Unas de las palabras que se
posaron en mi corazón al iniciar los ejercicios espirituales en el desierto de
la Candelaria, fueron las palabras de un fray muy querido: “Fray Emilito, OAR”.
Sus palabras fueron: aprovechen estos espacios de silencio, no hagan muchos
propósitos, sino uno solo. También nos exhortaba a tener presente que Dios nos
ama, pero a veces no imaginamos con qué inmensidad.
Cuando iban pasando los días,
me di cuenta que sus palabras se hicieron vida en esta experiencia de amor que
tuve con mi Señor Jesús.
Me siento más que bendecida y
agradecida por estos días de silencio, de encontrarme conmigo misma, de
experimentar la grandeza del amor de Dios y de qué manera se hace vida en
nosotros cuando le dejamos actuar y abrimos los oídos del corazón, para
escuchar su voz que nos habla en todo momento.
A través de los temas y la
Lectio reflexionada en referencia al discernimiento en diferentes momentos,
quedaron muchas admoniciones internas
resonando en mi corazón, que me hicieron profundizar y vivir estos
días entregándome y dejando que Dios
vaya haciendo su obra en mí.
Dentro de estas están:
Primero que para hacer un verdadero discernimiento, debemos hacerlo movido
por el Espíritu Santo, no de prisa, ni
en momentos emocionales, ya que el discernir es un don que vamos pidiendo al
Señor y que tenemos que esperar con paciencia. En conclusión es hacer su
voluntad.
Este retiro me ayudó a seguir
dando repuestas a las llamadas que Dios me hace de estar siempre con él y de
ver su presencia en los diferentes acontecimientos que me rodean.
Y que el encuentro con Dios
tiene que llevarme a una trasformación
de mente y corazón, que se vea reflejado en la convivencia comunitaria y el
servicio a los más pobres.
Sentí en estos días que yo no
camino sola por este sendero, sino que Dios me acompaña, me ilumina, y me
abraza en esos momentos de vacíos y sequedad que puedan surgir en el camino.
La palabra de Dios me hizo ver, que las dificultades son parte de
aquel que sigue a Jesús, pero tiene otro sentido cuando la aceptamos con
paciencia y viendo el rostro de Jesús en ella.
El día miércoles al
contemplar la cruz de Jesús, pude percibir una vez más el amor de Dios, su
entrega generosa y me decía en mi interior “¡Señor cuánto sufriste por amor a
nosotros y por momento con mi actitud no reconozco tu gesto!”. Mi ojos no se
cansaban de contemplarla, pero a la vez mi corazón se encendía de más amor por
él y de entregar mi vida como el la dio por mí.
Como discípula del Señor me
siento llamada a cargar con mi cruz, a ver en ella la gracia y la misericordia
de Dios, sabiendo que yo no llevo la cruz sola, sino que con la ayuda de Dios
la carga es más ligera. También me siento
invitada a ser testigo y testimonio de su amor en medio de tantas personas que
me rodean, con una total disponibilidad en todo.
A través del sacramento de la
confesión, vi a ese Jesús que abría sus brazos hacia mí como su hija y que me
invitaba a purificar mi corazón, sentimientos, motivaciones para seguirlo con
más firmeza.
También agradezco la
mediación de la Hna. Nieves Mary, su entrega y cercanía en estos días por medio de las charlas
y del acompañamiento. Dios se vale de
instrumentos para ayudarme a crecer y ver en ellos su voluntad. Y gracias a mi comunidad por su generosidad, apoyo y
oraciones.
Como compromiso y en
respuesta a la vivencia de este encuentro con Dios a la luz de la palabra, solo me queda decir
“Señor Jesús, mi vida es toda tuya, te la entrego como una ofrenda de amor, pero
camina siempre a mi lado, no me sueltes y dame la gracia para mantenerme firme
hasta el final.
“Sin en el amor de Dios, la
vida no tiene sentido”
Del 23 al 28 de enero, las hermanas novicias, realizaron sus Ejercicios Espirituales Agustinianos anuales, acompañadas de su Maestra, quien se los dirigió. Nos encontramos al llegar con la presencia del P. Emilito Vanegas, oar quien estaba disfrutando unos días de descanso. Pudimos conversar con él un ratico bien sabroso y reflexivo.
