LA ALEGRÍA DE LA RESURRECCIÓN
Los
primeros testigos de la Resurrección fueron mujeres. Al amanecer, van al
sepulcro para ungir el cuerpo de Jesús, y encontraron al primer signo: el
sepulcro vacío (cf. Mc. 16,1). Esto es seguido por un encuentro con un
mensajero de Dios que anuncia: Jesús de Nazaret, el crucificado, no está aquí,
ha resucitado (cf. vv 5-6.). Las mujeres se sienten impulsadas por el amor y saben cómo acoger este anuncio con fe: creen, y
de inmediato lo transmiten; no lo retienen para sí mismas, sino que lo
transmiten. La alegría de saber que Jesús está vivo, la esperanza que llena su
corazón, no se pueden contener.
Esto
también debería suceder en nuestras vidas: ¡Sintamos la alegría de ser cristianos! ¡Creemos en
un Resucitado que ha vencido el mal y la muerte! ¡Tengamos el valor de
"salir" para llevar esta alegría y esta luz a todos los lugares de
nuestra vida! La resurrección de Cristo es nuestra mayor certeza; ¡es el tesoro
más preciado!
¿Cómo
no compartir con otros este tesoro, esta certeza? No es solo para nosotros, es
para transmitirlo, para dárselo a los demás, compartirlo con los demás. Es
nuestro propio testimonio.
Dejémonos iluminar
por la Resurrección de Cristo, dejémonos transformar por su fuerza, para que
también a través de nosotros en el mundo, los signos de la muerte den paso a
los signos de la vida.
Llevemos esta certeza: el Señor está vivo y camina con nosotros en la
vida. ¡Esta es su misión!
Llevemos adelante esta esperanza: este ancla que está en los cielos;
mantengan fuerte la cuerda, manténgamonos anclados y lleven la esperanza.
Nosotros, testigos de Jesús, demos testimonio de que Jesús está vivo y
esto nos da esperanza, dará esperanza a este mundo un poco envejecido por las
guerras, por el mal, por el pecado.
Fuente:https://es.catholic.net/op/articulos/50108/cat/308/te-cuesta-creer-en-la-resurreccion.html#modal
Yessica Victoria,
Novicia MAR
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