Evangelio del Domingo XXI del Tiempo Ordinario, Juan 6, 60-69


CONTEXTO:

Con estos últimos versículos se concluye el  cap. 6 del Evangelio de Juan. La palabra nos invita a ir cada vez más profundamente, más al centro: en donde encontramos la multitud que aparece al principio, a los Judíos que discuten con Jesús en la sinagoga de Cafarnaúm, a los discípulos, a los doce y hasta Pedro, el único que nos representa a cada uno de nosotros; solos, cara a cara con el Señor. Es en donde va a salir la respuesta a la enseñanza de Jesús, a su Palabra sembrada en el corazón de los que lo han escuchado.

 

¿Qué dice el texto?

Lectura del santo evangelio según San Juan 6, 60-69

"Muchos de sus discípulos, al oírle, le dijeron: "Es duro este lenguaje. Quién puede escucharlo?" Pero sabiendo Jesús en su interior que sus discípulos murmuraban por esto, les dijo: "Esto os escandaliza? Y cuando veáis al Hijo del hombre subir adonde estaba antes?..."
"El Espíritu es el que da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y son vida. Pero hay entre vosotros algunos que no creen." Porque Jesús sabía desde el principio quienes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar. Y decía: "Por esto os he dicho que nadie puede venir a mí si no se lo concede el Padre." Desde entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no andaban con él.

Jesús dijo entonces a los Doce: "También vosotros queréis marcharos?" Le respondió Simón Pedro: "Señor, a quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios."


He recibido el Don, la gracia, he escuchado la Palabra del Señor; ahora no quiero murmurar (v. 61), no quiero escandalizarme (v. 61), ni quiero dejarme ofuscar por la incredulidad (v. 64). No quiero traicionar a mi Maestro (v. 64), no quiero volverme atrás y no ir más con Él (v. 66)… ¡deseo estar con el Señor para siempre! En el silencio del corazón le repito infinitas veces: "Señor, ¿a quién vamos a ir, sino a ti?". Heme aquí, Señor, que voy…

En estos pocos versículos Juan nos habla de un misterio muy bello y profundo que él encierra en el verbo "ir" "venir" referidos a Jesús. ¿Comprendo ahora que mi vida encuentra su sentido verdadero, su razón de ser, de continuar cada día, justo en relación a este movimiento de amor y de salvación? ¿"Venir a mi" (v. 65), "no iban ya más con él" (v. 66), "queréis iros?" (v. 67), ¿”a quién iremos”? (v. 68). La pregunta de Pedro, que en realidad es una afirmación fortísima de fe y de adhesión al Señor Jesús, significa esto: "¡Señor, yo no iré a ningún otro, sino solamente a ti!; ¿es así mi vida? ¿Siento en mí estas palabras apasionadas? Respondo cada día, en cada momento, en las situaciones más diversas de mi vida, en mi ambiente, delante de las personas, a la invitación que me hace Jesús personalmente: "¡Venid a mí! ¡Ven a mí!¡Sígueme!"? ¿A quién voy yo? ¿Hacia dónde corro? ¿Qué pasos estoy siguiendo? " ¡haz que yo vaya a Ti, Señor"![1]

¿QUÉ ME DICE A MI EL TEXTO?

Jesús les dice a los Doce: ¿También ustedes quieren marcharse?  La fe es una opción libre, una decisión personal de seguir a Cristo y de entregarse a Él.  Nada de esto tiene que ver con la inercia, los sentimientos, la rutina. Por eso podemos ver que ante las críticas de “muchos discípulos]”, Jesús nunca  da marcha atrás ni mucho menos rebaja su exigencia de fe, sino que siempre se reafirma en lo dicho y hasta parece extremamente fuerte  su postura. 
Los discípulos lo criticaban y Jesús les dijo: ¿Esto los hace vacilar? ¿Y si vieran al Hijo del hombre subir a donde estaba antes…?. De alguna manera les quiere decir…  “Si descubrieran la gloria del Hijo, si comprendieran que se trata de la carne glorificada del Hijo, ¿qué pensarían, qué dificultad habría?”  Los discípulos todavía tienen mucho que oír acerca de los misterios de Jesús y el Padre. Si no son capaces de poder asimilar estas verdades.  ¿Cómo será más adelante?
Pero Jesús les recordará que: “el Espíritu es quien da vida”; la carne no sirve de nada.  Es en  la  Eucaristía que  lo recibimos  con fe,  y que gracias al Espíritu nos hace  que podamos captar las realidades “espirituales”, no como la “carne”. Sus palabras son “espíritu y vida”.  Las  palabras de Cristo son las que transforman el pan eucarístico en “su carne” glorificada. 
Jesús y los Doce reaccionaron como debían reaccionar: “Tú tienes palabras de vida eterna”.
Las palabras de Pedro fueron: “Nosotros creemos”.  Sus palabras nos hacen ver la decisión que es para toda la vida. Porque como bautizados es necesario que optemos y que después podamos mantener esa decisión, renovándola cada día en la oración,  ante las dificultades y frente a las tentaciones que se nos presentan cada día.
San Agustín nos dice: “Creemos y sabemos”. Creemos y por eso sabemos. La fe nos introduce en el verdadero conocimiento. No se trata de entender para luego creer, sino de creer para poder entender (San Agustín).

¿QUÉ ME HACE DECIR EL TEXTO A DIOS?

Orar en el seguimiento como tu discípula es un ir respondiéndole al Señor que me habla primero. Cada día estando en tu presencia es un ir escuchando tu Palabra Salvadora en mi discernimiento de ser tu discípula. Tu palabra es muy diferente a lo que el mundo me ofrece y qué mejor es que yo pueda afinar mis oídos cada día más y elevar mi corazón hacia ti para que no se pudra atado a las cosas de la tierra porque ¿a dónde voy a ir yo sin ti Señor, “si solo tú tienes palabras de vida eterna”?

Jesús sólo en ti  es donde yo encuentro respuesta a todas mis inquietudes y a los deseos más profundos que hay en mi corazón. Que en tu palabra que me regalas cada día encuentre siempre esa agua fresca que sacie mi sed interior. Porque más de una vez en el caminar he tropezado, dudado y desconfiado; pero que tu gracia me permita siempre permanecer a tu lado en los momentos de consolación y desolación, reconociendo que eres el único camino de vida plena. Gracias Jesús por mostrarme una vez más que sólo Tú tienes palabras de vida eterna. Te pido que me ayudes a que como Pedro pueda siempre profesar con firmeza mi fe en Ti y permanecer a tu lado. Amén

María Agustina Rodríguez. Novicia MAR.






[1] http://www.ocarm.org/es/content/lectio/lectio-divina-21-domingo-tiempo-ordinario-b

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