Y después de lleno nos metimos en estos días santos, a la luz de la Palabra, san Agustín, sobre el Discernimiento, la Eucaristía, presidida por el p. Germán Andrés Rodríguez, oar. Agradecemos su colaboración y atención en todo momento, sobre todo para las exposiciones y reservas del Santísimo y las Confesiones. ¡¡¡Gracias Fray Germán!!!
Nos acompañaron los dos hermanos novicios guatemaltecos: Alejando y Pablo, en la dinámica del Retiro, aunque si bien, su Maestro fray Germán, les daba las charlas, ellos participaron de nuestro horario tanto en las refecciones como en la liturgia y oración.
El silencio, la contemplación, la cercanía con el Santísimo, el buen olor a Cristo que emana de la fraternidad agustino recoleta en este Desierto de la Candelaria, donde todo habla de Dios, propiciaron unos días de encuentro profundo con el Señor.
Participamos también en la Novena de Ntra. Sra. La Virgen de la Candelaria
Fray Emilito, rodeado de la ternura de los hermanos, proclama el Evangelio
Día de la Adoración de la Cruz
El último día, después de la cena, tuvimos un recreo compartido con los padres y hermanos novicios.
“Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios”
En este cuarto domingo del tiempo ordinario disponemos nuestro corazón para el encuentro con Dios mediante su palabra, para esto invoquemos al Espíritu Santo diciendo:
Ven, Espíritu Santo, ilumina mi mente, abre mi corazón, toma mis manos, para que comprenda el mensaje de la Palabra, para que sienta la profundidad del amor divino, para que camine abriendo mis manos a los que necesitan curación y misericordia.
Ven, Espíritu Santo, aumenta mi fe en el Dios que ama a todos, santos y pecadores; dame el amor que abraza a todos los hombres y mujeres del mundo entero; afianza mi esperanza en medio de mis debilidades, limitaciones e incapacidades.
Ven, Espíritu Santo, yo solo sé que no puedo hacer nada; acompáñame, guíame, llévame, para que pueda llegar al abrazo del Padre, para que pueda seguir las Palabras y enseñanzas del Hijo, para que pueda caminar con los demás, con amor, fe y misericordia, con la fuerza, la luz y la ternura que vienen solo de Dios.
CONTEXTO
Las Bienaventuranzas las encontramos al inicio del Sermón de la Montaña, cuando Jesús sube como Moisés a una montaña, mientras Moisés permanece de pie esperando la revelación del Señor, aquí es Jesús, que se sienta (señal de autoridad) y es Él el que da la Nueva Ley, aquello que debe ser constitutivo de la vida cristiana. Así como Moisés recibió las Tablas de la Ley como condiciones para que el pueblo elegido sea el pueblo de Dios, así el Señor Jesús nos deja las Bienaventuranzas como algo constitutivo de la vida cristiana, como aquello que debe identificar y caracterizar a todos los que se llamen cristianos.
En sí, las Bienaventuranzas son a su vez todo un programa de vida como también una síntesis de las actitudes y disposiciones que debe tener el seguidor del Señor Jesús. De ahí, que se las considere como la Constitución de la vida cristiana, que expresan la manera de ser que debemos tener a la hora de vivir nuestra fe.
En cada una de las Bienaventuranzas encontramos tres momentos:
1) El anuncio de la Bienaventuranza.
2) El destinatario de la bienaventuranza.
3) El motivo de la Bienaventuranza.
A la hora de reflexionar es importante detenernos principalmente el porqué de las Bienaventuranzas, es decir, en la parte final, porque es ahí, donde encontramos el sentido de todo lo anunciado. Es importante detenernos principalmente en algunas de ellas que son las que dan sentido a todas las demás, como pueden ser la primera y la octava donde el motivo de la Bienaventuranza es que de ellos…es el Reino de los Cielos (Mt 5,3.10).
De ahí, que reflexionar sobre las Bienaventuranzas es colocarnos de lleno en aquello que debe identificar y caracterizar nuestra vida cristiana, destacando aquello que es constitutivo de nuestro seguimiento del Señor Jesús…
TEXTO Mateo 5,1-12
Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él. Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo: "Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia. Felices los afligidos, porque serán consolados. Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia. Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios. Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios. Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí. Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron."
¿QUÉ DICE EL TEXTO?
