LECTIO DIVINA, IV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO, CICLO A, Mateo 5,1-12

“Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios”


En este cuarto domingo del tiempo ordinario disponemos nuestro corazón para el encuentro con Dios mediante su palabra, para esto invoquemos al Espíritu Santo diciendo:

Ven, Espíritu Santo, ilumina mi mente, abre mi corazón, toma mis manos, para que comprenda el mensaje de la Palabra, para que sienta la profundidad del amor divino, para que camine abriendo mis manos a los que necesitan curación y misericordia.

Ven, Espíritu Santo, aumenta mi fe en el Dios que ama a todos, santos y pecadores; dame el amor que abraza a todos los hombres y mujeres del mundo entero; afianza mi esperanza en medio de mis debilidades, limitaciones e incapacidades.
Ven, Espíritu Santo, yo solo sé que no puedo hacer nada; acompáñame, guíame, llévame, para que pueda llegar al abrazo del Padre, para que pueda seguir las Palabras y enseñanzas del Hijo, para que pueda caminar con los demás, con amor, fe y misericordia, con la fuerza, la luz y la ternura que vienen solo de Dios.

CONTEXTO

Las Bienaventuranzas las encontramos al inicio del Sermón de la Montaña, cuando Jesús sube como Moisés a una montaña, mientras Moisés permanece de pie esperando la revelación del Señor, aquí es Jesús, que se sienta (señal de autoridad) y es Él el que da la Nueva Ley, aquello que debe ser constitutivo de la vida cristiana. Así como Moisés recibió las Tablas de la Ley como condiciones para que el pueblo elegido sea el pueblo de Dios, así el Señor Jesús nos deja las Bienaventuranzas como algo constitutivo de la vida cristiana, como aquello que debe identificar y caracterizar a todos los que se llamen cristianos 

En sí, las Bienaventuranzas son a su vez todo un programa de vida como también una síntesis de las actitudes y disposiciones que debe tener el seguidor del Señor Jesús. De ahí, que se las considere como la Constitución de la vida cristiana, que expresan la manera de ser que debemos tener a la hora de vivir nuestra fe.

 En cada una de las Bienaventuranzas encontramos tres momentos:

1) El anuncio de la Bienaventuranza.
2) El destinatario de la bienaventuranza.
3) El motivo de la Bienaventuranza.

A la hora de reflexionar es importante detenernos principalmente el porqué de las Bienaventuranzas, es decir, en la parte final, porque es ahí, donde encontramos el sentido de todo lo anunciado. Es importante detenernos principalmente en algunas de ellas que son las que dan sentido a todas las demás, como pueden ser la primera y la octava donde el motivo de la Bienaventuranza es que de ellos…es el Reino de los Cielos (Mt 5,3.10).

De ahí, que reflexionar sobre las Bienaventuranzas es colocarnos de lleno en aquello que debe identificar y caracterizar nuestra vida cristiana, destacando aquello que es constitutivo de nuestro seguimiento del Señor Jesús…

TEXTO Mateo 5,1-12

Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él. 
Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo: 
"Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. 
Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia. 
Felices los afligidos, porque serán consolados. 
Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. 
Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia. 
Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios. 
Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios. 
Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. 
Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí. 
Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron."

¿QUÉ DICE EL TEXTO?

Mateo escribe para las comunidades de judíos convertidos, que viven en el contexto de ruptura con la sinagoga. Antes de la ruptura, gozaban de una cierta aceptación social. Pero, ahora, después de la ruptura, la comunidad entró en crisis y en ella empezaron a aparecer diversas tendencias en lucha entre ellos.

 Algunos que pertenecían a la línea farisaica querían mantener el mismo rigor de la observancia de la Ley, a la que estaban acostumbrados antes de su conversión a Jesús. Pero al hacerlo, excluían a los pobres y pequeños. La nueva ley introducida por Jesús pide que sean escuchados todos en la comunidad como hermanos y hermanas.

Por esto, al solemne comienzo de la Nueva Ley presenta ocho bienaventuranzas que definen las categorías de personas que debe ser escuchadas en la comunidad: los pobres, los mansos, los afligidos, aquéllos que tienen hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los puros de corazón, los promotores de paz, los perseguidos.

Jesús reconoce la riqueza y el valor de los pobres (Mt 11,25-26). Su misión era “anunciar la Buena Noticia a los pobres” (Lc 4,18). Él mismo vivió como pobre. No poseía nada propio, ni siquiera una piedra donde reclinar la cabeza (Mt 8,18). Y a los que quieren seguirlo Jesús pide que escojan entre Dios y el dinero (Mt 6,24). Pobre en Espíritu es la persona que tiene ante los pobres el mismo espíritu que Jesús.

 Cada vez que en la historia del Pueblo de Dios se intenta renovar la Alianza, se comienza también a restablecer el derecho de los pobres y de los excluidos. Sin esto, no es posible renovar la Alianza. Así hacían los profetas y así hace Jesús. Denuncia el sistema que excluye a los pobres y persigue a los que luchan por la justicia.

