LECTIO DIVINA - PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO –CICLO A- Mt 24, 37-44

VELEN...ESTÉN PREPARADOS...


INTRODUCCIÓN
El Adviento (en latín: adventus Redemptoris,'venida del Redentor') es el primer período del año litúrgico cristiano, que consiste en un tiempo de preparación espiritual para la celebración del nacimiento de Cristo. Son los cuatro domingos anteriores a la Navidad y forma una unidad con la Navidad y la Epifanía. El color usado en la liturgia de la Iglesia durante este tiempo es el morado. El sentido del Adviento es avivar en los creyentes la espera del Señor.
Se puede hablar de dos partes del Adviento:
Primera Parte
Desde el primer domingo al día 16 de diciembre, con marcado carácter escatológico, mirando a la venida del Señor al final de los tiempos.
Segunda Parte
Desde el 17 de diciembre al 24 de diciembre, es la llamada "Semana Santa" de la Navidad, y se orienta a preparar más explícitamente la venida de Jesucristo en la historia, la Navidad.
Las lecturas bíblicas de este tiempo de Adviento están tomadas sobre todo del profeta Isaías (primera lectura), también se recogen los pasajes más proféticos del Antiguo Testamento señalando la llegada del Mesías. Isaías, Juan Bautista y María de Nazaret son los modelos de creyentes que la Iglesia ofrece a los fieles para preparar la venida del Señor Jesús. La expectativa ante el retorno del Señor polariza la atención de la Iglesia. Nuestras miradas se fijan en Dios.

LECTIO DIVINA Mt 24,37-44
Puedes acceder por medio de este link a la reflexión del Evangelio sonoro de este domingo
CONTEXTO
La semana pasada cerramos el Año litúrgico Ciclo C con la Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo. Hoy con el primer domingo de Adviento comenzamos el Ciclo A.
Cabe situar el contexto mirando bien la primera lectura de Isaías. Isaías es el profeta del universalismo de Dios, y en esta lectura lo refrenda. El pueblo de la Alianza (el Antiguo y Nuevo Israel) ha sido elegido por Dios para poseer y transmitir la fe y la salvación a todos los pueblos. Dios obra en favor del mundo a través de la Iglesia, ya que el primer pueblo de la Alianza fue infiel. En el v.32 Jesús les dice a sus discípulos que  aprendan de la higuera porque en sus brotes se manifiesta la primavera y de igual manera les recuerda que los signos del tiempo presente hablarán también del fin de los tiempos, pero que no obstante, respecto al día y a la hora, nadie lo sabe, ni el Hijo, solo el Padre (v.36), de ahí la importancia de la vigilancia. ¿Para qué? El texto nos lo irá diciendo.
EL TEXTO:
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 24,37-44.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
-Lo que pasó en tiempos de Noé, pasará cuando venga el Hijo del Hombre.
Antes del diluvio la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y, cuando menos lo esperaban, llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del Hombre:
Dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán.
Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro señor.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa.
Por eso estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del Hombre.
¿QUÉ DICE EL TEXTO?
Este texto tiene un paralelo en Lc 21,34-36. Es bueno que lo leamos en casa y confrontemos.
Mateo 24, 37-44 presenta el siguiente desarrollo: el versículo inicial establece una comparación entre la venida del Hijo del Hombre y la época de Noé. Los versículos siguientes 38-41 explican el sentido de esa comparación. Por último, los versículos 42-44 extraen la consecuencia.

Veamos entonces. 
v. 37: La comparación
Jesús compara la venida del Hijo del Hombre a lo que sucedió cuando el diluvio. Pero la venida del Hijo del Hombre no será un diluvio devastador, sino una lluvia pacífica y fecunda. Lo que pasa es que no avisa. Y la gente ni está preparada ni se da cuenta. Los grandes acontecimientos no suelen anunciarse al son de trompetas. El ladrón tampoco avisa, ni la muerte, ni los cambios culturales, ni las reformas religiosas. Cuando nos damos cuenta, están ahí.
vv.38-41 El sentido de la comparación
En tiempo de Noé, refiere el Libro del Génesis (6,6-12), "toda la tierra estaba llena de iniquidad; la tierra estaba corrompida, porque todo mortal había corrompido su camino sobre ella". El texto evangélico no parece subrayar de manera particular la maldad de los hombres y el hecho de la violencia, sino más bien su vivir despreocupado. Como en tiempo de Noé, los hombres se preocupan poco de la cuestión fundamental, es decir, de su relación con Dios, enteramente zambullidos en las preocupaciones cotidianas. Viven tranquilos, sin tener idea del juicio de Dios que les amenaza.[1] Los hombres de la época de Noé extrajeron una conclusión errónea porque ignoraban sin cuidado los asuntos relacionados con Dios (v.39), no se dieron cuenta; Mateo hace explícita su necia y culpable ignorancia.
Entre los vv 40-42 Mateo utiliza el modelo de las parábolas gemelas sobre hombres y mujeres[2]. Es en el contexto de la vida donde debemos acoger el aviso divino, puesto que el Señor vendrá de improviso y se llevará a cabo una separación entre los que se han adherido a su Palabra y los que han preferido ignorarla[3].
vv. 42-44: La consecuencia
v.42.Velad… Es la conclusión  a la cual lleva todo el discurso hasta este momento, y luego se desarrolla con el “cómo” velar. Mantener los ojos abiertos es la primera condición para ver al Señor que viene. El que duerme permanece en la noche, absorbido por deseos o temores, sin relación con la realidad.  
v.43: Si el dueño de casa supiese… El que se considera “dueño” y cree que se posee a sí mismo- su vida, su trabajo, sus bienes (cf. Lc 12,13-21),- vive en el engaño de un sueño que se desvanece al amanecer. Para El, la muerte es como un ladrón, que lo despoja de todo.
v. 44. Vosotros estad preparadosPreparado está el que sabe que no es “dueño”, sino “siervo fiel y prudente”, que conoce y hace lo que el Señor ha dicho.
En el momento que no penséis vendrá el Hijo del hombre. Cierto, viene  de un modo impensado, en “todas estas cosas”: donde nosotros lo creemos ausente, Él está presente con “su” señal”[4].
¿QUÉ ME DICE A MI EL TEXTO?
Me hago estas preguntas a luz de lo expuesto:
1.  ¿Estoy demasiado preocupada por el futuro y olvido la vida presente?
2.  ¿Mantengo la fe en Dios y Jesucristo en medio de los problemas graves de la vida? ¿Qué me hace mantener la esperanza?
3.  ¿Qué supone para mí el “ven, Señor Jesús, que pronunciaban las primeras generaciones de cristianos?
El Señor me pide que vele, que esté despierta; así estaré preparada para verlo pasar. El centinela ve a lo lejos; agudiza su vista para justamente estar allí en el momento en que la noche se abre al amanecer. Es la visión de Dios. 