Mateo escribe para las comunidades de judíos convertidos, que viven en el contexto de ruptura con la sinagoga. Antes de la ruptura, gozaban de una cierta aceptación social. Pero, ahora, después de la ruptura, la comunidad entró en crisis y en ella empezaron a aparecer diversas tendencias en lucha entre ellos.
Algunos que pertenecían a la línea farisaica querían mantener el mismo rigor de la observancia de la Ley, a la que estaban acostumbrados antes de su conversión a Jesús. Pero al hacerlo, excluían a los pobres y pequeños. La nueva ley introducida por Jesús pide que sean escuchados todos en la comunidad como hermanos y hermanas.
Por esto, al solemne comienzo de la Nueva Ley presenta ocho bienaventuranzas que definen las categorías de personas que debe ser escuchadas en la comunidad: los pobres, los mansos, los afligidos, aquéllos que tienen hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los puros de corazón, los promotores de paz, los perseguidos.
Jesús reconoce la riqueza y el valor de los pobres (Mt 11,25-26). Su misión era “anunciar la Buena Noticia a los pobres” (Lc 4,18). Él mismo vivió como pobre. No poseía nada propio, ni siquiera una piedra donde reclinar la cabeza (Mt 8,18). Y a los que quieren seguirlo Jesús pide que escojan entre Dios y el dinero (Mt 6,24). Pobre en Espíritu es la persona que tiene ante los pobres el mismo espíritu que Jesús.
Cada vez que en la historia del Pueblo de Dios se intenta renovar la Alianza, se comienza también a restablecer el derecho de los pobres y de los excluidos. Sin esto, no es posible renovar la Alianza. Así hacían los profetas y así hace Jesús. Denuncia el sistema que excluye a los pobres y persigue a los que luchan por la justicia.
En nombre de Dios, Jesús anuncia un nuevo Proyecto que acoge a los excluidos. La comunidad en torno a Jesús debe ser una muestra donde este futuro Reino comience a plasmarse. Debe caracterizarse con un nuevo tipo de relación con los bienes materiales, con las personas y con Dios mismo. Debe ser semilla de una nueva nación.
He ahí el deber más importante para nosotros los cristianos, sobre todo para los jóvenes. Porque el único modo de merecer credibilidad es presentar una muestra bien concreta del Reino, una alternativa de vida que sea verdaderamente una Buena Nueva de Dios para los pobres y excluidos.
¿QUÉ ME DICE?
Jesús subió a la montaña, subir a la montaña implica soledad, implica oración y encuentro con el Padre; Jesús nos deja las bienaventuranzas después de haber orado, no las dice por decirlas, sino que por el contrario surgen de ese encuentro con su Padre. Sin duda, las bienaventuranzas son el proyecto de todo cristiano, un proyecto que exige compromiso y capacidad de dejarse moldear por Dios.
La palabra Bienaventurados se repite 9 veces en el evangelio; esta repetición pareciera querer ayudar a una toma de conciencia: “Porque Usted sigue a Jesús, ya tiene todos los motivos para ser feliz; ¡Mire lo que Dios está haciendo en su vida!”.
Vemos también cómo ellas nos van describiendo el actuar de Jesús, la forma de ser de él y cómo se va dejando transformar por su Padre mediante el cumplimiento de ellas.
¿QUÉ LE DIGO?
Tu Señor, te diriges a los que tienen alma pobre, a los pacientes, a los afligidos, a los que tienen hambre y sed de justicia, a los misericordiosos, a los de corazón puro, a los que trabajan por la paz, a los perseguidos y a los que son insultados; no dejas a nadie por fuera, tú conoces el sufrimiento y el actuar de cada persona y de tu pueblo, por eso ofreces la solución a todo aquel que te necesita, es por esto, mi Jesús, que te pido me concedas la gracia de poder asumir con amor y fidelidad este plan de vida y de esta manera ser consciente de tu acción en mi vida.
