LECTIO DIVINA PARA DE 13 DE DICIEMBRE 2020 DOMINGO III TIEMPO DE ADVIENTO CICLO B.
«Yo soy la voz
que grita en el desierto.»
INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
Espíritu Santo,
eres el alma de mi alma, te adoro humildemente.
Ilumíname,
fortifícame, guíame, consuélame.
Y en cuanto
corresponde al plan eterno Padre Dios revélame tus deseos.
Dame a conocer lo
que el Amor eterno desea en mí.
Dame a conocer lo
que debo realizar.
Dame a conocer lo
que debo sufrir.
Dame a conocer lo
que con silenciosa modestia y en oración, debo aceptar,
cargar y soportar.
Sí, Espíritu Santo,
dame a conocer tu voluntad y la voluntad del Padre.
Pues toda mi vida
no quiero ser otra cosa que un continuado perpetuo Sí a los
deseos y al querer
del eterno Padre Dios.
CONTEXTO:
El domingo pasado, el comienzo del
evangelio de Marcos nos relató su actividad de preparación del camino del
Señor; en esta ocasión con el evangelio de Juan, entramos en su “vida
interior”, en su identidad personal de cara al Mesías que viene. Para poder dar
cuenta de “quién es Jesús” es necesario que sepamos también “quiénes somos”
nosotros; mejor aún, el verdadero testimonio acerca de Jesús debe ir acompañado
de un sano, realista y humilde conocimiento de sí mismo.
Dos partes de la primera página del
evangelio de Juan están puestas a nuestra consideración, la primera es un
párrafo del Himno-Prólogo (Jn 1,6-8) que retrata a Juan bautista como el
“testigo de la luz”, y la segunda retoma la primera escena del evangelio
en que Juan muestra cómo lleva a cabo dicho testimonio (Jn 1,19-28), ahí
está subrayado el tema de la “identidad”.
TEXTO
Del Evangelio según san Juan 1,6-8.19-28:
¿QUÉ DICE EL TEXTO?
El
ejemplo de Juan Bautista, en este tiempo de adviento, es una invitación a ser
conscientes, como él, de quienes somos realmente, para valorarnos objetivamente
sin considerarnos superiores a nadie, ni tampoco caer en el auto-menosprecio.
Eso implica renunciar a la pretensión de convertirnos en los protagonistas,
porque el único protagonista es el Señor; es a Él a quien debemos seguir todos.
Lo que hacemos es difundir su enseñanza, no la nuestra; por tanto, quien la
acepte y quiera hacerla suya, se convierte en discípulo suyo, no nuestro; es al
Señor al que tienen que seguir, no a nosotros.
Nuestra
vida, como la de Juan, debería intrigar a quienes nos rodean. Si no lo hace, es
porque no nos diferenciamos en nada de lo que dicen y hacen los demás. No es
que tengamos que llamar la atención por donde quiera que vayamos; pero tampoco
es normal que un discípulo del Señor pase desapercibido. Todo el que está lleno
de Dios, lo transmite hasta sin pretenderlo. Pidamos al Señor que, en este
tiempo de adviento, seamos capaces de dejarle un huequecito aún mayor en
nuestra vida, para que llenos de Él, podamos como Juan, transmitirlo a todo el
mundo.
¿QUÉ ME DICE EL
SEÑOR?
Señor hoy con tu Palabra me sigues invitando a preparar el
camino, hoy me presentas a tu hijo, por medio de Juan el Bautista, dándome a
conocer que Juan solo prepara el camino y Jesús es el que ha de venir a
salvarnos por amor.
¿QUÉ LE DIGO YO AL
SEÑOR?
Señor dame la gracia de escuchar a tu hijo, y sobre todo
reconocerlo como mi salvador, el mesías, aquel que entrego su vida por el amor
que nos tiene, y le de el lugar en mi vida como mi Rey.
https://www.buscadmirostro.es/CicloB/adviento/3advientorfx.html
Yessica Victoria, Novicia
MAR
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