LECTIO DIVINA: SEGUNDO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO C. SAN JUAN 2,1-11.
“Hagan lo que Él les diga”
INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO:
Ven a mí, Espíritu Santo, Espíritu de
sabiduría: dame mirada y oído interior para que no me apegue a las cosas
materiales, sino que busque siempre las realidades del Espíritu.
Ven a mí, Espíritu Santo, agua viva que
lanza a la vida eterna: concédeme la gracia de llegar a contemplar el rostro
del Padre en la vida y en la alegría sin fin. Amén. San Agustín.
CONTEXTO:
El evangelista San Juan, en el primer
domingo del tiempo ordinario, en el relato del Bautismo de Jesús en el rio
Jordán hacía alusión a la voz del Padre que rebelaba el significado profundo de
la identidad de Jesús, a diferencia de este segundo domingo es Jesús quien
revela su gloria ante los discípulos para
que crean y tengan fe. Por otra parte se deja
de manifiesto la intervención diligente de María cooperando en la misión
de su hijo y a la vez exhorta a los
sirvientes a hacer lo que Jesús les diga.
TEXTO:
Evangelio según San Juan 2,1-11.
Se celebraban unas bodas en Caná de Galilea, y la Madre de Jesús estaba
allí. También invitaron a Jesús y sus discípulos al banquete de bodas. Y como
se acabó el vino, la Madre de Jesús le dijo: “No tienen vino”. Jesús le respondió:
“Déjame, mujer. Todavía no ha llegado mi hora”. Su Madre dijo a los sirvientes:
“Hagan lo que Él les diga”. Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los
ritos de purificación de los judíos. En cada una cabían unos cincuenta litros.
Jesús dijo a los sirvientes: “Llenen de
agua esas tinajas”. Y las llenaron de
agua hasta el borde. “Ahora saquen-añadió Jesús- y llévenle al jefe del servicio”. Y así lo
hicieron. El jefe del servicio no sabía de donde había salido más vino, pero
los sirvientes, que había no de donde
había salido más vino, pero los sirvientes, que habían sacado el agua, si lo
sabían. De modo que cuando probó el agua convertida en vino, llamo a novio y le
dijo: “Todo el mundo sirve primero el mejor vino, y cuando todos han bebido
bastante, el menos bueno. Tú, en cambio, guardaste el mejor vino hasta ahora”.
Esta fue la primera obra reveladora de Jesús. Con ella manifestó su gloria en
Caná de Galilea, y sus discípulos creyeron en Él.
¿QUÉ DICE EL TEXTO?
Ya desde el inicio del relato, el evangelista
anota que “estaba allí la madre de Jesús”
(Jn2, 1) y, como para sugerir que esa
presencia estaba en el origen de la invitación dirigida por los esposos al
mismo Jesús y a sus discípulos, añade:
“fue invitado a la boda también Jesús con sus discípulos” (Jn 2,2). Con
esas palabras, san Juan parece indicar que en Caná, como en el acontecimiento
fundamental de la Encarnación, María es quien introduce al Salvador.
En Caná, la Virgen muestra una vez más su total disponibilidad a Dios.
Ella que, en la Anunciación, creyendo en Jesús antes de verlo, había
contribuido al prodigio de la concepción virginal, aquí, confiando en el poder
de Jesús aun sin revelar, provoca su “primer signo”, la prodigiosa
transformación del agua en vino.
1)
La
respuesta de Jesús a las palabras de María:
“Mujer, ¿qué nos va a mí y a ti? Todavía no ha llegado mi hora” (Jn 2,4),
expresa un rechazo aparente, como para probar la fe de su madre.
Según una interpretación, Jesús, desde el inicio de su misión, parece
poner en tela de juicio su relación natural con su hijo, ante la intervención
de su madre. En efecto, en la lengua hablada del ambiente, esa frase da a
entender una distancia entre las personas, excluyendo la comunión de vida. Esta
lejanía no elimina el respeto y la estima; el término “mujer”, con el que Jesús
se dirige a su madre, se usa en una aceptación que reaparecerá en los diálogos
con la cananea (cf. Mt 15, 28), la
samaritana (cf. Jn 4,21), en contextos que manifiestan una relación
positiva de Jesús con sus interlocutores.
2)
“Todavía no ha llegado mi hora” Algunos estudiosos del texto sagrado
siguiendo la interpretación de San
Agustín, identifican esa “hora” con el acontecimiento de la Pasión. Para otros,
en cambio, se refiere al primer milagro en que se revelaría el poder mesiánico
del profeta de Nazaret. Hay otros, por último, que consideran que la frase es interrogativa
y prolonga la pregunta anterior: “¿Qué
nos va a mí y a ti? ¿No ha llegado ya mi hora?” (Jn 2,4). Jesús da a
entender a María que él ya no depende de ella, sino que debe tomar la
iniciativa para realizar la obra del Padre. María, entonces, dócilmente deja de
insistir ante él y, en cambio, se dirige a los sirvientes para invitarlos a
cumplir sus órdenes.
3)
La exhortación de
María: “haced lo que él os diga”,
conserva su valor siempre actual para los cristianos de todos los tiempos, y
está destinada a renovar su afecto maravilloso en la vida de cada uno. Invita a
una confianza sin vacilaciones, sobre todo cuando no se entienden el sentido y la utilidad de
lo que Cristo pide.
¿QUÉ ME DICE EL TEXTO?:
·
En este
relato del evangelio me hace ver la
importancia de la presencia de María en mi vida que ha de ser fundamental
puesto que ella es el puente para llegar a Dios.
·
Me lleva a reflexionar sobre: ¿Con cuanta
frecuencia invito a María y a Jesús para que sean parte de mi vida?
·
La
diligencia de María al ver que faltaba el vino, me interroga con respecto a la diligencia y atención para con mis
hermanos cuando me necesitan o y yo soy indiferente.
·
Jesús es
el único que puede sacar abundancia en donde ay escases, el único que hace
rebosar la tinaja vacía. ¿Cuál es el vino que hace falta en mi vida, y con
cuanta frecuencia acudo a Jesús para que
llene las tinajas de mis carencias?
·
La
docilidad de María ante el aparente rechazo de Jesús, es para mí signo de
mansedumbre, de humildad, prudencia e incluso
de confianza puesto que ella confiaba en que Jesús no quedaría indiferente ante
la falta de vino en la boda.
·
María
ejemplo de esperanza y abandono confiado pues al expresar “Hagan lo que Él les
diga”, me recuerda la disponibilidad de ella, en cuanto a su entrega al Padre
en hacer su voluntad.
·
Jesús se
vale de cualquier situación aunque en el momento no lo entienda para confirmar
mi fe y poder creer como sus discípulos.
¿QUÉ LE DIGO AL TEXTO?
Señor y Dios mío, haz que el vino de la fe nunca falte en mi vida.
Enséñame,
al igual que María a escuchar tu Palabra, estar atenta ante las
necesidades de mis hermanos y servirte a través de ellos. Amen.
Fuente:www.hablarcondios.org
Gloria
Hernández.
Novicia MAR
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