San Agustín nos dice:
“Sed pobres en espíritu, para que sea vuestro el Reino de los Cielos. ¿Por qué tenéis miedo de ser pobres? Pensad en las riquezas del Reino de los cielos. Se tiene miedo de la pobreza. Más bien que se le tema a la iniquidad. De hecho, después de la pobreza del justo viene una gran felicidad, porque la seguridad es completa. Pero aquí, cuanto más crecen las riquezas –llamadas así aunque sin serlo- tanto más crece el temor y no tiene fin la codicia. Me puedes presentar muchos ricos: ¿Podrás presentarme un solo que esté seguro? Arde para adquirir, teme por el miedo a perder. ¿Cuándo será libre un esclavo así? Todo aquel que está al servicio de un dueño es esclavo, ¿Cómo puede ser libre quien sirve a la avaricia? Por eso “felices los pobres en espíritu”. ¿Qué quiere decir “Pobres en espíritu‟? Pobres por decisión propia, no por sus recursos económicos. Aquel que es pobre en espíritu es humilde. Y Dios atiende el gemido de los humildes y no desprecia sus súplicas. Fue así que el Señor comenzó su sermón: por la humildad, esto es, por la pobreza. Podrás encontrar a un hombre religioso, con abundancia de bienes terrenos, y con todo no estar hinchado de soberbia. Y podrás encontrar a un hombre indigente, que no posea nada, y con todo, apegados a tonterías. Este no tiene más esperanza que aquel. Aquel es pobre en espíritu porque es humilde; este es pobre, pero no en espíritu. Fue por eso que Cristo Señor cuando dijo „felices los pobres‟, agregó „en espíritu‟”. (San Agustín, Sermón 53 A, 2).
Ayúdanos Señor, a ser humildes y pobres de corazón, no de palabras sino con actos; que verdaderamente seamos testimonio para las personas que nos rodean y que comparten con nosotros, ayúdanos a mirarte mi Jesús en este proyecto de vida que tú nos regalas el día de hoy.
FELICES LOS QUE…
·Escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica…
·Creen en el Señor como lo hizo María…
·Viven el mandamiento del amor…
·Aman a Dios sobre todas las cosas…
·Buscan el bien de los demás…
·Que tienen el alma limpia…
·Buscan tener los mismos sentimientos que Cristo Jesús…
·Tienen a Dios como Padre y viven como hijos…
·Son fieles hasta el final…
·Toman su cruz y siguen al Señor…
·Miran la vida con el corazón de Dios…
·Saben perdonar setenta veces siete…
·Consideran todo como pérdida comparado con el conocimiento de Cristo.
La Sagrada Escritura no tiene una
definición sobre la iglesia. Lo que ella nos aporta son imágenes para
comprendernos más y acercarnos a la experiencia de las primeras comunidades cristianas, de alguna manera volver a los orígenes para
que nos ayude a buscar y a profundizar más la experiencia eclesial de manera
que nos despojemos de los tradicionalismos que nos acompañan
hoy.
1. Las imágenes
bíblicas sobre la iglesia.
La constitución Dogmática Lumen Gentium constituye
una serie de imágenes bíblicas sobre la naturaleza y extensión de la
Iglesia. Sin embargo no define la
iglesia sino que nos permite comprender su riqueza.
La
naturaleza de la Iglesia
·Imágenes pastoriles: destacan los contornos de la iglesia como redil
congregado en torno al pastor.
¿Cómo nos presenta las citas bíblicas?
Jn 10,1-17. Jesús el buen pastor que conoce a sus ovejas
las llama por su nombre y las saca. Cuando ha sacado a todas, camina delante de
ellas y ellas le siguen: porque reconocen su voz. El verdadero pastor que guía
a su pueblo lo saca fuera pero del judaísmo para convertirlos en un sólo rebaño
del Señor.
1Pe 2,25: Jesús nunca nos abandona, él siempre está en medio de nosotros, aunque a
veces nos extraviamos como ovejas sin pastor pero él nos recoge
para estar de nuevo al redil. También
es una invitación a ser solidarios a los que sufren fijando siempre en
el rostro de Jesús.
En todo esto asumir nuestras responsabilidades al
servicio de los demás como un buen pastor que apaciente el rebaño de los que
habían encargado no a la fuerza, sino de buena gana…
·Imágenes de la vida agrícola. Revelan a la Iglesia como olivo consistente que
hunde sus raíces en los patriarcas y que reinjertado en Cristo produce nuevas
ramas, o como viña amada de la que el Padre es viñador y Cristo verdadera vid.
