LECTIO DIVINA PARA 19 DE ENERO DE 2020 DOMINGO II TIEMPO ORDINARIO CICLO A.
INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
Ven, Espíritu Santo, ilumina mi mente,
abre mi corazón, toma mis manos, para que comprenda el mensaje de la Palabra,
para que sienta la profundidad del amor divino, para que camine abriendo mis
manos a los que necesitan curación y misericordia.
Ven, Espíritu Santo, aumenta mi fe en el Dios
que ama a todos, santos y pecadores; dame el amor que abraza a todos los
hombres y mujeres del mundo entero; afianza mi esperanza en medio de mis
debilidades, limitaciones e incapacidades.
Ven, Espíritu Santo, yo solo sé que no puedo
hacer nada; acompáñame, guíame, llévame, para que pueda llegar al abrazo del
Padre, para que pueda seguir las Palabras y enseñanzas del Hijo, para que pueda
caminar con los demás, con amor, fe y misericordia, con la fuerza, la luz y la
ternura que vienen solo de Dios.
CONTEXTO
El tema que une 1, 19-51 es el de ser testigo de
Jesús. Ser testigo es un tema central del Cuarto Evangelio. Entonces, en el
Cuarto Evangelio la historia de Jesús se encuentra llena de juicios, testigos
llamados a testificar, y testimonio continuamente puesto en duda y rechazado
por los que se oponen a Jesús, hasta que al final es sometido al juicio final.
A través de todo esto Jesús se revela como Testigo de Dios; testifica lo que ha
visto y oído del Padre (3, 32). El símbolo del cordero se remite a varios
textos. Jesús es el cordero – siervo obediente al Padre. La Paloma representaba
en el ambiente antiguo judío: el Espíritu que baja en forma de paloma es el
anuncio de la generación del nuevo Israel de Dios
TEXTO
Lectura del
santo evangelio según san Juan (1, 29-34)
En aquel tiempo, al ver Juan a Jesús
que venía hacia él, exclamó:
«Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: “Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo”. Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel».
«Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: “Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo”. Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel».
Y Juan dio testimonio diciendo: «He
contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó
sobre él.
Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo:
“Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que
bautiza con Espíritu Santo”. Y yo lo he visto y he dado testimonio de que este
es el Hijo de Dios
¿QUE DICE EL
TEXTO?
El
contraste entre Juan y Jesús es tan patente como si se describiera el amanecer
y el mediodía, entre las sombras y la luz; entre el agua y el Espíritu. En el
texto queda patente que Juan actuaba por medio del bautismo de agua para la
conversión; de Jesús se quiere afirmar que trae el bautismo nuevo, radical, en
el Espíritu, para la misma conversión y para la vida. Uno es algo ritual y
externo; otro es interior y profundo: sin el Espíritu todo puede seguir igual,
incluso la religión más acendrada. Esto es lo que el testo joánico de nuestro
evangelista quiere subrayar. Y el hecho de que lo presente, al principio, como
un “cordero” indica que su fuerza estará en la debilidad e incluso en la
mansedumbre de un cordero (signo bíblico de la dulzura) dispuesto a ser
“degollado”. En definitiva, el pecado absoluto del mundo, será vencido por el
poder del Espíritu que trae Jesús. El bautismo de agua puede y tiene sentido,
pero para significar el bautismo, el sumergirse, en el Espíritu de Dios que
trae Jesús.
¿QUE ME DICE
EL SEÑOR A TRAVÉS DEL TEXTO?
El día de hoy el Señor me presenta a su Hijo
Amado, me dice que él me quita mis culpas, y me invita a recordar mi bautizó,
que fue en el Espíritu de Jesús, y es creer en él, en que me limpia
completamente, y me dice que crea con todo mi corazón que Jesús es el Cordero
de Dios, que es el siervo que cumple la Palabra del Padre
¿QUE
LE DIGO YO A DIOS?
Padre bueno, un día
el Bautista fue capaz de reconocer a Jesús, que pasa entre la gente junto al
Jordán y dio testimonio de él: “Este es el cordero de Dios”. Vio bajar del
cielo al Espíritu y posarse sobre Jesús, hombre nuevo, y confesó su divinidad.
Altísimo Señor,
concédeme también a mi reconocer que Jesús es el Cordero de Dios, el Mesías, y
el hijo de Dios. Haz también, que yo pueda alcanzar siempre el objetivo de mi
vocación cristiana: revelar al mundo que Jesús es el Señor de la vida y de la
historia con la coherencia de mi fe y el coraje de mi anuncio evangélico.
Fuente: https://www.dominicos.org/predicacion/homilia/19-1-2020/comentario-biblico/miguel-de-burgos-nunez/
Lectio divina para la vida diaria, El evangelio de
Juan, Verbo Divino
Yessica Victoria, Novicia MAR
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