En nombre de Dios, Jesús anuncia un nuevo Proyecto que acoge a los excluidos. La comunidad en torno a Jesús debe ser una muestra donde este futuro Reino comience a plasmarse. Debe caracterizarse con un nuevo tipo de relación con los bienes materiales, con las personas y con Dios mismo. Debe ser semilla de una nueva nación.

He ahí el deber más importante para nosotros los cristianos, sobre todo para los jóvenes. Porque el único modo de merecer credibilidad es presentar una muestra bien concreta del Reino, una alternativa de vida que sea verdaderamente una Buena Nueva de Dios para los pobres y excluidos.

¿QUÉ ME DICE?

Jesús subió a la montaña, subir a la montaña implica soledad, implica oración y encuentro con el Padre; Jesús nos deja las bienaventuranzas después de haber orado, no las dice por decirlas, sino que por el contrario surgen de ese encuentro con su Padre. Sin duda, las bienaventuranzas son el proyecto de todo cristiano, un proyecto que exige compromiso y capacidad de dejarse moldear por Dios.

La palabra Bienaventurados se repite 9 veces en el evangelio;  esta repetición pareciera querer ayudar a una toma de conciencia: “Porque Usted sigue a Jesús, ya tiene todos los motivos para ser feliz; ¡Mire lo que Dios está haciendo en su vida!”.

Vemos también cómo ellas nos van describiendo el actuar de Jesús, la forma de ser de él y cómo se va dejando transformar por su Padre mediante el cumplimiento de ellas.

¿QUÉ LE DIGO?

Tu Señor, te diriges a los que tienen alma pobre, a los pacientes, a los afligidos, a los que tienen hambre y sed de justicia, a los misericordiosos, a los de corazón puro, a los que trabajan por la paz, a los perseguidos y a los que son insultados; no dejas a nadie por fuera, tú conoces el sufrimiento y el actuar de cada persona y de tu pueblo, por eso ofreces la solución a todo aquel que te necesita, es por esto, mi Jesús, que te pido me concedas la gracia de poder asumir con amor y fidelidad este plan de vida y de esta manera ser consciente de tu acción en mi vida.
San Agustín nos dice:
“Sed pobres en espíritu, para que sea vuestro el Reino de los Cielos. ¿Por qué tenéis miedo de ser pobres? Pensad en las riquezas del Reino de los cielos. Se tiene miedo de la pobreza. Más bien que se le tema a la iniquidad. De hecho, después de la pobreza del justo viene una gran felicidad, porque la seguridad es completa. Pero aquí, cuanto más crecen las riquezas –llamadas así aunque sin serlo- tanto más crece el temor y no tiene fin la codicia. Me puedes presentar muchos ricos: ¿Podrás presentarme un solo que esté seguro? Arde para adquirir, teme por el miedo a perder. ¿Cuándo será libre un esclavo así? Todo aquel que está al servicio de un dueño es esclavo, ¿Cómo puede ser libre quien sirve a la avaricia? Por eso “felices los pobres en espíritu”. ¿Qué quiere decir “Pobres en espíritu? Pobres por decisión propia, no por sus recursos económicos. Aquel que es pobre en espíritu es humilde. Y Dios atiende el gemido de los humildes y no desprecia sus súplicas. Fue así que el Señor comenzó su sermón: por la humildad, esto es, por la pobreza. Podrás encontrar a un hombre religioso, con abundancia de bienes terrenos, y con todo no estar hinchado de soberbia. Y podrás encontrar a un hombre indigente, que no posea nada, y con todo, apegados a tonterías. Este no tiene más esperanza que aquel. Aquel es pobre en espíritu porque es humilde; este es pobre, pero no en espíritu. Fue por eso que Cristo Señor cuando dijo „felices los pobres, agregó „en espíritu”. (San Agustín, Sermón 53 A, 2).

Ayúdanos Señor, a ser humildes y pobres de corazón, no de palabras sino con actos; que verdaderamente seamos testimonio para las personas que nos rodean y que comparten con nosotros, ayúdanos a mirarte mi Jesús en este proyecto de vida que tú nos regalas el día de hoy.

FELICES LOS QUE…
·        Escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica…
·        Creen en el Señor como lo hizo María…
·        Viven el mandamiento del amor…
·        Aman a Dios sobre todas las cosas…
·        Buscan el bien de los demás…
·        Que tienen el alma limpia…
·        Buscan tener los mismos sentimientos que Cristo Jesús…
·        Tienen a Dios como Padre y viven como hijos…
·        Son fieles hasta el final…
·        Toman su cruz y siguen al Señor…
·        Miran la vida con el corazón de Dios…
·        Saben perdonar setenta veces siete…
·        Consideran todo como pérdida comparado con el conocimiento de Cristo.


WENDERLYNG REYES/ NOVICIA MAR






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