Lectio Divina del Domingo: SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR. Marcos 16, 15-20
«ID POR
TODO EL MUNDO Y PROCLAMAD LA BUENA NUEVA A TODA LA CREACIÓN»
ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
Espíritu Santo, Señor y dador de
vida, que habitas en la Iglesia y en cada uno de nosotros como en un templo,
danos la alegría de sentir tu Divina Presencia en nuestras vidas para que
podamos a amarnos y respetarnos mutuamente. Tú eres Amor que crea la unidad en
la legítima diversidad, tú eres la libertad que nos hace libres en la
obediencia. Tú eres el don del Padre y del Hijo que nos hace ricos en nuestra
pobreza. Amén.
CONTEXTO
La liturgia de esta fiesta de la
Ascensión nos pone delante una escena en la que Jesús se aparece a los
discípulos y les confiere la misión de ir por el mundo entero, para anunciar la
Buena Noticia.
Para muchas personas quizás esta
fiesta de la ASCENSIÓN sea irrelevante, para otras el cielo será un lugar
físico al cual iremos todos, otros pensaremos que el cielo es la unión con Dios
si hemos vivido terrenalmente en la gracia de Dios. Pero no pensemos en
una ascensión física, sino espiritual.
Finalmente aparecen los once discípulos reunidos en la
mesa y Jesús les reprende su incredulidad por no haber creído en las personas
que lo habían visto resucitado. Por tercera vez, Marcos se refiere a la
resistencia de los discípulos de creer en el testimonio de aquéllos o aquéllas
que han experimentado la resurrección de Jesús. ¿Cuál puede ser el motivo de
esta insistencia de Marcos al mencionar la incredulidad de los discípulos?
Probablemente para enseñar dos cosas: primero; que la fe en Jesús resucitado
pasa por la fe en las personas que dan testimonio de ello. Segundo; que ninguno
debe perder el ánimo cuando la duda o la perplejidad nacen en el corazón.
¡Incluso los Once tuvieron dudas!
Jesús, después de su resurrección,
ha estado un tiempo con nosotros pero ahora tiene que partir, volver a la unión
con su Padre. Cuando leemos el evangelio observamos que su tiempo en la
tierra fue corto pero dejó una estela de luz, de amor, de justicia
y de paz por los lugares que pasó.
TEXTO
Evangelio Marcos 16, 15-20
15 Y les dijo: «Id por todo
el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. 16 El que crea y sea bautizado, se
salvará; el que no crea, se condenará. 17 Estas son las señales que acompañarán a los que
crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, 18
agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño;
impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien.» 19 Con esto, el Señor Jesús, después
de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios. 20 Ellos
salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y
confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban.
¿QUÉ DICE EL TEXTO?
Jesús se despide, pero nos
deja a nosotros la misión de seguir sus pasos, de ser sembradores de luz,
de justicia, de paz y de amor, porque el Reino de Dios aún no está en su
plenitud. Todo aquel que se convierta es bautizado, y asegura su presencia por
medio de los signos que acompañaran a los discípulos en la tarea
evangelizadora. En su misión por extender el Reino expulsarán demonios, hablarán
lenguas nuevas, el peligro estará al asecho pero no les pasara nada, sanarán a
los enfermos. Con estas palabras, el Señor Jesús daba a sus discípulos las últimas
indicaciones para la misión que les encomendaba.
Después de hablarles poco a poco
fue elevándose en el cielo para ser introducido en la gloria celestial a la
derecha del Padre, y finalmente los discípulos se encaminaron hacia la tarea de
anunciar el Reino de Dios, y los signos que les había dicho Jesús se hacían
presentes para confirmar nuevamente su presencia en medio de los suyos.
¿QUÉ ME
DICE?
En ningún momento debemos
sentirnos solos porque Él está en comunión con nosotros. En el próximo
domingo descubriremos como Jesús al ver que estamos desanimados, que nos sentimos
huérfanos y desamparados, Él nos envía su Espíritu.
Por todo lo anterior, deberíamos
caer en la cuenta que en el mandato de «Id al mundo entero y proclamad el
evangelio a toda la creación» Él cuenta con nosotros, confía en nuestra madurez
y apoyo incondicional, porque todos somos el pueblo elegido, no sólo los
católicos. La Ascensión es un acontecimiento muy importante, porque todos
ascenderemos con Él, nadie será privado de vivir el gozo de la unidad con el
Padre.
Y los signos que nos confirma esta
comunión con Él son los mismos pero aplicados a nuestro hoy, a nuestras
realidades tanto personales como en nuestra sociedad, en nuestras comunidades
religiosas, en nuestros lugares de trabajo, etc. por tanto, podemos decir que:
Expulsar los demonios: es combatir el poder del mal
que estrangula la vida, que limita nuestra libertad, que nos asfixia, es luchar
contra los atentados a la vida y dignidad del ser humano, o simplemente el
rechazo a ser de cada persona, todo eso impide a la vida dar lo mejor se sí.
Hablar nuevas lenguas: es comenzar a comunicarnos con los
otros de modo nuevo. A veces encontramos una persona que nunca la habíamos
visto antes, pero sucede como si ya la conociésemos de mucho tiempo. Es porque
hablamos la misma lengua, la lengua del amor, que nos hace cercanos, que nos
convierte en hermanos, hijos y coherederos del Reino de Dios.
Tomar en las manos serpientes y tomar algún veneno: hay muchas cosas que envenenan la
convivencia. Muchas habladurías que arruinan la relación entre las personas.
Quien vive la presencia de Dios sabe superar esto y no es molestado por este
veneno mortífero, pero también el que vive en la presencia de Dios no conoce
otra cosa que el construir la paz, le hermandad y vela por el bienestar de sus
hermanos.
Curar los enfermos: en cualquier lugar en el que
aparezca una conciencia más clara de la presencia de Dios, aparece también una
especial atención a las personas excluidas y marginadas, sobre todo a los
enfermos. Lo que más favorece la salud es que la persona se sienta acogida,
amada, respetada y encaminada a la unidad.
¿QUÉ LE
DIGO?
Señor, haznos instrumentos
de tu paz, misioneros de tu evangelio por donde quiera que necesiten de ti,
maestro bueno, hoy te vemos elevarte gloriosamente hacia la casa del Padre, y
aunque quisiéramos permanecer por siempre a tus pies escuchándote, sabemos que
nos enviaste a predicar en un mundo necesitado de paz y amor. Señor no permitas
que la llama de la fe se apague en nosotros al emprender la misión que nos
encomiendas y ante las adversidades con que nos encontramos en nuestra labor de
evangelizadores, que realmente sepamos sembrar un lenguaje de amor y de
hermandad que tanto necesitamos para reconstruir la unidad un nuestras familias
y países.
Que realmente podamos
llevar alivio de las almas tan agobiadas ante tantas injusticias, ante tanta
maldad, donde se va apagando la llama de la fe y la esperanza, donde la vida no
significa nada, donde el Reino de Dios se percibe tan lejano que el mismo sol
que ilumina cada día.
Señor permítenos elevar
nuestras almas junto a ti pero con los pies bien puestos en la tierra para
darnos cuenta de las dificultades de nuestros hermanos y salir a su encuentro
llevándote a ti Autor de todo bien y dador de la vida nuestra, que seamos
auténticos discípulos misioneros tuyos.
Señor, hazme un instrumento
tuyo. Amén.
Novicia MAR
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