catholiceducation.org/es/religion-y-filosofia/vida-espiritual/una-reflexion-de-adviento.html

Yessica Victoria, Novicia MAR

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