Cuando se está despierto, se está consciente, se está en lo que hay que estar; de lleno, interpretando el acontecer de Dios en cada cosa que viene preñada de sentido. El sentido de la vida me la da Jesús. Y Jesús viene con su Espíritu cada día, por eso es adviento (adventus); es porvenir. Desde allí no me preocupo del futuro; el futuro nos encasilla con nuestro modo de ver humano, de preveer las cosas que nos interesan asegurar, por más religiosas que las creamos. 

El porvenir me abre al Espíritu Santo que llega cada día de forma sorprendente. No tiene hora por eso requiere tensión, apertura de mente y corazón, como el centinela, para mirar el momento como lo mira Dios, y comprometerme con el Adviento, con "El que viene", y me regala su esencia, su esperanza. Es hermoso experimentar este porvenir, porque me hace vivir este día como único, con una total confianza. Lo que vivo cada “hoy” es único, porque viene secundado por la acción del Espíritu. Mi fe no me debe anestesiar frente a la historia. ¡Al contrario! Ilumina toda mi realidad y me ubica en ella, preñada de esperanza, porque nada se escapa a la acción de Dios, y aun en medio de las dificultades, su Palabra se cumple con certeza.

La vigilancia conlleva discernimiento; las dos se traducen en la actividad cotidiana de la fidelidad a su Palabra, de la cual depende nuestro futuro eterno. Jesús, sabiamente, me remite a leer mi presente cada día, a iluminarlo con su Palabra y a transformarlo con la acción de su Gracia.

¿QUÉ ME HACE DECIR EL TEXTO A DIOS?
Señor Jesús, portador de vida …¡Gracias! Eres mi Adviento, mi Porvenir, por eso, me llenas de esperanza cada día, y no flaquean mis piernas, ni mi corazón, mientras te espero…

Tengo la certeza de que llegas ¿cuándo? ¿cómo? ¡Ya me lo has dicho!, “cuando menos lo piense”, pero de que llegas, llegas, y yo te espero con ansia.

Me pides que vele, entonces, dame la gracia para hacerme consciente cada minuto de que vienes, y atenta para ver cómo vienes, en qué rostro, en qué imprevisto, en qué dolor, en qué dificultad e incomprensión. Ya eso no importa, solo dame consciencia de que eres Tú, y no es otro u otra para que no me quede en la preocupación de lo cotidiano, y tanscienda a lo más grande y hermoso: es tu presencia llena de amor que me invade y me sostiene. Espíritu Santo, ven. Maranathá, ven Señor Jesús, y despójame de mi condición adormecida y necia, la misma de aquellos como en los tiempos de Noé.

Y a cada uno de nosotros creyentes, ante este mundo convulsionado, desprotegido y amenazado, danos la capacidad de llevar la Esperanza, que como el parto, te da a luz a Ti cuando nos comprometemos históricamente al servicio de la vida. 

Regálanos Señor, el Espíritu de Vigilancia para que como el centinela, al otear el horizonte, podamos atisbar tu llegada y en cada Eucaristía, en cada acontecer, podamos decir: "Ya está aquí nuestro Porvernir, nuestro Adviento, que nos trae la verdadera felicidad.

Como nos recuerda Joan Chittister: 
 "La esperanza, en efecto, no está en esperar que las cosas exteriores a nosotros se transformen en algo mejor. Está en construir dentro de nosotros una mejor relación con aquello que sucede en nuestro ánimo. Está en el abrirse al Dios de la novedad. Está en el aceptar soltar la conquista de hoy para creer en un futuro que no podemos ver, pero que podemos confiar a Dios". 

NIEVES MARÍA CASTRO PERTÍÑEZ, MAR
[1] BRUNO MAGGIONI. El Relato de Mateo. Ed.. Paulinas/MADRID 1982. Pág. 25
[2]BROWN, R. Nuevo Comentario bíblico de san Jerónimo, 2014. 123
[3]  Zevini, G. Lectio Divina para la vida diaria. 2007, 464
[4]  FAUSTI, S. Una comunidad lee el evangelio de Mateo, 2013, 538

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