Mt. 21,33-45. ¡Jesús describe
claramente los pecados de aquellos líderes religiosos que estaban rechazando
al mismo Hijo de Dios!
El padre de familia que plantó la viña es Dios.
Los labradores malvados representan a los líderes de Israel. Sus principales
sacerdotes, escribas, ancianos, y todos sus seguidores. Tanto la iglesia
primitiva como la nuestra de hoy saben que su existencia y su razón de ser
están ligadas a la fidelidad a la misión de Jesús.
Jn 15,1ss, yo soy la vid verdadera y mi padre es
el viñador. Se caracteriza por permanecer en Jesús y dar buenos frutos.
1 Cor 3,6—9:
Nosotros somos servidores de Dios. Y somos templos del Espíritu Santo
que habita en nosotros.
Imágenes arquitectónicas. Son llamadas de Cristo Señor como piedra
angular, roca y cimiento sobre el que se construye la edificación como piedras
vivas o ciudad santa en que habitan los familiares de Dios en justicia y
santidad.
Mt 7,24-27- quien escucha estas palabras mías y no
las pone en práctica se parece a un hombre tonto que construyó su casa sobre
arena.
1 Cor 3,9-18 Dios nos ha dado nuestros dones para
construir cosas firmes, nadie puede poner otro cimiento que el ya puesto, que
es Cristo. Que nuestro centro sea Cristo.
1Pedro. 2,4-8; Él es la piedra viva rechazada por los
hombres, como piedras vivas, participan en la construcción de un templo
espiritual y forman un sacerdocio santo que ofrece sacrificios santos… la
piedra bien cimentada en la que se apoya
el creyente por la fe la piedra angular.
Las figuras de relación familiar: nos presenta a la Iglesia
como madre fecunda de hijos y hermanos y esposa de Cristo, carne suya a la que
Cristo ama, se entrega, cuida, abriga, alimenta, purifica (LG 6 9).
Gál 4,26. Nuestra madre… que tendrá más hijos, la
Iglesia.
Ef 5,25-29: amarla, quien ama a su mujer debe
cuidarla y alimentarla…la fidelidad. Como hizo Jesús que se entregó por
completo. Todo somos el pueblo en Cristo Jesús.
Las imágenes anatómicas. Evocan a la Iglesia como
cuerpo de Cristo animado por su mismo Espíritu, cabeza a la que corresponde la
primacía total, siendo los fieles miembros de ese único cuerpo en diversidad y
plena unidad (LG 7).
Romanos
12,5; aunque somos muchos, formamos con Cristo un solo cuerpo, y estamos unidos
unos a otros.
Las figuras de relación social. Orientan la comprensión
de la Iglesia como pueblo de Dios o como fermento, levadura y grano de mostaza
que en el día escatológico Cristo entregará al Padre y Dios será todo en todos.
Marcos 1,15. Se ha cumplido el tiempo y está cerca
el reino de Dios. Arrepiéntanse y crean en la Buena Noticia. Nos invita a la
conversión de todos, volver a Dios, en este caso, creer en la buena noticia.
Las raíces de esta imagen se
encuentran en la presentación veterotestamentaria de Israel como pueblo elegido
por Dios y es desarrollado en el NT, por San Pablo. La Iglesia es el nuevo
Pueblo de Dios; este nuevo Israel es un
pueblo de sacerdotes, es también un pueblo de profetas que cada uno recibe en
beneficio de toda la comunidad. Esta imagen tiene la ventaja de poner de
relieve la continuidad de ambos testamentos.
La Iglesia,
siendo complementario al aspecto espiritual que propone la imagen de Cuerpo de
Cristo (LG 9)
El Concilio emplea
el término Iglesia refriéndose a:
LG 2: Entera
familia humana en cuanto salvada por la gracia de Dios.
LG 8.
Iglesia católica, unida por la misma fe católica, que participa de los mismos
siete sacramentos y que está sometida a la autoridad jerárquica de la iglesia.
LG 9:
Conjunto de todos los creyentes.
LG 9: En
referencia al Pueblo de Israel.
LG 11:
Iglesia doméstica.
LG 26: Comunidad
local.
Al concluir que el
Vaticano II reconoce una comunión producida por el Espíritu de Dios que
trasciende los límites de la Iglesia Católica.
Síntesis
realizada por Maricela Hernández/Novicia MAR.