CULMINANDO EL NOVICIADO

Mirar hacia atrás hoy sólo puede tener una consecuencia: la gratitud. No me cansaré de repetir con el salmista, ¡El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres! Así es.

Ya en la recta final de la etapa de noviciado, a unos días de comprometerme definitivamente con Dios y su proyecto, con la Iglesia, con nuestra congregación y conmigo misma y mi opción de ser toda de Dios, no puedo más que agradecer gozosamente todo lo recibido a lo largo de estos dos años y poquito.

En esta etapa, de la semillita de la vocación que Dios ha sembrado en mi corazón, con ayuda de mis hermanas, y en especial de Nieves Mary, nuestra maestra, han brotado algunos retoños. El primero de ellos, la oración. Este ha sido un tiempo de encuentro profundo con el Señor, de  traducir mi respuesta en la decisión cotidiana de estar con Él, a veces entre fuegos artificiales, a veces entre páramos y desiertos, a veces en una quietud silenciosa… pero con la certeza de que Él está siempre presente.  Allí, sólo allí, encuentro la confianza necesaria para ejercitarme en el abandono, para vencerme a mí misma, para caminar hacia Él a pesar de mis tropiezos y caídas.

Me he chocado de frente con un Dios que me ama inagotablemente, y qué bueno ha sido descubrir ese amor. Es una realidad que transforma, que convierte y que impulsa a amar y a anunciar a los demás la posibilidad de vivir este amor, de dejarse atrapar en el círculo virtuoso que provoca...La etapa del noviciado ha redimensionado totalmente mi idea de la misión, segundo retoño. Ya no se trata de “hacer” mucho, sino de amar mucho, y actuar coherentemente con ese amor. Sólo el amor genera la valentía  de luchar contra las fuerzas y realidades de opresión de nuestro mundo… Sólo el amor me mueve a salir de mis egoísmos para darme a los demás… Sólo el amor capacita para acoger la cruz y abrazarla.

El tercer retoño, sin duda alguna, la comunidad. Hemos tenido espacio para saborear con gusto este don maravilloso de “vivir las hermanas unidas” en la búsqueda del Dios que sale a nuestro encuentro… estudios, trabajos, recreaciones, actividad pastoral, días de descanso… todo ha servido para que podamos comprender de manera mucho más profunda en qué consiste el proyecto de hermandad que Jesús inició movido por el deseo del Padre. No todo ha sido color de rosa, obviamente, pero aquellos momentos de crisis, de discusiones, de incomprensiones y debilidad en el amor, son los que me han hecho crecer más rápido, los que han puesto de manifiesto mis debilidades para que pueda asumirlas y dejarlas iluminar y convertir por Dios. ¡Gracias, Señor, porque me has dado hermanas! A todas, gracias por su paciencia e incondicionalidad, por amarme a pesar de todo.

Y hay otros, otros muchos que no detallaré, pero que sin duda forman parte de esta plantita de mi respuesta vocacional: discernimiento, decisión en la formación, capacidad de sacrificio, acercamiento a la figura de san Agustín, un hombre que mientras más lo conozco más me empuja a seguir a Jesús, autoconsciencia… ¡Todo es Gracia! Gracia inmerecida, desde luego, pero acogida con toda la alegría de la que soy capaz y con un tremendo ¡GRACIAS, SEÑOR!, en los labios y en el corazón.


Yolenny Ramírez Corporán

Comentarios

  1. Hermosas palabras... muchas bendciones

    ResponderBorrar
  2. Debo confesar que durante mucho tiempo no entendí tu desicion, no entendía como una chica tan joven, tan inteligente con tanto futuro por delante decidía dar ese cambio tan radical en su vida, durante mucho tiempo culpe a la iglesia por haberte "captado" para tal fin por que para mi eras mucho y demasiado; tanto que merecías más; quizas todas esas cosas que yo había imaginado para ti,pero claro que más se puede ser, pero y que más alto se puede llegar que vivir al lado de Dios ser por y para el. Ahora me resulta todo muy fácil pero fueron meses de desconcierto pero tu me ayudaste a verlo todo de otra manera, verte feliz y con ese brillo en los ojos han sido la prueva de que era la mejor desicion; TU DESICION. perdón por no comprender y gracias por ayudarme a entender (aunque me costó). Que orgulloso debe estar Dios de tener una misionera de ese calibre te acompañó, te deseo lo mejor y te quiero.

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

No llores si me amas. Carta de San Agustín a su madre (Santa Mónica).

LECTIO DIVINA- IV DOMINGO DE PASCUA-CICLO B- JUAN 10, 11-18

LECTIO DEL SEXTO DOMINGO DEL CICLO B JN 15, 9-17