LA CONSAGRACIÓN BAUTISMAL
Queridos lectores en este día vamos a profundizar un poco en
lo que es la consagración Bautismal y lo importante que es este sacramento en
nuestra propia vida.
Por designio eterno y amoroso del Padre, Cristo vino al mundo
para consagrarnos, introduciéndonos en el ámbito más íntimo de lo Sagrado, que
es Él mismo: comunicándonos su propia Filiación divina. Desde siempre, Dios nos
pensó y eligió en la Persona de Cristo, por pura iniciativa suya, para que
fuéramos de verdad hijos suyos, santos y consagrados en su presencia por el amor.
En el mismo momento de la encarnación, el Verbo hecho Hombre quedó constituido
Cabeza y Salvador de todos los hombres. A través de la humanidad concreta
asumida personal y sustancialmente, nos comunica su propia vida, que es su
divina Filiación. De este modo, nos hace realmente hijos de Dios, y Él se
convierte en el verdadero “Yo” sobrenatural de todos nosotros.
“En una misma
intencionada donación de su Persona, el Verbo se une sustancialmente a una
concreta naturaleza humana y -proyectándose a través de ésta-, accidentalmente,
a todos los hombres, constituidos ya como personas en el ámbito natural... El
Verbo, en la encarnación, al levantar a sí a toda la naturaleza humana, al
expandir su Filiación divina a todos los hombres, nos alargó su Persona; nos personó
sobrenaturalmente; se hizo, desde este punto de vista, nuestro Yo”.
Los bautizados, en efecto -dice el Concilio-, son consagrados
por la regeneración y la unción del Espíritu Santo, como casa espiritual y
sacerdocio santo” (LG 10). “El Señor Jesús, a quien el Padre consagró y envió
al mundo (Jn 10, 36), hace partícipe a todo su Cuerpo místico de la unción del
Espíritu con que fue Él ungido, pues en Él todos los fieles son hechos
sacerdocio santo y regio” (PO 2). El bautismo es una real inserción en Cristo y
en su misterio de muerte y de resurrección. Es una verdadera configuración con
Cristo en su condición filial y fraterna y, por eso mismo, es una verdaderaconsagración.
El bautismo es un acto que regenera un proceso. Por él, morimos al pecado y comenzamos a morir a las raíces de pecado que en nosotros quedan, hasta que la muerte de Cristo haya “mortificado” todo lo pecaminoso y haya consagrado todo lo profano. Y, por él, comenzamos a vivir de verdad la vida nueva y eterna, hasta que llegue ésta a su plenitud en el cielo. La consagración bautismal supone una presencia activa y permanente de Dios en nosotros, una especie de presencia sacerdotal que nos convierte en ofrenda y en sacrificio, y que nos hace posesión plena de Dios.
El bautismo es un acto que regenera un proceso. Por él, morimos al pecado y comenzamos a morir a las raíces de pecado que en nosotros quedan, hasta que la muerte de Cristo haya “mortificado” todo lo pecaminoso y haya consagrado todo lo profano. Y, por él, comenzamos a vivir de verdad la vida nueva y eterna, hasta que llegue ésta a su plenitud en el cielo. La consagración bautismal supone una presencia activa y permanente de Dios en nosotros, una especie de presencia sacerdotal que nos convierte en ofrenda y en sacrificio, y que nos hace posesión plena de Dios.
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